AFP

Un EEUU distraído es peligroso para Taiwán

El caos político en Washington podría ofrecerle una ventana de oportunidad a Beijing

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22 de octubre de 2020 a las 14:54

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Por Gideon Rachman

La idea de que las elecciones estadounidenses puedan verse sacudidas por una "sorpresa de octubre" es un tema común en los comentarios políticos. Un tema que no se ha tocado mucho es el riesgo de que China se aproveche del caos político en EEUU para actuar contra Taiwán, lo cual traería una “sorpresa” de noviembre o diciembre que convulsionaría las relaciones internacionales.

El estruendo de la campaña estadounidense está eclipsando las palabras y acciones cada vez más agresivas de China, conforme amenaza con usar fuerza militar para combatir lo que considera el "separatismo" intolerable de Taiwán, que es, de facto, un Estado independiente, pero reclamado por Beijing.

Los aviones militares chinos ahora cruzan de forma regular la línea mediana entre Taiwán y el continente, lo cual obliga a la fuerza aérea taiwanesa a interceptarlos. La semana pasada, se impidió que un vuelo de Taiwán llegara a las islas Pratas, un puesto avanzado controlado por Taiwán en el Mar de China Meridional. El control de tráfico aéreo de Hong Kong rechazó el vuelo, alegando peligros no especificados en el área y dijo que el espacio aéreo ahora está cerrado.

Se ha intensificado la retórica agresiva en los medios chinos. A principios de este mes, Hu Xijin, editor del Global Times, un periódico nacionalista, escribió: "La única forma de avanzar es que el continente se prepare completamente para la guerra. Se acerca un decisivo momento histórico".

Durante décadas, EEUU ha mantenido bajo control la amenaza de una invasión china de Taiwán. Washington no ha llegado a ofrecerle una garantía de seguridad explícita a Taiwán. En cambio, ha mantenido una política de ambigüedad estratégica: vendiéndole armas a Taiwán y dejando abierta la posibilidad de que EEUU recurriría al uso de la fuerza para defender la isla. En 1996, cuando China lanzó misiles a los mares alrededor de Taiwán, EEUU envió portaaviones a la región para advertirle a Beijing que se alejara.

Sin embargo, desde entonces China se ha enfrascado en una enorme expansión militar. Y actualmente EEUU está consumido por la campaña electoral presidencial más divisiva que se recuerde. En estas circunstancias, el gobierno chino podría poner en tela de juicio el compromiso continuo de EEUU con Taiwán.

La ventana de oportunidad de Beijing podría parecer aún más tentadora, después de que la votación de EEUU el 3 de noviembre, particularmente si se disputa el resultado de las elecciones y el país se sumerge en una crisis política y constitucional. Incluso aunque Donald Trump sufriera una derrota decisiva e incuestionable, seguiría siendo presidente hasta el 20 de enero, capaz de provocar todo tipo de conmociones.

El trasfondo de la crisis actual es la radicalización de la postura de Beijing hacia Taiwán desde que el presidente Xi Jinping se convirtió en líder en 2012. El Sr. Xi dice que la "reunificación" con Taiwán es una parte crucial del "gran rejuvenecimiento" de la nación china, su proyecto emblemático. También dice que el tema de Taiwán ya no se puede postergar "de generación en generación". Quizás ve a Taiwán como una forma de garantizar su lugar en el panteón de los grandes líderes de China, junto a Mao Zedong.

El Sr. Xi ya ha demostrado que está dispuesto a asumir riesgos militares y tomar medidas represivas que antagonizan al mundo occidental e intimidan a los vecinos de China. Además de inflamar la retórica sobre Taiwán, China ha encarcelado a más de un millón de musulmanes uigures y otros grupos minoritarios, aplastado el movimiento democrático en Hong Kong, construido bases militares en el Mar de China Meridional y asesinado a tropas indias en el Himalaya.

El hecho de que China haya enfrentado la pandemia de coronavirus de forma más exitosa que EEUU también ha provocado que muchos en Beijing digan que su antiguo rival está en un declive inexorable. Beijing sabe que, si EEUU no defiende a Taiwán, los aliados estadounidenses en toda la región podrían perder la fe en la protección estadounidense, tras lo cual la hegemonía china en la región Asia-Pacífico parecería inevitable e irresistible.

No obstante — incluso sin la intervención de EEUU — un ataque chino a gran escala contra Taiwán sería extraordinariamente arriesgado. Intentar cruzar el Estrecho de Taiwán y desembarcar tropas en la isla supondría bajas masivas. China podría necesitar hasta un millón de tropas para organizar una invasión exitosa y una ocupación posterior. No hay señales de que se esté reuniendo una fuerza invasora de esa magnitud.

Lo más probable es que Beijing intente erosionar la moral y la autonomía de Taiwán organizando una serie de intervenciones militares, económicas y psicológicas de menor magnitud. Aislar las islas Pratas, que tienen un aeropuerto y edificios administrativos, pero donde no hay población civil permanente, sería exactamente este tipo de medida. Si Taiwán responde enérgicamente, corre el riesgo de darle a Beijing una excusa para devolver el golpe. Pero si no responde, luciría impotente y sufriría una derrota simbólica.

China puede implementar una serie de medidas incrementales — que involucran embargos y usurpaciones territoriales — conforme aumenta la presión sobre Taiwán. Sin embargo, el peligro es que Beijing malinterprete la respuesta de Washington. Porque, aunque EEUU se encuentra de hecho en un estado de caos político, existe la determinación bipartidista en Washington de mantener el estatus del país como potencia dominante en el Pacífico y defender a otras democracias.

Las guerras entre grandes potencias — incluyendo la primera y la segunda guerras mundiales — a menudo han estallado porque los gobiernos han calculado mal las reacciones de los otros. Como dice la historiadora Margaret Macmillan: "Lo que realmente se vuelve peligroso es cuando la gente comienza a leer las intenciones del otro bando y se equivoca". Eso podría suceder fácilmente en el caso de Taiwán.

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