En las reuniones del Consejo de Ministros que se realizan los lunes, el vicepresidente Danilo Astori se sienta próximo a la cabecera de la mesa junto al presidente José Mujica. Muchas veces ambos mantienen verdaderas reuniones paralelas durante las sesiones. A eso de las 11, Astori prepara el mate y lo comparte con Mujica, un gesto poco o nada usual en el vicepresidente.
Esa actitud de camaradería también se nota en público, como durante la recepción que ofreció la Embajada de Estados Unidos en Uruguay para celebrar su independencia. La relación estrecha que ambos construyeron luego de que se enfrentaran por la nominación presidencial podría explicar el disgusto del vicepresidente frente a la exposición pública de las diferencias entre su barra y la del presidente.
Es posible que el entendimiento entre la fórmula presidencial sobre las cuestiones económicas y políticas sea mucho mayor que el existente entre los economistas alineados con Mujica o Astori.
Al mismo tiempo que el mate va y viene entre los líderes, los equipos de uno y otro se ajustan las canilleras. En el entorno de la Presidencia funciona un equipo económico paralelo integrado por el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Gabriel Frugoni; el subdirector Jerónimo Rocca, y el subsecretario de Economía, Pedro Buonomo. Del otro lado, el astorismo alinea con el ministro Fernando Lorenzo, el presidente del BCU, Mario Bergara; y el director de DGI, Pablo Ferreri, entre otros. Las fricciones entre los cuadros se registraron sobre la proyectada rebaja del IVA, los mecanismos para distribuir la riqueza, los instrumentos para desacelerar la inflación y la aplicación de un impuesto para desestimular la concentración de la tierra, una idea lanzada por Mujica sin conocimiento del equipo económico.
Las iniciativas económicas del Partido Comunista –creación de un frigorífico nacional y una flota pesquera, así como la aplicación de detracciones– están fuera del menú. El escenario, entonces, está marcado por una línea económica de izquierda pragmática gestionada por el astorismo, que, cada tanto, sufre embates de costado desde el equipo mujiquista. Al parecer, esos cimbronazos tienen más que ver con la política que con la economía. El mensaje del mujiquismo es que Astori perdió el monopolio de la conducción económica que tenía durante el gobierno anterior, pero no al punto de zafar las manos del timón. Además, aunque en el campo de juego las patadas van y vienen, por ahora los técnicos garantizan la seguridad del espectáculo.
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