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¡Un uruguayo en waterpolo en Tokyo 2020! El árbitro al que miran con extrañeza
Comenzó a nadar cuando era pequeño, jugó al waterpolo, fue entrenador y árbitro, y los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 representan ese lugar exclusivo para que quienes recorren el camino del deporte amateur.
Después de dos semanas de aislamiento, evitando instancias sociales o doble tapabocas en las reuniones presenciales impostergables, dos hisopados y una valija llena de sueños, el miércoles Daniel Daners llegó a Tokio como árbitro de waterpolo.
Serán sus primeros Juegos como protagonista. En Río 2016 viajó como dirigente, porque en ese momento integraba el equipo de trabajo de la Secretaría Nacional del Deporte.
“Creí que Río era una oportunidad para que me convocaran por cercanía geográfica. Cuando no se dio pensé que nunca más, y aquí estoy viviendo esta experiencia increíble”, explicó a Referí.
Recibió la nominación a fines de noviembre de 2019 y llega a los Juegos Olímpicos con un historial de nueve sudamericanos dirigidos, dos panamericanos y tres mundiales de FINA, uno de mayores y dos juveniles.
Que un uruguayo sea árbitro internacional de waterpolo, un deporte de escasa difusión en el país ya es extraño. Que haya dirigido torneos continentales podría ser una opción por el cupo que el corresponde a cada país, pero que esté en mundiales o Juegos Olímpicos lo hace ingresar en un nivel que no es habitual.
¿Cómo se preparó para Tokio 2020? “Hubo dos instancias de actualización por Zoom con los árbitros que van a los Juegos. Después, lo de siempre, mirar mucho partidos por Internet, leer, estudiar. Hay una organización mundial de árbitros en la que nos compartimos información, informes, tests y tuve hace un mes y medio el Sudamericano en Argentina”.
El costado positivo en su preparación para Tokio 2020 fue que en el Sudamericano de marzo en Argentina dirigió 10 partidos y estuvo en la final como árbitro central.
El negativo, que además de la escasa actividad de waterpolo en Uruguay, desde la pandemia de marzo 2020 hasta su partida a Tokio esta semana, solamente dirigió 10 partidos en Uruguay.
¿Qué espera en los Juegos? “Nada en particular. Participar a este nivel es lo máximo que puede existir. Tengo la ilusión de arbitrar algún partido del masculino. Las posibilidades de arbitrar en femenino son mayores”.
El waterpolo femenino tiene un juego más lento. “Es bien distinto uno y otro deporte por la velocidad del juego y la fuerza”, explica.
Daners permanecerá junto a todos los árbitros de la FINA en hoteles de Tokio y ya empezó a vivir una agenda muy estricta.
“Hay una dinámica muy estricta: hotel, piscina, hotel, piscina. No se puede salir del hotel ni de las competencias. Nada por fuera de la burbuja. Solo waterpolo”.
El uruguayo cuenta entre sus grandes partidos, finales de sudamericanos, panamericanos y como juez de gol en semifinal y final del mundial de Budapest 2017.
Ser juez de gol “es una tarea secundaria, pero es un reconocimiento y así lo tomé. Porque es muy difícil, y es entendible que no seas la primera opción de árbitro, por el lugar de donde soy, de un waterpolo muy débil. Para un comité técnico designar un árbitro, por más que te vean, no cometas errores y les gustes, es un riesgo muy grande colocar a alguien desconocidos y de un país con escasa tradición en este deporte”.
Recuerda una anécdota. “En el último mundial juvenil me designaron para Hungría-China. Hungría es en waterpolo como Brasil en fútbol. Cuando anunciaron mi nombre y mi país, los húngaros se dieron vuelta para mirarme, como diciendo, ‘¿de dónde salió este?’”. Es algo así como que un árbitro de países desconocidos en el mundo del fútbol lleguen a las instancias más importantes de los mundiales o Juegos Olímpicos.
¿Cómo se arbitra waterpolo? “Tiene mucho de intuición, de saber lo que pasa abajo del agua porque solo se ve el 10% del cuerpo fuera el agua. Haber jugado nos ayuda a sentir lo que está pasando y también nos ayuda a interpretar”.
“Siempre nos piden que dejemos fluir el juego. Que participemos lo menos posible. Nuestra intervención se debe dar cuando una infracción determina una toma de ventaja de un equipo, para recomponer el equilibrio a donde el juego había llegado por virtud o defecto de los propios jugadores”.
En los tiempos actuales, con más tecnología “estás más expuesto, pero hay una asistencia tecnológica que te ayuda a determinar si es gol o no, y en algunas situaciones particulares sobre tiempo de posesión o cambios”.
Cada partido de waterpolo es dirigido por dos árbitros que recorren la cancha por dos pasarelas que se colocan a los costados de la pileta.
El mejor momento del waterpolo en Uruguay fue en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Fue protagonista y el golero de la selección, Pereira Kliche (Neptuno), integró el equipo ideal de aquella competencia.
Su viaje a los Juegos, que se entiende como “un logro personal” lo define como una conquista “colectiva porque me sentí arropado por los clubes, por mis compañeros, por la federación”. Además, recordó que también lo siente como un homenaje “a mi viejo, muy amante del deporte y que fue responsable que en 1980 volviera el waterpolo a Uruguay. Cuando fue presidente de la federación lo trajo al Club Banco República y volvió a la vida al deporte. Siento un doble sentimiento por él y porque él venía del básquetbol pero generó un revulsivo en la natación y waterpolo”, concluyó.
