EFE/Juan Ignacio Roncoroni

Uno de cada ocho gobiernos del mundo lo presiden mujeres

Ruanda es el país con más mujeres en el parlamento y Uruguay ocupa el puesto 35 en cargos ministeriales desempeñados por mujeres

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14 de marzo de 2020 a las 05:03

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De los 193 países que componen la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 87% de los jefes de Estado o de gobierno son hombres y 13% mujeres. Como presidentes del Poder Legislativo solo 20% son mujeres y como vicepresidentes del parlamento es el 28%, según el estudio Mujeres en la política 2020, realizado por la ONU Mujeres.

Esos porcentajes son iguales –o levemente mejores– a la data de 2019 del organismo, lo que muestra que, si bien la mujer ha ganado espacios de relieve en la escena política, todavía falta camino por recorrer. 

Los países con más mujeres en los cargos ministeriales del mundo son España, Finlandia, Nicaragua, Colombia, Austria y Perú, en ese orden. Uruguay se encuentra en la posición 35, Argentina en la 76 y Brasil en la 154, muy por debajo de los que lideran el ranking.

Las mujeres son titulares ministeriales principalmente en las carteras de asuntos sociales, familia, ambiente, empleo, asuntos de la mujer, comercio y cultura. Donde menos aparecen es en las carteras de transporte, población, información y medios de comunicación, y asuntos parlamentarios.

Lo que más llama la atención del estudio es que Ruanda es el país del mundo con más mujeres en el parlamento: más de 60% en la cámara baja y 39% en el Senado. Le siguen Cuba, Bolivia y Emiratos Árabes, en ese orden, con más del 50%.

Camilo dos Santos

¿Cómo se explica? “Porque no necesariamente el desarrollo económico, cultural o democrático de los países tiene que ver con el número de mujeres en el poder político, como a veces se supone, sino con las relaciones de género que se dan en determinados procesos o revoluciones político-sociales”, explicó a El Observador Fanny Ramírez Esquivel, asesora costarricense de candidatos y equipos de campaña políticas en la región, distinguida como Mujer ícono por el Women Economic Forum, y Mujer líder de América por la OEA-Fundación de Documentación, España. 

Por ejemplo, en Ruanda la mujer tuvo una mayor aparición política tras el genocidio de 1994, en el que fueron asesinadas 800 mil personas, en su mayoría hombres. La tragedia dio pie a que, años después, en 2003 se procediera a un cambio en la Constitución que reservó 30% de las posiciones para las mujeres. Desde entonces, participan cada vez más en las elecciones.

En Cuba, la mujer tuvo un papel protagónico en la revolución cubana, reconocido por el entonces presidente Fidel Castro, y ha mantenido sus espacios de participación hasta ahora. 

En Bolivia, la Constitución establece la paridad en los puestos políticos, y últimamente las mujeres trabajaron mucho en defensa de los recursos naturales, y es notoria su preocupación por la explotación industrial del gas, al salir a las calles hasta con palos y escobas. 

En cuanto a Emiratos Árabes, que ocupa un sorprendente cuarto lugar en la lista mencionada, la alta participación de la mujer en la Asamblea estaría asociada con la llamada primavera árabe, según analistas. También hay que considerar que la asamblea en los Emiratos es un órgano más bien consultivo, sin mayor peso en las decisiones legislativas.

“Hay que tener en cuenta que una cosa es tener la autoridad y otra cosa es la legitimidad política. Muchas mujeres ocupan posiciones políticas altas, pero no tienen incidencia en la toma de decisiones. En los hechos, no pueden ejercer su poder”, advirtió Ramírez.

En cuanto a los porcentajes de participación de las mujeres en el parlamento en América Latina, el estudio consigna entre 40% y 49,9% en México, Nicaragua, Costa Rica y Argentina. Entre 30% y 39,9% en Ecuador y Perú. Chile y Uruguay se encuentran en el rango de 20% al 24,9%, y Brasil está mucho más abajo, con solo entre 10% y 14,9% de parlamentarias mujeres. 

Entre los países con menos mujeres en el poder político –porcentajes casi nulos, o nulos– están Papua Nueva Guinea, Vanuatu, Yemen, Haití y Omán, según el documento de la ONU.

La Unión Interparlamentaria (IPU) estima que alcanzar la paridad de género en todos los parlamentos tomará al menos 250 años.

Cuestión de liderazgo

Es claro que figuras femeninas emblemáticas han marcado o marcan la historia política mundial, como Margaret Thatcher, Ángela Merkel, Theresa May o Michelle Bachelet, pero podrían ser muchas más si las sociedades vencieran los estereotipos que subestiman el potencial de la mujer en este terreno, según afirman analistas y activistas de género.

No obstante, en los últimos años se registra un número récord de mujeres postulándose a elecciones en los más diversos países, haciendo que la paridad de género en las legislaturas nacionales no sea una utopía. Pero de ser candidatas a elegidas, hay un abismo. Y una vez electas, para ser realmente escuchadas, también existe una gran brecha.

Lo cierto es que cuando las mujeres llegan a posiciones de poder, generalmente su gestión es más observada y criticada que la del hombre, lo que representa un peso adicional sobre sus espaldas. “Los reclamos basados en estereotipos de género y la sobre-mirada en la mujer es una forma de violencia”, observó Ramírez. 

En esa línea, puso el ejemplo de “la expresidenta Laura Chinchilla en Costa Rica que fue muy criticada, a pesar de que su gestión fue, a mi entender, buena. O la actual vicepresidenta Epsy Campbell, que está completamente invisibilizada ante la opinión pública. O el escrutinio público centrado en su momento en Dilma Rousseff, a pesar de que otras figuras públicas también fueron cuestionadas”. 

Históricamente, en América Latina destaca el caso de Argentina, con una trayectoria política muy fuerte de la mujer, desde Eva Perón, quien revolucionó la imagen que se tenía del género femenino y rompió el preconcepto de que la mujer no podía participar en asuntos de Estado.

Ramírez puso el lente en otros liderazgos políticos de la región, más allá del Poder Ejecutivo, al destacar a Karen Cristiana Figueres, antropóloga y analista costarricense, quien participó en las negociaciones del Protocolo de Kioto y en otros instrumentos para hacer frente al cambio climático.

En 2016, Figueres fue nombrada por la revista Time como una de las cien personas más influyentes en el mundo. 

Cabe recordar que EEUU vivió un impulso grande de mujeres compitiendo por puestos políticos luego de que Hillary Clinton aspirara a la Casa Blanca en 2016 y perdiera. A esto se le llamó “efecto Hillary”. 

Necesarias, pero no suficientes

Nos referimos a las cuotas. Resulta evidente, basándonos en varias investigaciones, que la participación de la mujer es mucho mayor en aquellos parlamentos que introdujeron cuotas por género, que en los que no las hay. O como en Europa, donde varios países cuentan con cuotas de género y de alternancia al mismo tiempo, por ejemplo, con un presidente hombre y una vicepresidenta mujer.

El primer país de América Latina en sancionar una ley estableciendo un mínimo de mujeres fue Argentina en 1991, durante la presidencia de Carlos Menem.Es la ley 24.012, de cupo femenino, que determinó que al menos 30% de los candidatos que presentaran los partidos en las elecciones fueran mujeres. El cupo estuvo vigente hasta las elecciones legislativas de 2017, cuando se estableció por ley un sistema de paridad de género en los órganos nacional y subregional, esto es el Congreso Nacional y Parlamento del Mercosur.

Algunos otros países de la región con cuotas de paridad política son México, Costa Rica y Ecuador. El problema es que aunque se logra cuotas de paridad en algunos países, con frecuencia la mujer carece de herramientas para participar de manera efectiva en la política. 

Una muestra de ello es que el presupuesto para la capacitación política de la mujer en esta región es muy bajo, en torno al 3%, según el Incae Business School. “Lo importante es que la mujer llegue al poder no solo para cumplir una cuota, sino que se aproveche su talento”, opinó Ramírez.

A diferencia del sector público, en el privado hay juntas directivas que funcionan en forma mixta con mujeres que suelen estar muy capacitadas para ejercer ese rol. De hecho, el empresariado privado no se mide tanto en la cuota, sino en que la persona llegue capacitada para su función. 

Otro tema relevante es la brecha salarial de género que aún existe y que la mujer no ha dejado de reivindicar, una asignatura que se suma a la larga lista de pendientes en la lucha por la igualdad de género. 

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