Si el A23a toca tierra en las Islas de Georgia del Sur podría causar problemas a los millones de focas, pingüinos y otras aves marinas que proliferan en la isla.

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Uno de los icebergs más grandes del mundo gana velocidad más allá de la Península Antártica

Tras desprenderse de la barrera de hielo de Filchner y permanecer varado durante tres décadas, la gigantesca masa de hielo avanza hacia el Atlántico sur ayudado por las corrientes y el viento
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28 de noviembre de 2023 a las 05:00

Uno de los icebergs más grandes del mundo está a la deriva más allá de las aguas antárticas, después de permanecer encallado durante más de tres décadas, según informó el Servicio Antártico Británico.

El iceberg, conocido como A23a, fue parte de un desprendimiento masivo registrado en la barrera de hielo de Filchner en 1986 y albergó hasta ese momento la base de investigaciones Druzhnaya 1 de Rusia, que debió ser abandonada a raíz del fenómeno.

El colosal iceberg antártico, tiene una altura de 400 metros y una superficie de aproximadamente 4.000 kilómetros cuadrados, tamaño casi idéntico a las cercanas Islas de Georgia del Sur y Sándwich del Sur y a la isla Gran Malvina.

Considerado el mayor iceberg del mundo en movimiento, casi inmediatamente luego de desprenderse, el A23a encalló en el mar de Weddell, convirtiéndose en la práctica en una isla de hielo. Sin embargo, el año pasado se desplazó a gran velocidad y ahora está a punto de salir de las aguas antárticas.

El A23a, un auténtico gigante, no sólo impresiona por su superficie, también preocupa a los científicos. Según los expertos, aunque lo desprendimientos son habituales, la magnitud del fenómeno podría ser consecuencia del aumento global de la temperatura.

“El iceberg estuvo a la deriva durante el último año y ahora parece estar ganando velocidad y se está moviendo más allá del Mar de Weddell empujado por el viento y arrastrado por la corriente circumpolar antártica, lo que podría llevar al A23a más allá de la Península Antártica”, explica Andrew Fleming, experto en teledetección del Servicio Antártico Británico.

Los científicos especulan que el movimiento de la masa de hielo, luego de permanecer encallada durante 30 años, podría haberse producido por un aumento en la temperatura en las aguas profundas del Mar Weddell, lo que habría erosionado la base del iceberg.

De confirmarse la hipótesis, el fenómeno podría afectar la circulación oceánica global, que los científicos denominan “circulación termohalina”, que se genera por diferencias en la densidad del agua producto de las variaciones de temperatura (termo) y la salinidad (halina), consecuencia esta última de los flujos de agua dulce.

De hecho, el Mar de Weddell, al igual que el océano Ártico, es una importante zona de formación de masas de aguas profundas a través de la fuerza motriz que generan los cambios de temperatura y salinidad.

Si el A23a llegara a tocar tierra en las Islas de Georgia del Sur podría causar problemas a los millones de focas, pingüinos y otras aves marinas que proliferan en la isla. Su gran tamaño podría perturbar las rutas normales de los animales, impidiéndoles alimentar adecuadamente a sus crías.

Sin embargo, es un error pensar que los icebergs son sólo objetos peligrosos. Cada vez se reconoce más su importancia para el medio ambiente. Al derretirse, estos grandes icebergs liberan el polvo mineral que se incorporó a su hielo cuando formaban parte de los glaciares, una fuente de nutrientes para los organismos que forman la base de las cadenas alimenticias oceánicas.

“Sabíamos que eventualmente iba a disminuir de tamaño lo suficiente como para perder agarre y comenzar a moverse en un contexto en el que la Antártida está experimentando un adelgazamiento de su placa de hielo a una velocidad récord”, agrega Fleming con relación al A23a.

Como la mayoría de los icebergs del sector de Weddell, el iceberg será seguramente empujado hacia la corriente circumpolar que lo lanzará finalmente al Atlántico Sur en una trayectoria que se conoce como "el callejón de los icebergs". Se trata del mismo movimiento de agua y vientos del oeste que el famoso explorador Ernest Shackleton aprovechó en 1916 para escapar de la Antártida tras perder su barco, el Endurance.

Shackleton apuntó su bote salvavidas hacia la Isla de Georgia del Sur, isla alrededor de la cual se ven con frecuencia los grandes icebergs, muchos de los cuales tienden a clavarse en la plataforma continental poco profunda del territorio insular, antes de derretirse y desaparecer por más grandes que sean.

"En muchos sentidos, estos icebergs dan vida; son el punto de origen de mucha actividad biológica", afirma Catherine Walker, del Instituto Oceanográfico Woods Hole, quien nació el mismo año que el A23a.

 

(Con información de AFP)

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