Uruguay, un país con muchas virtudes para producir lo que el mundo pide, y del modo en el que lo pide.

Agro > TRIBUNA / MARTÍN MATTOS CARRERA

Uruguay, país natural, agropecuario, innovador y tecnológico

Mattos Carrera: "Solo falta la actitud proactiva de promover y generar ese producto diferente en el mundo que valga más, y no esperar que suceda, con el compromiso y trabajo de todas las cadenas integradas"
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03 de septiembre de 2022 a las 05:00

Por Martín Mattos Carrera (*), especial para El Observador

Hay tres cambios claves a mi entender que es necesario tener presente:

1. Cambios demográficos (2.600 millones en el Maracanazo y 7.700 millones actualmente, es decir, 5.100 millones más de personas en 71 años) y cambios de hábitos de consumo y ubicación de esa población creciente.

2. Cambios climáticos, expresados básicamente en la tendencia en el aumento de la temperatura, frecuencia de ocurrencia de eventos extremos, etcétera.

3. Cambios geopolíticos o en el desarrollo de los países y su relativa importancia en el mundo.

El aumento de la población mundial a ritmo importante sin discusión, que comenzó en los países mas desarrollados, luego por los emergentes y actualmente en los países de menor desarrollo, nos obliga a tomar acciones para poder llegar al 2050 con una estimación de 9.800 millones de personas conviviendo en forma armónica en sociedad y con el medio. Esto implica tratar temas de seguridad alimentaria, sanitaria, energética, de trabajo, económica, ambiental y otras.

Muchos de estos cambios han sido rápidos, en cuanto a la magnitud versus los años en que se desarrollaron (incremento de la población/últimos años) y esto nos obliga también a rápidas reacciones.

En esta coyuntura, Uruguay tiene características que le pueden permitir transformar esas amenazas en oportunidades, como ser su prestigio institucional, su geografía, su riqueza en recursos naturales y ecosistemas, sus sistemas de producción de alimentos, sus leyes e institucionalidad política y su gente.

Muchos discreparán con este último factor, personalmente soy un convencido que las personas hacen a las familias, la gente a las empresas y la población hace a un país. Es cierto, tenemos muchísimo por mejorar en educación, modernizar sistemas, adoptar digitalizaciones, crear innovaciones, integrarnos más como sociedad en todo sentido, pero seguro las veo como oportunidades si existen liderazgos que lleven esas banderas.

Somos un país productor de alimentos, de energías renovables como son la hidráulica, eólica, fotovoltaica y biomasa, quizás a la brevedad podrán valorar nuestros servicios ecosistémicos, tenemos una cultura agropecuaria que nos distingue en cuanto a conocimientos de los recursos naturales, a la forma de cómo hacer las cosas en cada uno de los sistemas de producción que existe en el país. Los ganaderos, lecheros, agricultores, arroceros, granjeros (incluyo al sector hortifrutícola, avícola , porcino y apícola), citricultores, vitivinicultores y tantos otros, todos son generadores de inversión, trabajo, conocimientos, arraigo en el campo, descentralización, desarrollo de economías regionales, deben seguir profesionalizándose cada uno de ellos.

Tenemos la necesidad de integrarnos y sumar a toda la sociedad en estos sistemas de producción basados en el uso sustentable de los recursos naturales. No solo para que desde lo urbano sepan claramente cómo se producen estos alimentos, y se ponderen y valoren estos productos, sino también para adoptar en la producción agropecuaria otras herramientas y capacidades que existen fuera del sector y que nos pueden permitir ser mejores productores agropecuarios (digitalización, sistemas GIS, software de agricultura de precisión, trazabilidad de siembras, aplicaciones de agroquímicos, cosechas, marketing, etcétera). Lo rural y lo urbano, son proveedores y clientes, mutuamente, deben integrarse, sinergizar, respetarse y generar un círculo virtuoso que haga mejor a ambos sectores con una elevada exigencia mutua, esto seguro se traduce en mayor circularidad y eficiencia.

El mundo y el mercado exigen alimentos sanos, nutritivos, inocuos, trazados en la medida de la posibilidad, y provenientes de sistemas de producción sustentables y respetuosos del ambiente. La pandemia y los cambios mencionados líneas arriba nos dan altas probabilidades que esa demanda seguirá creciendo y ahí es donde está la oportunidad del país. Cuestionemos si estamos tan lejos de poder exportar contenedores o bodegas de colza por ejemplo, para fabricación de aceite para consumo humano, de cultivos con trazabilidad, de semilla (ya vienen las bolsas con código QR donde uno puede obtener toda la información respecto a su producción y origen), de siembra (fecha siembra, lote geo referenciado), de aplicaciones de agroquímicos, de cosecha y su cadena de logística.

Hoy si quienes comercializan estos productos generaran la demanda con mayor valor podrían sin dudas encontrar en Uruguay ese producto, con toda esa trazabilidad. Sería importante intentar desarrollar un mercado de alto valor de este tipo de productos, esto es clave, el mercado y ese trabajo conjunto sinérgico entre lo publico y privado en forma proactiva sin esperar a que aparezca.

Creo que en este mundo, tan agrietado por llamarle de alguna forma, pueden aparecer dos mercados diferentes, uno de alimentos básicos, commodities puros, que aporten a la seguridad alimentaria mundial, y otro de nicho, no solo de productos, sino de formas de producción, que generen marcas y valor agregado por garantizar sistemas de producción de alimentos sustentables, trazados, sanos, nutritivos, naturales, etcétera. Al día de hoy, ya existen supermercados en Europa y Estados Unidos que exigen a sus proveedores este tipo de cosas, y los premian por eso.

Uruguay debe generar esas condiciones para que los actores privados puedan desarrollar estas cadenas de suministro de productos de altísimo valor y en ese camino es fundamental el trabajo conjunto de las cadenas integradas, enfocándose en su cliente interno y externo, y considerando todos los factores de calidad determinantes. Toda la coyuntura lo hace posible, debemos convencernos que podemos generar esos productos, la tecnología y maquinaria agrícola permite medir y trazar tareas y aplicaciones a los cultivos, los softwares desarrollados para generar métricas de la cadena de carbono y huella ambiental también esta disponible, el blockchain puede blindar esa información generada y las leyes del país a respetar como ser trabajo formal, cumplimiento de planes de uso y manejo de suelos, trazabilidad ganadera, y otros tantos también las tenemos.

Solo falta la actitud proactiva de promover y generar ese producto diferente en el mundo que valga más, y no esperar que suceda, con el compromiso y trabajo de todas las cadenas integradas.

(*) Ingeniero agrónomo, director general de Recursos Naturales del MGAP

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