Por Martín Mattos Carrera (*), especial para El Observador
En general cuando hablamos de los recursos naturales pensamos en suelos y aguas, pero debemos considerarlos a todos, me refiero suelo, agua, aire, luz, microorganismos vivos y plantas (biodiversidad), etcétera, todos ellos se encuentran en equilibrio, y cuando la actividad antrópica genera algún desbalance puntual, tiende a volver a ese equilibrio.
Estos conceptos de la biología son importantes tenerlos presentes, más aun cuando el hombre quiere legislar o encontrar soluciones a problemas que muchas veces fueron generados a lo largo de los años y son enfocadas dichas alternativas desde el punto de vista humano y no biológico.
Así pues debemos decir que en la agropecuaria tenemos muchísimos ejemplos de cómo funciona la naturaleza, la biología bajo sus propias leyes, no las de la especie humana.
El concepto de sustentabilidad está definido como la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer las de las futuras generaciones. Esa definición teórica correcta, lo que quiere expresar es justamente mantener los equilibrios, permitiendo la elasticidad de la biología, y hasta utilizándola justamente para incorporar a la sustentabilidad biológica, la sostenibilidad social y económica. Por esto es bien claro que hay zonas de importancia ambiental estratégica que deben ser conservadas como las áreas protegidas, habrá áreas buffer o de amortiguación previas adyacentes a estas otras, y otras áreas comunes, de producción, que deberán ser utilizadas por el hombre en forma sustentable.
La agropecuaria del Uruguay es sustentable claramente.
Por supuesto los temas ambientales deben incorporarse a los temas productivos, así como los temas productivos y sociales deben incorporarse a los temas ambientales de conservación y ese es el salto que debe dar el país.
Mantenemos más del 60% del campo natural (bioma Pampa) en forma virgen, el bosque nativo no solo no se ha visto agredido o disminuido por el avance de otros rubros, sino que está protegido por ley hace muchísimos años, y ha ido creciendo paulatinamente hasta llegar al millón de ha actual, lo cual muestra claramente su importancia como generador de servicios eco sistémicos.
Tenemos leyes y código rural tanto para el cuidado de los suelos como de las aguas, que establece también buenas prácticas agrícolas y ganaderas.
El agro uruguayo debe ser y parecer, y además debe vender. Lo hacemos bien, sí, producimos correctamente en forma sustentable, pero tenemos la oportunidad de medirlo, demostrarlo, garantizarlo para poder vender esos productos especializados con valor agregado en nichos de altísimo valor adquisitivo. Podemos demostrar que tenemos sistemas de producción de alimentos y bienes y servicios ecosistémicos, diferentes a los de muchos países en el mundo. Algunas de nuestras características nos permitirían hacerlo más fácil o rápido que otros.
En esta estrategia deben estar todos los actores convencidos y alineados, y con un funcionamiento tal que el valor agregado de dichas acciones se distribuya en todos los eslabones de la cadena, saliendo ganador todo el país.
No debe ser solo la actividad primaria la que haga el esfuerzo, ni a destiempo, sino debe ser un trabajo coordinado en todas las cadenas agropecuarias y el país, ya que seguro existen sinergias, por la confianza e institucionalidad que tiene el Uruguay en el mundo, pero también por lo diferente y correctamente que se produce en el Uruguay.
(*) Ingeniero agrónomo, posgrado de gestión Ambiental, director general de Recursos Naturales del MGAP
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