Producción sostenible, un objetivo clave en estos tiempos.

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Producción agropecuaria sostenible, verificada y exigente

Martín Mattos: "Uruguay puede producir alimentos en forma diferenciada, posicionarse en mercados de nicho con productos de altísima calidad y con verificaciones".
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15 de octubre de 2022 a las 03:16

Por Martín Mattos Carrera (*), especial para El Observador

A lo largo de la historia ha habido cambios importantes en el mundo, y creo en este momento la producción de alimentos será protagonista de algunos de ellos. La seguridad alimentaria será esencial para los países poder lograr el abastecimiento de alimentos para su población, en contextos geopolíticos, sociales y económicos complejos, con riesgos y volatilidades, y en otro extremo en nichos de alto poder adquisitivo (en todos los países existen) demandarán alimentos con algunas características, que puedan verificar de dónde vienen (regiones sin deforestación), cómo fueron producidos (sistemas de producción, cuidado del ambiente, respeto por cuestiones sociales, aseguramiento de inocuidad, naturales y otros aspectos).

Hace años aparecieron conceptos como el de alimentos nutracéuticos (surge de la nutrición y la farmacéutica) y alimentos funcionales. En Uruguay se producen y esto es un modelo de negocio diferente, no solo es producción de alimentos, sino de fórmulas determinadas para ciertos grupos de interés, donde las exigencias y garantías que requiere su producción para poder obtener ese producto son mayores.

Esto no solo exige tecnología de altísimo nivel, sino que también operarios con elevada especialización y conocimientos, pero también empresariados de calidad por su nivel de riesgo y exigencia.

Cualquier reclamo en el producto en caso que exista debe poder ser verificado en su trazabilidad, y el proceso de gestión de calidad que requiere es muy estricto, pero tiene dos características por las cuales vale la pena emprender ese camino –o al menos evaluarlo– y es el alto valor de los productos significativamente mayores y el impacto de mejora que logramos en todo el ecosistema cuando estamos involucrados y comprometidos en un sistema de producción altamente exigente.

Uruguay puede producir alimentos en forma diferenciada, posicionarse en mercados de nicho con productos de altísima calidad y con verificaciones en cuanto a su inocuidad, trazabilidad y sustentabilidad. Ese camino es una oportunidad para recorrerlo, en forma proactiva, no esperando a reaccionar frente a algún requerimiento de mercado.

Debemos promover esa posibilidad que tenemos, el productor y toda la cadena de esos productos deben convencerse que el país tiene características competitivas frente a otros países productores de alimentos, que le posicionan mejor en estos aspectos.

Quizás no tenemos suelos excelentes o diferentes climas para poder tener varios tipos de producciones y altas productividades, pero sí algunas características claves para ser un gran productor de alimentos de calidad en forma sustentable.

Debemos como país salir a vender eso en los mercados de nicho de alta calidad.

Un ejemplo es el bono sostenible recientemente creado, donde se compromete el buen desempeño ambiental (reducción de la intensidad de emisiones de GEI y conservación de áreas de bosques nativos) al costo de la deuda; con esta acción claramente estamos mostrando al mundo que estamos convencidos en nuestra correcta forma de producir, nos compromete pero nos destaca, nos hace distintos.

Esta diferenciación que puede mostrar el país, probablemente también sea una herramienta no solo para captar inversiones, sino para continuar abriendo mercados, o en otros casos el tan ansiado objetivo de disminuir los aranceles externos que el país paga en algunos mercados, un tema tan importante para la competitividad de nuestras cadenas.

Los actores privados también deben promover y salir a vender productos de calidad como hasta ahora, pero además productos trazados y garantizados, ya que podemos hacerlo.

Esto va a generar una mayor integración al sector primario de producción, a la logística y a la industria y exportación, otras capacidades educativas, otra tecnología, otras inversiones, que permitirán mejorar el relacionamiento fluido entre industrias y productores primarios, porque serán socios como eslabón de cadena en la producción de ese producto de altísimo valor.

Que haya cadenas más integradas y se sepan dependientes un eslabón de otro va a generar mayor trabajo conjunto, mayor confianza, visiones a mediano y largo plazo, y fortalecimiento del país para recibir inversiones.

Nadie debería tener dudas del peso de la agropecuaria en la economía del país, pero el potencial de crecimiento no solo debe venir por más productividad según las cadenas, sino también por el aumento de valor de los productos y servicios que producimos en forma sustentable y esto seguro demanda mayor integración con otras disciplinas, más eficiencias, más profesionalismo, más conocimientos que redundaran en mayor valor y reconocimiento de los productos del país.

En lugar de tomar posiciones dubitativas en cuanto a este tipo de acciones, deberíamos todos los actores, públicos y privados, trabajar en forma unida y proactiva, ir por esos nichos de mercado que demandan altos requerimientos que podemos cumplir y poder exportar a valores sensiblemente superiores frente a otros mercados.

(*) Ingeniero agrónomo, director general de Recursos Naturales del MGAP

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