Por Martín Mattos Carrera (*)
Especial para El Observador
Mucho se ha hablado en esta semana en foros internacionales del cambio climático, de la crisis alimentaria mundial, sus riesgos y desafíos.
Se ha señalado al sector agropecuario en general como causante de muchos de estos problemas y se empieza a formar un peligroso escenario de enfrentamiento entre productivistas y conservacionistas.
Como toda grieta, igual sucede en lo social, en la educación y en otros temas, es muy negativo encarar estos aspectos desde dos veredas opuestas diferentes, porque en ese esquema no hay evolución seguramente.
La clave para zanjar estos debates es discutir con ciencias, con investigaciones locales e internacionales, llevadas adelante y compartidas entre los profesionales de todos los sectores.
Sin dudas hay que seguir produciendo alimentos sanos, inocuos, trazados para una población mundial en crecimiento, y eso para un país como Uruguay es vital no solo desde el punto de vista económico, sino también social y cultural, pero también debemos hacerlo bajo sistemas de producción sustentables, cuidando y mejorando los recursos naturales que utilizamos para este cometido.
Y eso es entender a la biología, entender sus procesos, saber que tiene muchísimas repercusiones cada una de las cosas que hagamos en ese sistema de producción.
Para eso se requiere mucha ciencia, investigación, conocimiento compartido y convencimiento que nuestros recursos naturales, todos ellos son parte esencial de nuestra vida y debemos no solo cuidarlos sino promoverlos, porque como factores biológicos que son pueden ser mejorados en muchos aspectos a través de las buenas prácticas, del uso de las nuevas tecnologías e innovación y del respeto por el tiempo que necesitan para seguir evolucionando.
La FAO define a la bioeconomía como “la producción, utilización y conservación de los recursos biológicos, incluidos los conocimientos relacionados, la ciencia, la tecnología y la innovación, para proporcionar información, productos, procesos y servicios a todos los sectores económicos con el objetivo de avanzar hacia una economía sostenible”.
Uruguay tiene una enorme oportunidad en esta temática, por el timing actual, para destacarse, producir alimentos de calidad bajo sistemas de producción sustentables, garantizando el cuidado y la mejora de los recursos naturales y sus ecosistemas y fronteras adentro.
Esto debería continuar desarrollando a un sector agropecuario moderno, con la utilización de nuevas tecnologías, incorporando nuevas disciplinas en sus equipos de trabajo, con investigaciones profundas y duraderas que garanticen el camino a recorrer.
Esto no solo hay que hacerlo porque somos y seremos un país exportador, y los mercados de mayor valor demandan ya no solo productos de calidad sino saber de que sistemas de producción provienen esos productos, pero además porque a nosotros mismos nos preocupa y nos conviene cuidar y mejorar los recursos naturales del país, porque son la base de nuestra economía junto a los conocimientos de todos las personas que trabajan con ellos y en sus diferentes cadenas.
Aquí hablamos desde los mismos productores agropecuarios que están en el campo hasta el último despachante de aduana que trabaja en el puerto para la exportación de ese producto, entonces también tiene que ver con la conciencia agropecuaria, con el macrocefalismo histórico del país y la necesidad de continuar desarrollando otras regiones en forma urgente, con lo rural y urbano, con lo productivo y lo ambiental, en buen romance, eso es sustentabilidad, equilibrar los factores económicos, sociales y ambientales, en una dinámica permanente de trabajo conjunto, donde hay vida y afectaciones constantes en todos estos aspectos que deben considerarse para continuar el desarrollo de un país y su sociedad.
Producción sustentable y cuidado del ambiente, necesitan de generación y compartir conocimiento profundo de ambas áreas, valorar y respetar estas competencias, profundizar el trabajo conjunto para generar espacios de confianza y convencimientos de la oportunidad que tiene este tema vital, no solo para vender al mundo alimentos sino turismo natural, servicios ecosistémicos y ser un país productivo, educado y respetuoso del medio ambiente, que lo debe llevar al desarrollo.
(*) Ingeniero agrónomo, director general de Recursos Naturales del MGAP
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