Valeria Csukasi: La diplomática detrás del acuerdo UE-Mercosur

Csukasi, de 40 años, ingresó muy joven al Ministerio de Relaciones Exteriores (2002) y tuvo una carrera “meteórica”, según  cuentan varias fuentes que trabajaron con ella, que la definen como una de “las más brillantes negociadoras” que posee en la actualidad cancillería y que se ganó muy rápidamente la confianza del actual ministro. 

El propio canciller de la República, Rodolfo Nin Novoa, dijo a El Observador que cuando la conoció en 2015, se encontró con “una mujer que entiende mucho de ámbitos de negociación y la normativa de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con una gran capacidad para exponer y presentar diferentes temas”.  

De hecho, el ministro solicitó en 2017 a la funcionaria que volviera al país para ocupar el cargo de directora general de Integración y Mercosur en reemplazo de Gabriel Bellon, aunque la diplomática aún no había culminado su misión en Bruselas. 

De oratoria confiada y gestos exiguos, una vez concretado el acuerdo Csukasi explicó en varios medios de comunicación con claridad meridiana las complejidades y aristas del tratado recientemente firmado, que tiene diversos capítulos y que muchos auguran beneficiará a algunos sectores productivos y perjudicará a otros. 

Una vez que se hizo el anuncio del tratado con la UE, la negociadora explicó que durante las primeras tres horas no paró de responder mensajes y llamadas. 
“Es que creo sinceramente que todavía no paré”, asegura, en referencia a las reuniones con actores involucrados que todavía mantiene y los siguientes pasos a dar que implican un acuerdo de tal envergadura. 

Según contó, con 18 años empezó a estudiar relaciones internacionales porque ni abogacía ni economía la “convencían del todo” y pensó que la carrera que definitivamente decidió hacer combinaba un poco las dos cosas. Y así es como la define aún al día de hoy cuando le preguntan qué es lo que hace. 

“En ese momento no tenía idea qué era el Ministerio de Relaciones Exteriores ni el servicio exterior. No entré pensando que iba a desembocar en esto”, asegura. En su tercer año como estudiante en la Universidad de la República surgió la posibilidad de realizar una pasantía en el Ministerio de Relaciones Exteriores, en la Dirección de Promoción Comercial y fue en ese punto, dice, cuando se convenció definitivamente de que seguir una carrera “dentro de la cartera era una buena idea laboral”. 

La licenciada trabajó entre 2005 y 2011 en Ginebra, donde se comenzó a especializar en temas vinculados a agricultura, llegando a presidir ese comité específico de la OMC durante cuatro años. Fue una de las presidentas más jóvenes que tuvo la institución y fue reelecta dos veces. 

“Fue extraordinario que a su edad se repitiera en la presidencia cuando normalmente se rota”, explicó quien en ese entonces era embajador uruguayo ante la OMC, Guillermo Valle. En agosto de 2013 Csukasi desembarcó en Bruselas y estuvo hasta 2017. Antes, en una de sus primeras experiencias laborales como diplomática participó en la negociación del Tratado de Libre Comercio con México. 

Cuando en 2003 las tratativas  con ese país se volvieron más intensas, Csukasi comenzó a participar como tercera secretaria, por lo que reconoció “que en esas instancias fue más una participación para aprender que para aportar mucho”. 

A pesar de que las negociaciones para el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea tuvieron su génesis en 1999, habían quedado dentro de un freezer en 2004. A partir de 2011, las negociaciones se reactivaron y hasta junio de 2014 hubo algunos intentos, pero ya desde 2013 se notaba que no “se iba a llegar a ningún lado”, comentó Csukasi, que se involucró fuertemente en el tema y en otros relacionados al Mercosur a partir de 2011. 

Una vez retomada en 2016, finalmente en junio de este año se anunció el acuerdo alcanzado, pero para Csukasi, ya desde mayo tras la ronda de negociaciones en Buenos Aires en la que quedaron algunos de los principales temas pendientes, ya “había la sensación de que se estaba cerca de un acuerdo”. 

La frustración como lógica 

Valle, que pasó doce años de su carrera en Ginebra como embajador uruguayo ante la OMC, contó que cuando en 2008 la negociación multilateral en la famosa ronda de Doha se frustró en una instancia culminante, principalmente por las posiciones de India, Estados Unidos y Brasil, pudo comprobar el carácter de Csukasi. 

 “Cuando son declaradas fracasadas las negociaciones se perdió una oportunidad mayor para mejorar nuestro acceso a mercados internacionales. Valeria junto a otros colegas habían dejado el alma en el comité agrícola. Yo presidía las negociaciones de las normas de la OMC y a la salida me encuentro con Valeria. La miro a los ojos y comienza a llorar de angustia y rabia. Solo alcanzó a decirme: ‘Embajador: no hay derecho, estábamos tan cerca’”, relató el diplomático de vasta trayectoria.  

Para Valles, ahí “demostró su verdadero temple, sumando talento, inteligencia, voluntad, empeño y el carácter indoblegable que todo buen negociador debe tener”. 
Según explicó el funcionario de cancillería, su interés por contar dentro de sus filas con Csukasi en 2007 provino del marcado “interés que ella había demostrado en Montevideo por temas económicos comerciales”. 

“Era el perfil ideal para Ginebra, que ya contaba con funcionarios de excelente nivel”, explicó. 

Para Csukasi, la frustración forma parte inherente de la propia dinámica y lógica de la diplomacia de negociaciones comerciales. “Tenés idas a las 2 o 3 de la mañana, vas a dormir dos horas,  te bañas y volvés de nuevo para que después no pase nada. Las relaciones comerciales en el fondo son una historia de frustración. Es una atrás de otra. Si no sabes manejar la frustración no puedes ser negociador comercial”, explica.       

Pero las loas para la joven diplomática uruguaya no solo provienen del sector público o de cancillería. La gerenta general de la Asociación de Cultivadores de Arroz, María Noel Sanguinetti, que ha tenido que mantener a lo largo de estos años varias instancias de diálogo y negociación en conjunto con Csukasi, definió a la profesional como “una mujer brillante, muy sistemática y ordenada en su forma de trabajo”. 

“Es una persona súper ejecutiva. Tiene un carácter fuerte que se impone y no se le pasa por encima así nomás. Las reuniones en las que participo son conducidas por ella y lo hace con mucha autoridad”, explicó Sanguinetti, que además relató que se trata de alguien con quién se siente muy confiada porque “sabe lo que está haciendo y va para adelante”.  

La economista contó a El Observador que aunque no puede diferenciar si se trata de un tema generacional o de perfiles similares, con Csukasi interactúan “de memoria” y conversan como si tuviesen un vínculo personal que en realidad no tienen: “Podríamos tomar un café en cualquier momento y hablar de moda tranquilas”.

“Cuando hemos tenido que meter una plancha a los de la Unión Europea ocurrió naturalmente. Nos miramos y hablamos. Yo sabía lo que ella quería que dijera y viceversa. Es como que si te acusaron de matar a alguien, vos a esta mujer entrégale todo que te va a sacar, hayas o no matado a alguien”, ejemplificó en tono jocoso Sanguinetti.