Venezuela: de la crisis al colapso económico

El país ha perdido más de la mitad de su PIB desde 2013 a la fecha, y su situación económica se está agravando con la ingobernabilidad que se vive en estos días

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28 de enero de 2019 a las 05:04

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El 2019 arrancó a punta de látigo. Venezuela está transitando de la crisis macroeconómica al colapso. El detonante es la ingobernabilidad que registra el país, la ruptura con EEUU que impacta directamente en el ingreso de divisas, las sanciones económicas y financieras –recrudecidas– y el financiamiento internacional prácticamente cerrado.

La escalada se ha venido dando desde hace algún tiempo, pero la caída se está profundizando este enero. Los mercados no tienen confianza en la economía venezolana por la gran incertidumbre, no hay flujo de capitales ni inversión extranjera directa en la mira, y las reservas del país se agotan.

El concepto de colapso macro-económico aplica porque en Venezuela se está dando un interjuego de indicadores peligrosos: el país ha perdido más de la mitad del PIB desde 2013 (53%, según la Comisión de Finanzas del Parlamento), sufre una espiral hiperinflacionaria sin precedentes (la proyección es 10.000.000% para 2019, según el FMI), la caída del valor de bolívar es drástica (lo que está impactando fuertemente en los salarios) y también se profundizó la caída de las reservas internacionales.

“Lo más importante en este contexto es la caída de las reservas internacionales, que están en el orden de los US$ 8.800 millones. Pero podrían bajar a unos US$ 3.000 millones este año”, dijo a El Observador el economista venezolano Leonardo Buniak, especialista en análisis de riesgo en América Latina y el Caribe. 

“En las reservas no hay caja operativa; todo es oro monetario y derechos especiales de giro, pero no cash. Tampoco se sabe realmente si ese oro está en el Banco Central de Venezuela”, agregó.

A esto se le suma el declive de los niveles de producción petrolera nacional (1,2 millones de barriles diarios aproximadamente) y precios internacionales de crudo más bajos que en 2018. 

Rusia y China son respaldos para el gobierno venezolano, pero no suficientes. Ambos tienen intereses geopolíticos en Venezuela y sus financiamientos generalmente están muy condicionados, con un alto costo para el país. “La economía venezolana se ha vuelto esquizofrénica”, dijo Buniak.

Default de nuevo

Todo indica que Venezuela estará en default nuevamente, no solo por falta de recursos sino como estrategia del gobierno para poder importar bienes y servicios, tal como hizo en 2018. “El año pasado el gobierno recurrió a un default selectivo, es decir, únicamente honró pocas obligaciones, eligiendo no pagar casi US$ 7.500 millones en muchos instrumentos. Esto le representó tener cierta caja que le permitió importar alimentos y medicinas. De esa forma financió los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Claps), los cuales desarrollan operativos de entrega de alimentos prioritarios en las comunidades”, explicó Buniak.

El gobierno prácticamente solo cumplió con el pago del bono Pdvsa 2020, un título que está garantizado con el 49,1% de las acciones de Citgo (la transnacional de Pdvsa en EEUU). De no realizarse ese pago, Venezuela corría el riesgo de perder la mayoría accionaria de Citgo. Para que Pdvsa pierda el control sobre Citgo solo sería necesario que los acreedores soliciten la aceleración de sus pagos, lo que no ha ocurrido. Hasta ahora.

Deuda externa

La deuda externa de Venezuela asciende a US$ 125.000 millones, según cálculos de la banca de inversión Torino Capital. De este total, debería pagar US$ 9.336 millones este año, pero esto supera en casi US$ 1.000 millones el monto de las reservas internacionales del país.

“Solo en bonos de la república y bonos Pdvsa, Venezuela debe pagar cerca de US$ 90.000 millones en los próximos diez años. A esto hay que sumarle la deuda comercial que no ha sido honrada, los US$ 50.000 millones de demandas en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciade), deudas por pasivos laborales y otros conceptos”, detalló Buniak.

En relación al Ciade, la petrolera estadounidense ConocoPhillips, la minera canadiense Crystallex y otra cantidad de empresas han introducido –y ganado– demandas contra Venezuela. Entre los casos destaca precisamente ConocoPhillips, que en abril pasado ganó un arbitraje de US$ 2.000 millones contra Pdvsa por rompimiento de contratos y pérdidas de futuras ganancias de dos de sus emprendimientos que fueron nacionalizados en 2007, bajo el gobierno del entonces presidente Hugo Chávez.

Se espera que otras resoluciones de casos similares (por nacionalizaciones y expropiaciones de hace diez años) se definan próximamente, cual balde de agua fría en contra del gobierno de Nicolás Maduro.

El pasado 11 de enero el panorama se complicó aún más cuando los tenedores de bonos de la deuda de Venezuela anunciaron que no negociarán su deuda con el gobierno de Maduro, sino con la Asamblea Nacional (de mayoría opositora).

Esto significa que no hay posibilidad de reestructuración de la deuda pública externa venezolana, y podría generarse el riesgo de que activos externos netos entren en demandas judiciales en el mercado internacional. Citgo (entre otros activos) quedaría una vez más en la mira, y en cualquier momento podría escapársele totalmente de las manos al gobierno de Maduro.

La semana pasada aumentó la volatilidad en el mercado cambiario y en el mercado negro de divisas de Venezuela. “Los precios de bienes y servicios son una locura, están subiendo diariamente y duplicando semanalmente. La perspectiva del FMI de 10.000.000% de inflación ya se está quedando muy corta”, señaló Buniak.

Si bien Venezuela realizó una operación de recuperación de bonos en dólares días pasados, luego de que se conociera el respaldo de EEUU al líder de oposición Juan Guaidó, se trató de un hecho puntual y lo que prima es la incertidumbre en los mercados.

Cifra:
53% es la pérdida del PBI de Venezuela desde el año 2013, según cálculos de la Comisión de Finanzas del Parlamento de ese país.
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