Son ocho las víctimas que denunciaron al senador Gustavo Penadés.

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Víctima que denunció haber sido abusada por Gustavo Penadés habló con El Observador: "Me jodió la vida"

El Observador entrevistó a una de las personas que denunció al senador nacionalista; el joven narró detalles de un encuentro de hace más de 20 años en Punta del Este, cuando era menor, en el que el político le ofreció dinero y luego lo llevó a un motel
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02 de junio de 2023 a las 09:06

Por Paula Ojeda y Tomer Urwicz

Advertencia: en esta entrevista se describen imágenes sensibles

Tuvieron que pasar más de 20 años y una denuncia pública para que pudiera procesarlo y contarlo. Era adolescente, tenía 17 años. Estaba en Punta del Este y buscaba trabajo en la temporada. Pero una noche, sentado cerca del puerto del balneario, un hombre adulto, quien se presentó como “Gustavo”, se bajó de un auto y le empezó a hablar.

En esa charla, amena, el joven le contó que necesitaba un empleo, pero que era “menor de edad” y que “faltaba poco” para su cumpleaños. El adulto le aclaró que era diputado del Partido Nacional y lo podía ayudar. Entonces el joven le entregó su currículum vitae que llevaba guardado: decía la fecha de nacimiento. También que como no tenía 18 años se le estaba complicando conseguir trabajo. Al menos así lo recuerda.

“Gustavo” lo invitó a dar una vuelta en su auto para seguir "charlando". Lo que sigue es “un trauma” que la Víctima B —como le llamaremos al joven para preservar su identidad— mantuvo en silencio durante más de 20 años. Hasta que en abril se lo contó a la fiscal que investiga al menos ocho denuncias contra el senador Gustavo Penadés, acusado de retribución a menores a cambio de sexo.

¿Cómo fue tu encuentro con Penadés?
Estacionó su auto cerca del faro de Punta del Este. Me preguntó si podía hacer algo para él. Me hizo bajar del auto y me pidió que caminara unos 20 metros y después que volviera caminando hacia el auto bajándome el cierre del pantalón. Ahí quedé medio... shockeado. Me ofreció una ayuda económica que me venía súper bien y yo lo tomé como una solución en ese momento. 

¿De cuánto estamos hablando? 
Y $1.000 del momento. Yo pagaba $30 o $40 pesos de alquiler diario en la pensión donde estaba ese verano.

Más de 20 años después, la Víctima B sigue procesando por qué aceptó —siempre a cambio de más dinero— seguir con él. Piensa que quedó paralizado “por el poder”, por la posibilidad de que ese adulto grandote, político, pudiera perseguirlo, o porque lo denunciaran ante su madre, o…

Hace un silencio y ensaya una conclusión que —dice— no se la contó a la fiscal ni al abogado que lo asesora.

"Al aceptar la primera quedás condicionado a aceptar la segunda", reflexiona. 

Lo cierto es que aquella noche de verano en Punta del Este sería más larga de lo que imaginaba.
“Gustavo” lo invitó a subirse al auto, otra vez, y le dijo de “ir a dar una vuelta más”.

¿Cómo siguió?
Después de lo del pantalón me subí al auto, pensé que iba a quedar ahí y me dice 'vamos a dar otra vuelta' y agarró por la Brava.

¿A dónde te llevó?
Fuimos al motel Posada de Luna, en el Jagüel. No me olvido nunca más. Se abrió una reja, se bajó (del auto), entramos (a una habitación a la derecha), tomé algo, cerveza, no recuerdo. Se acostó, me pidió que me quitara la ropa, un striptease, después me acosté, todo lo que hice fue a pedido. Me quería intentar besar, yo corría la cara para que eso no sucediera, quería que le tocara el pecho, las tetillas, que lo acariciara y fue transcurriendo y en un momento me pide que le bese los pechos. Lo fui haciendo, intentaba que terminara, que pasara para irme. Yo estaba sumamente incómodo. Estaba en ese lugar encerrado al cual había ingresado en auto, con el asiento hacia atrás. Todo el asiento tirado para que no se me vieran.

¿Alguien te había visto?
No, nadie. Porque me pidió que tirara el asiento para atrás.

La Víctima B empieza a atar cabos: le había dicho que era menor de edad y buscaba trabajo, le había dado su currículum con la fecha de nacimiento, había tenido que “tirar el asiento del auto para atrás” para que no lo reconocieran y, encima, su “apariencia era de 15 años… ni cuando era mayor” lo dejaban entrar a los boliches si no presentaba su cédula.

Pero en aquella habitación del motel Posada de Luna no pudo darse cuenta. 

¿Qué te pedía? 
En un momento dado, estaba ahí besándole los pechos y me agarra de la cabeza hasta un punto que me obliga a practicarle sexo oral. Creo que me bancaba todo el resto, pero eso me ha hecho pasar un montón de malos momentos hasta el día de hoy.

El trauma

La historia de Víctima B surge en un contexto vulnerable. Se había ido de su casa en el interior, donde vivía violencia intrafamiliar, buscando "despejar" y poder mantenerse económicamente lejos de ese mundo.

Sin saber lo que iba a pasar después en el motel, la Víctima B fue a dar la última vuelta como "un sacrificio". Un precio a pagar porque una persona influyente lo pudiera recomendar en ese puesto de trabajo que tanto necesitaba. 

Ese "sacrificio" le "jodió la vida" todos los años que siguieron. No podía mantener trabajos ni relaciones. "Llegaba a tener relativo éxito y todo después se iba a pique". Tampoco se lo había contado nunca a nadie antes de denunciarlo este año.

¿Cómo lo procesaste?
Me pegó muy fuerte y nunca lo traté. Al nunca contárselo a nadie... Prefiero perderte, a que contártelo ¿entendés?

Así lo mantuvo durante más de 20 años. Como un "apretón" que tenés adentro. O un nudo sin desatar. Hasta que el 28 de marzo la militante nacionalista Romina Celeste Papasso contó en una entrevista en Hacemos lo que Podemos que, teniendo 14 años, el mismo "Gustavo" la había levantado en Parque Batlle y le había pagado por mantener relaciones. También que, en una oportunidad, como a él, la habían obligado. 

Creía que si no lo hubiera obligado a practicarle sexo oral, se "bancaba todo el resto", pero lo que lo ha "marcado más en todo esto" fue esa última acción. Habla despacio, sin miedo, pero con cautela.

¿Le pudiste entregar pruebas a la fiscal que verifiquen tu relato?
Te puedo sostener el relato cuantas veces me lo quieran preguntar. Podré variar en formas, pero el contenido va a ser siempre el mismo. No tengo pruebas. No las tengo. Yo lo viví y eso ya es la prueba que tengo. Lo he pasado mal. Me ha perjudicado en el aspecto emocional, en intentos de suicidio…

¿Te duele repetirlo?
Hoy ya no. Dolió la primera vez. Ahora (después de hablarlo) estoy liberado y de a poco lo voy sacando con las personas más cercanas. Me he venido a pique.

Ahora, quiere hacerlo visible en esta entrevista con El Observador porque le permite "cortar un poco las especulaciones que se han generado": no todos los denunciantes llegaron a la causa con Romina Celeste como medio, él no conoce a ninguna otra víctima y el profesor de Historia señalado como mediador no tuvo nada que ver con su caso.

¿Qué sería que se haga justicia?
Una ayuda a aliviar, quizás.

¿Es verlo preso?
No sé si quisiera verlo preso. Sí que reconozca, aunque no lo va a hacer. Si tiene que ir preso lo decide la Justicia. A mí me gustaría que me devuelva todo lo que tuve que pasar estos más de 20 años.

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