Camilo dos Santos

Volcan: “El básquetbol mostró que se puede vivir con respeto”

El entrenador campeón con Aguada habló de su mirada más allá de un triunfo y valoró el paso que dio el deporte con el Antel Arena

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09 de junio de 2019 a las 05:03

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Después de 40 años dirigiendo básquetbol, ¿cómo vive el título de la Liga Uruguaya con Aguada?

Después de construir su carrera en el exterior, donde dirigió en Argentina, Brasil, EEUU, México, Italia, España, Perú, y se transformó en Instructor FIBA desde 2018, al entrenador de básquetbol Miguel Volcan le llegó la hora de triunfar en Uruguay, donde solo desarrolló el 15% de su carrera como técnico. El miércoles se consagró con Aguada en la Liga Uruguaya, dijo que se queda si le ofrecen un proyecto para crecer, y habla del valor agregado y de que el éxito en el deporte va más allá de ganar un partido.

Estoy cayendo aún, porque adquirí la mentalidad de lo que se llama ‘la próxima jugada’, donde vos ponés énfasis en lo próximo, que es lo más importante. Eso te lleva a dar lo mejor de vos en el momento presente: en el próximo entrenamiento, en el próximo ejercicio. Y me metí tanto en eso, que perdí un poco la visión general del impacto de haber logrado el campeonato. De a poco voy cayendo, porque desde que terminó el partido hasta hoy se fueron movilizando muchas emociones importantes, y aunque busco tener calma, lo que me rodea fue una vorágine. Las redes sociales, los medios. Mirá, recién me llegó un Whatsapp de Mario Pesquera, un amigo que dirigió a la selección de España, Real Madrid, que dice: ‘Los viejos roqueros nunca mueren’. Ahí te das cuenta que los tiempos de comunicación que vivimos hoy te hacen estar conectado con todo el mundo, pero tampoco me confundo, porque la vida me enseñó que están los amigos del éxito, los amigos del básquetbol y los amigos personales.

El básquetbol uruguayo nunca le dio las oportunidades que buscaba. ¿Entiende que después de muchos años se abrieron las puertas, porque este título marca un mojón en su carrera?

En cierta forma, sí. Porque el único equipo que tuve en Uruguay para jugar por el campeonato fue Hebraica (en 2007). Además dirigí Olimpia (2006, 2016, 2016), donde el objetivo era participar y hacer lo mejor que podíamos. Recuerdo puntualmente que uno de los grandes logros, en un momento muy crítico en el descenso, porque nos sancionaron, quitaron puntos, perdimos la localía y estábamos en números rojos, fue que de 12 partidos ganamos 11 seguidos para lograr la permanencia en Primera.

¿Esa campaña con Olimpia tuvo sabor de campeonato?

Para el entrenador el punto no es el campeonato en sí, sino explotar el 100% del material que tiene.

Camilo dos Santos

¿Su acuerdo con Aguada estuvo atado a que el club debía permitirle salir en caso de que como Instructor FIBA fuera llamado a dictar cursos?

Esa fue la base que propició mi llegada. Si se planteaba alguna actividad, podía viajar. Surgió una, en marzo en Ginebra, pedí a FIBA para cambiar y aceptaron que fuera en julio a Colombia.

Cuando en 2018 ingresó al mundo FIBA como instructor, ¿sintió que entró en las ligas mayores?

Para un entrenador, desde la docencia es muy buena esa opción que se planteó. Sin embargo, lo más importante que tiene esta actividad es que me permite seguir aprendiendo, enseñando, generando conexiones y viajes por el mundo, y hago lo que me gusta. Siempre tomé esta profesión más allá de ganar o perder, porque si solo observara mi trabajo desde ese lugar no estaría satisfecho conmigo. El entrenador es un buen recurso que tienen los jugadores no solo para ser mejores basquetbolistas sino para aprender cosas de la vida. Esa parte siempre me interesó, que mi discurso como entrenador no solo quede en cómo atacar el aro o como lanzar, sino lograr algo que trascienda el juego, que es donde está el éxito. Y no lo digo ahora después de ganar con Aguada, elegí ese camino, que es el más complejo pero el que da significado a todo esto.

¿Por qué fue campeón Aguada?

Por el grado de unidad, porque los jugadores tenían un estilo de juego que ellos mismos sabían que debían cambiar. Porque el equipo se ordenó defensivamente y casi que logró lo mejor ofensivamente, te digo casi porque hubo momentos en los que todo fue un anarquía. Y porque tenían ese medio paso, que siempre hay que dar: el deseo de ganar y concretar un resultado deportivo. Porque faltó Thorton y ganamos. Porque se lesionó Davis y ganamos. Porque se manejó mejor bajo la necesidad que sobre la ventaja, por ejemplo la del 3-1 en el playoffs final. Y porque acertamos con los extranjeros.

¿Se sintió en Uruguay cuando ingresó al Antel Arena?

Soy bastante crítico de la realidad. Entrené básquetbol en ocho países y el Antel Arena es una necesidad no solo para el básquetbol sino para los espectáculos en general. Lo que rescato, más allá de la tecnología, confort, las comodidades para llegar y salir, el tablero electrónico de cuatro caras, los led, que hubo ocho partidos de básquetbol en los que se jugó a estadio lleno, se creó un clima de respeto, orden y civilidad que demostró que se puede vivir de esa forma. Es un cambio cultural. Es un buen ejemplo para replicar. Hablaba con amigos de Argentina, que jugar ocho partidos con 9.500 o 10.000 personas, ¡ocho partidos de básquetbol, es muy difícil! Uno o dos, sí es posible, pero ocho no. Y en Uruguay se jugaron ocho.

¿Su deseo de dirigir a la selección sigue vigente?

¿A quién no le gustaría dirigir a la selección de su país? Pero lo que tiene este trabajo es que vos vas a donde te llaman, no a donde vos querés. Sino todos estaríamos haciendo cola para ir a Real Madrid.

¿En algún momento pensó en hacer un plan de desarrollo para Uruguay, como el que hizo Tabárez con el fútbol?

Con Enrique (Bulla, en los años 1970 y 1980) hicimos un plan de liga nacional, y tu padre escribió mucho sobre ese tema en El Diario. Ahí me di cuenta que Uruguay no era un país para vivir del básquetbol, igual que en otras profesiones que no son bien pagas. Por eso me fui a Estados Unidos y luego Argentina.

Diego Battiste

¿Cómo le llega a las nuevas generaciones?

En estos tiempos, más que comunicarme busco conectarme con las nuevas generaciones porque a ellos no les interesan los currículos ni los cargos. Nosotros venimos de una época de respetar al maestro, al policía, a la persona mayor. De la época del ahorro. Ahora cambió. Se vive diferente. Todo es ahora, es inmediato. Lo que busco es empatía, poder llegar a la mente y al corazón. Si lográs eso, podés llegar más lejos. Si no lo conseguís, por más que sepas de técnica y táctica, quedás limitado, porque actualmente existe poca capacidad de concentración y cada vez menos relación con el esfuerzo. Ahora es, como el estilo de vida, todo rápido. Y para destacarte en el deporte donde el físico y la mente es el arma de trabajo, deben afinarlo todo los días y correr sus límites para crecer. Para llegar a eso hay que hacer sacrificios.

¿Seguirá en Aguada?

No sé. Si las condiciones y el programa de trabajo son serios y plantean crecimiento, sí. Si es para participar, no. 

¿Qué sueños tiene por delante?

No hay uno puntual. Quizás volver a entrenar en Europa, pero en ese caso debo tomar una decisión porque tengo que instalarme en España o en Italia. No solo por entrenar allá, donde el básquetbol es bueno y competitivo, sino para seguir aprendiendo.

 

 

LA FRASE

"En Aguada me encontré con un grupo de jugadores con una muy buena ética de trabajo, con un cuerpo técnico con ganas de aprender y con el que logramos una química. Hubo conciencia de unidad entre jugadores y cuerpo técnico, y eso dio la solidez para lograr resultados”

 

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