Welcome to Uruguay: hora de captar turistas antes que otros

Siempre decimos que se aprende de los errores propios y ajenos, pero pocas veces somos consecuentes con esta lógica que suele ser efectiva a la hora de planificar nuevas movidas. En el devastado campo del turismo Uruguay puede “primerear”, al menos en la región, con decisiones firmes, claras y racionales que en primer lugar instalen al país en la lista de destinos deseables de los viajeros y, en segundo lugar, con exigencia de trámites y pruebas lo más sencillos posibles para que el viaje no sea un dolor de cabeza, como el que ahora te da rellenar todos los documentos necesarios para entrar a la mayoría de los países. Todo lo anterior, además, cuidando la seguridad de los propios uruguayos. El equilibrio no es sencillo de lograr, pero es posible.

En 2020 miramos horrorizados cómo morían más de medio millón de estadounidenses por Covid-19. Este año, luego de una campaña ágil de vacunación, el país abrió sus puertas a los turistas con pocos requisitos -tal vez demasiado pocos- y una política de apertura total en lo que hace a vacunación y pruebas de antígenos o de PCR, gratuitas. No es casualidad que millones se vayan a Miami o a Nueva York, por nombrar dos destinos estadounidenses. La conveniencia supera el temor, incluso a contagiarse con la cepa Delta que, como explican los expertos, ya es la predominante en Europa y Estados Unidos y lo será en el mundo.

Si a la no obligatoriedad de cuarentena se le suman tests y vacunación gratuita, el combo es atractivo, aunque ciertamente poco seguro. Para viajar desde o hacia Uruguay hoy en día es necesario invertir en dos a cuatro pruebas, que en algunos casos son PCRs cuyo costo asciende a poco más de 100 dólares cada uno, o pruebas de antígenos, que van de 1000 a 2000 pesos pero no se aceptan en la mayoría de los países ni para entrar a Uruguay.

La Unión Europea (UE) aprobó un pasaporte sanitario para viajar entres los países que la integran, para lo cual requiere la vacunación completa con una vacuna aprobada por la UE o una prueba que demuestre que la persona ya cursó la enfermedad. Los precios para hacer tanto un PCRs como el test de antígenos es mucho menor que en Uruguay. Con este pasaporte, que ya está en vigencia pero que depende de cada país, no hay que realizar cuarentena.

Los uruguayos no pueden entrar hoy a la UE, salvo excepciones como España. En países como Italia integramos todavía la peor lista de países, la E. Esto seguramente se actualizará en las próximas semanas, pero se necesita un empuje diplomático intenso para informar al mundo que el país comenzó a bajar en la escala de Harvard. Un verde completo de todo el país sería una gran noticia, no solo para los uruguayos que viajan al exterior sino también, y eso es lo que más nos interesa, para quienes investigan dónde ir a pasar sus vacaciones.

En la última edición de la revista Time de los 100 lugares que hay que conocer en el mundo se incluyó a José Ignacio. Esta carta de presentación sirve y debe ser utilizada en el “marketing país” para atraer turistas, y no solo a ese balneario, claro está. Pero no es suficiente. A la apertura de fronteras de la que ya habló el presidente Luis Lacalle Pou, sin fecha definida, se deben sumar reglas claras y lo más sencillas posible de entender en la práctica, incluyendo documentos online amigables que eviten burocracias innecesarias. Esto no significa ser irresponsables ni abrir las puertas indiscriminadamente, pero sí abrir las puertas con presteza y reglas súper claras para los turistas.

La obsesión por la variante Delta se entiende en el contexto de la seguridad de los uruguayos, golpeados por un semestre de horribles noticias relacionadas a la pandemia, pero no debe llevarse al extremo de seguir cerrando puertas, porque indefectiblemente llegará masivamente, por tierra, por aire o por mar. Una ley de la naturaleza que este virus se encargó de hacernos recordar, es que no hay barreras ni prejuicios a la hora de expandir su alcance, en un movimiento expansivo que solo apunta a sobrevivir y hacerse más fuerte. Es más importante prepararnos para enfrentar la nueva o las nuevas variantes, que seguir peleando por las redes sobre quiénes viajan o no viajan, o sobre quienes entran o no entran.

En 2019 Uruguay recibió divisas por casi US$ 1.754  millones derivadas del turismo, un 18,6% menos que en 2018 pero incluso con esta baja un dato robusto de la economía. Casi 3.3 millones de turistas ingresaron al país. El aporte del turismo al PIB de Uruguay, se ha estimado entre el 5 y el 8% desde el año 2005 a 2019, con un promedio de 7,6% en los últimos 5 años.

El estudio prospectivo en turismo “Hacia una Estrategia Nacional de Desarrollo Uruguay 2050”, de la Dirección Nacional de Planificación de la OPP (abril 2019) lo identifica entre los complejos productivos priorizados para la transformación productiva necesaria hacia el desarrollo sostenible del país. En ese estudio se citan proyecciones de la OMT (Organización Mundial del Turismo) que indican que “para 2030 las economías en desarrollo captarán el 57% del total de arribos mundiales”. Todos estos números significan dinero y empleo, pero también una matriz productiva nacional que puede y deber ser cada vez más importante y, como tal, privilegiada. Una investigación de la Facultad de Economía de la Udelar estima que la llamada Participación del Empleo Turístico (PETU) se ha mantenido entre el 5 y el 6% entre 2008 y 2018, alcanzando el 6,5% en 2018.

El Ministerio de Turismo anunció su intención de tener pronto un pasaporte sanitario uruguayo para la primera quincena de agosto, y es esencial que esta fecha se respete. El subsecretario Remo Monzeglio dio buenas señales de que ese documento digital, que funcionará en forma de app, contemplará las muy diversas situaciones que generó esta pandemia. Es importante que a esta movida se sume urgentemente una campaña de marketing, influencers y todo lo que se considere útil para comunicarle al mundo que este pequeño país, además de hermosas playas y praderas sin horizonte, también ofrece seguridad pandémica con burocracia limitada.  

Para viajar a Europa hoy en día es necesario pasar al menos dos o tres horas rellenando formularios online que generan códigos QR diferentes para cada país. Si lo mismo sucede en Uruguay tenemos altas chances de que el usuario online se desmoralice rápido y busque otro destino. 

El costo de los test que deben hacerse a la entrada y salida de Uruguay también deben bajar considerablemente y sería un gran aliciente que fueran gratis. El set de pruebas puede llegar a costar hasta 400 dólares dependiendo de los requisitos del país en cuestión, la mitad de lo que cuesta un pasaje de avión a Europa o Estados Unidos (con una buena tarifa). 

Todo lo anterior debe estudiarse desde el gobierno porque sin duda se necesitarán más subsidios, pero la relación inversión en incentivos versus ganancias por turismo tiene altas chances de ser positiva para las cuentas uruguayas y para tantos miles de personas que dependen el turismo para vivir. Es hora de “primerear” con reglas claras y seguridad, pero también con ingenio y creatividad.