Y ahora sí, se acabó el recreo
Pasada la fiesta de campaña y el festejo electoral, la realidad política muestra que ahora sí llegó el tiempo de responsabilidades políticas que implican decisiones no sencillas
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30 de noviembre de 2019 a las 05:03
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Pasó la elección, pasó el momento de aflojar tensiones, pasaron los festejos, y comienza la transición. Es otro tipo de trabajo político; no es que una campaña no sea trabajo, que sí lo es y muy intenso, sino que la fiesta de actos, recorridas, jingles, caravanas, todo eso ha terminado. El “ahora sí” de Lacalle Pou hacía referencia al momento de victoria.
El “se acabó el recreo” de Manini Ríos, aludía a un punto de quiebre con el tratamiento al delito o determinado hábitos y valores de la sociedad.
El caso es que la combinación de ambas consignas nos permiten identificar un nuevo tiempo que comienza en el último mes del año, el armado de nuevo gobierno y la transición entre administraciones, para dejar todo pronto para el 1º de marzo.
Octubre fue el mes de la elección legisltiva y la que estableció la pole position para el balotaje.
Noviembre fue el mes de la elección presidencial definitiva.
Diciembre es el mes de armado de gobierno y el inicio de transición de mando.
Enero tendrá un inicio para breve descanso y preparar el comienzo de gobierno.
Febrero vendrá con recambio de las cámaras legislativas, y luego llegará el momento de transmisión de mando.
El “recreo” electoral concluyó y todos los partidos están trabajando sobre lo que harán en el octavo gobierno de esta era democrática: los de la coalición se probarán en una nueva modalidad de convivencia política, inédita en el país; los del Frente Amplio se probarán en el retorno a un sitio de oposición, pero ahora con la experiencia del pasaje por el manejo de poder.
O sea que se trata de dos experiencias sin antecedentes.
***
De la misma forma que no tuvo fácil la campaña, con obstáculos inesperados y fenómenos políticos imprevisibles, como la irrupción de Sartori y de un nuevo lema que captó muchos votos –como el movimiento de Manini–, tampoco tiene un sencillo diseño de gabinete en esta nueva etapa.
Es una fase en la que hay gente que trabajó en la campaña y queda frustrada porque se había hecho expectativas de lograr determinada posición en un gobierno, y queda en otro puesto que no lo conforma; que hay grupos políticos que interpretan que no han sido correspondidos como se debiera en base a su aporte electoral, y que desde afuera se cuestionan designaciones por entender que no tienen condiciones para ejercer determinado cargo.
Lacalle Pou se mantiene en silencio, pero siempre trascienden algunas de esas movidas.
Pero el Frente Amplio aun no asumió todo el costo de la derrota. El que resta se asimila cuando hay que vaciar escritorio, abandonar espacios de poder, salir del Estado, quedar afuera, del otro lado de la ventanilla. No se trata solo de los cargos políticos de confianza, sino de muchos puestos vinculados y que tienen carácter temporal.
La izquierda queda con fuerza en el Parlamento y tendrá algunos cargos-testigo en entes, pero vuelve a estar del otro lado, y eso era una cosa cuando venía en ascenso con el sueño a llegar al gobierno, pero otra cosa cuando se accedió al poder, y ahora hay que abandonarlo. Y ver cómo es otro el que gobierna.
Para la nueva coalición “multicolor” cabe bien la conigna de “ahora sí”, y también la de “se acabó el recreo”, porque ya no hay más tiempo de marcar perfiles y poner en riesgo la unidad de la alianza: deberán saber dirimir diferencias entre ellos, con relaciones francas y profesionalismo político. Lo de “demonizar” a Manini por cualquier incidente o por una declaración que un medio obtenga de un personaje peculiar de Cabildo, ya no corre. Si quieren que el gobierno funcione y que sus socios tengan chance en 2024, deberán priorizar el respeto y armonía entre los componentes de la coalición. Van en el mismo barco y deben llegar juntos al puerto, que es la próxima elección.
El diputado colorado Ope Pasquet fue claro en el razonamiento sobre este tema, cuando dijo que la coalición no puede pensarse para ganar esta eleccion, ni solo para aprobar la Ley de Urgencia y la de Presupuesto, sino que debe llegar sólida al próximo ciclo electoral.
En 2020 está la revancha electoral de las departamentales y ahí se verá cómo juega a favor y en contra el concepto de unidad política dentro de una coalición, sea la del Frente o la multicolor.
Es una nueva realidad para los partidos que salieron victoriosos. Se acabó el recreo electoral, y ahora sí llegó la hora de asumir responsabilidades políticas, que están en el ejercicio de gobierno pero también en la conducción partidaria de varios partidos. Y ahora sí demostrarán si “lo que (los) une” era el interés de ganar una elección, o la vocación de gobierno.
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