La procesión anual en Yecla.

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Yecla, un pueblo que mezcla lo bélico con la religión

Es una localidad de 35.000 habitantes en el noreste de la comunidad de Murcia, que anualmente celebran las Fiestas de la Virgen del Castillo.
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13 de diciembre de 2023 a las 23:06

Devoción, fe y tradición. Esas tres palabras definen con precisión a los habitantes de Yecla, una localidad de 35.000 habitantes en el noreste de la comunidad de Murcia, que anualmente celebran las Fiestas de la Virgen del Castillo.

Este evento se remonta al siglo XVII cuando 61 soldados locales fueron enviados a combatir a la ciudad valenciana de Vinaroz y retornaron ilesos. Esto era algo poco común en esas épocas, en los que la mayoría solía morir en el campo de batalla o víctima de enfermedades o epidemias.

Cuando llegaron al pueblo, decidieron disparar sus arcabuces en agradecimiento a la Virgen del Castillo, la patrona de esta localidad ubicada a 87 kilómetros de Murcia, por esta especie de “milagro”. 

Desde ese entonces, se celebran las Fiestas de la Virgen del Castillo,entre el 5 y el 8 de abril de cada año, en las que se mezcla lo religioso con lo bélico.

Esta procesión es diferente a las que suelen verse en otros pueblos de la región y de España debido a los cerca de 700.000 disparos que realizan unos 400 tiradores a lo largo de los cuatro días que dura el evento.

Esto hace que, por momentos, la gente sienta que está parada en medio de un campo de batalla.

Su objetivo es recrear lo ocurrido en 1642, en la época en la que a los yeclanos les tocó participar de las guerrascatalanas. 

Una particularidad es que los arcabuces que se utilizan carecen de disparador, por lo que la pólvora se detona con una mecha, tal como se hacía en esos tiempos,y deja al pueblo y a los presentes embebidos en su particular aroma.

Cada uno de estos fusiles es una obra de arte en sí mismo, ya que las culatas son talladas en madera con figuras religiosas, como la propia Virgen del Castillo. Sus portadores, en tanto, van vestidos con los mismos trajes que usaban los militares en el siglo XIX.

De esta forma, los yeclanos logran volver a vivir en el presente lo que sus antepasados hicieron allá por el siglo XVII y, al mismo tiempo, buscan hacerles llegar a los visitantes estos mismos sentimientos. 

Esto llevó a que estas fiestas fueron declaradas de Interés Turístico Nacional y Bien de Interés Cultural por el Ministerio de Industria y Turismo de España. Ahora, están abocados a obtener el título de Interés Turístico Internacional para atraer al turismo de todo el mudo.

Cuatro días de festejos

La celebración está dividida en cuatro jornadas. En la primera, un grupo de pregoneros acompañados por los alabarderos recorren la localidad anunciando que ha comenzado la celebración e invitando a los pobladores a sumarse.

Durante la segunda, se lleva a cabo el acto del beso de la bandera. Todo empieza con la marcha de 16 agrupaciones, conformadas por adultos, jóvenes y niños y una banda musical, que desfilan a través de la calle principal rumbo a la Plaza Mayor.

Hasta ese lugar, se traslada la insignia que el mayordomo de la bandera se encargará de hacer flamear mientras de fondo se escucha el vals “Olas del Danubio”.

Se trata de una particularidad ya que esta pieza musical nada tienen que ver con la región o con España, pero nadie sabe explicar cómo es que fue incluida en la tradición.

Junto a él, se ubica el otro galardonado de la jornada: el mayordomo del bastón, quien cumple la tarea de liderar a las compañías de tiradores, quienes tienen una función central durante la celebración.

La tercera jornada arranca en la madrugada con la ceremonia del Albornoz en el atrio de la Basílica de la Purísima.

Allí, se producen los primeros disparos del día. Luego, todas las agrupaciones suben la cuesta al son de las detonaciones de los arcabuces, camino hacia el santuario del Castillo. Ubicada en lo alto de una de las sierras que rodea Yecla se encuentra la Virgen y el museo que recuerda los eventos pasados de esta tradición.

Otra particularidad de estas fiestas es que en ese lugar no existe ni se levantó ningún castillo, a pesar de que a la patrona se la conoce con ese nombre. Tan solo está allí su iglesia. Los pobladores creen que su nombre proviene de una antigua fortaleza mora que había en la zona y de la cual se conservan algunas ruinas.

El objetivo de esta procesión es sacar la imagen de la Virgen y llevarla al pulso, primero, hacia la iglesia de El Salvador (que hoy funciona como museo), luego, hacia la Plaza Mayor y, finalmente, hasta la Basílica.

Todo este trayecto cuesta abajo es acompañado por todo el pueblo al son de las marchas que ejecutan las bandas de cada una de las 16 agrupaciones y los disparos de los fusiles, que hacen que el ambiente se cargue de humo y aroma a pólvora quemada.

El mayor espectáculo se produce en la plaza ubicada frente a la Basílica, donde los tiradores descargan miles de detonaciones festejando la llegada de la Virgen a la iglesia, en un ambiente que se asemeja más a un campo de batalla que a una celebración religiosa.

Una vez adentro, la visten con un nuevo manto, la coronan y la colocan en el altar ya que, al día siguiente, preside la misa de conmemoración de la festividad de la Purísima Concepción. 

El 8 de diciembre, en tanto, se realiza el acto de proclamación de los clavarios, donde se anuncia a los sucesores de los mayordomos de la bandera y el bastón para 2024 y 2025. 

Este nombramiento no sólo implica un honor para quién lo recibe y su familia, sino que, además, significa un desembolso de, al menos 25.000 euros, que deberá realizar durante dos años para ayudar a organizar la celebración, comidas y trajes especiales, entre otras erogaciones.

Finalmente, la Virgen recorre durante la tarde-noche el pueblo, subida en un móvil que la lleva a través de un circuito donde todo el pueblo puede venerarla, mientras de fondo suenan miles de detonaciones de los arcabuces.

Recién retornará a su santuario el tercer domingo de diciembre, acompañada por las agrupaciones, las bandas y los tiradores, quienes se despedirán de ella hasta el año siguiente, con más disparos de salva.

Una tradición culinaria

Toda celebración que se precie no puede estar exenta de comidas típicas. Y Yecla no es la excepción. Por eso, sus habitantes suelen degustar platos tradicionales como las pelotas de relleno, el queso frito con tomate y los gazpachos, mientras disfrutan de las fiestas.

Estos platos suelen estar regados con vinos locales, que son los únicos que cuentan con denominación de origen en toda España.

Entre los tintos, se encuentran el Monastrell, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, Garnacha tinta, Garnacha y Petit Verdot y, entre los blancos, el Macabeo, Airen, Merseguera, Malvasía, Chardonnay, Moscatel de Grano Menudo, Sauvignon Blanco y Verdejo.

Finalmente, luego del postre se puede disfrutar de una tradicional copa de mistela, un licor fabricado con la mezcla de mosto de uva y alcohol, que cuenta con aromas florales y deja un sabor dulce en la boca.

 

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