Pérdidas y desperdicios de alimentos, desafío urgente en Uruguay y con registros preocupantes
Las pérdidas y los desperdicios de alimentos representan uno de los desafíos más urgentes para la sostenibilidad de los sistemas alimentarios
Alimentos: el volumen y el valor de pérdidas y desperdicios es relevante.
Pexels (archivo)
Las pérdidas y los desperdicios de alimentos (PDA) representan uno de los desafíos más urgentes para la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, se expresó en uno de los trabajos destacados en el Anuario de Opypa (Oficina de Programación y Política Agropecuaria) 2025 del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), al que accedió El Observador.
En el informe elaborado por la ingeniera química Cynthia Lima (consultora para la implementación de la Estrategia Nacional de Prevención y Reducción de las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos, Ministerio de Ambiente), entre otras consideraciones, se señala que un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2017) Uruguay pierde o desperdicia aproximadamente un millón de toneladas de alimentos por año, lo que representa cerca de un 10% de los alimentos disponibles para consumo humano.
En términos económicos, esto equivale a una pérdida estimada de US$ 600 millones anuales, considerando únicamente el valor de la materia prima.
Captura de pantalla 2025-12-08 140608
Los impactos de las pérdidas y los desperdicios de alimentos
Esta problemática genera impactos sociales, ambientales y económicos, en un contexto de inseguridad alimentaria, presión sobre los recursos naturales y cambio climático, se remarcó.
La Estrategia Nacional de Prevención y Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos, publicada en 2023, constituye una herramienta de planificación interinstitucional que articula políticas públicas.
Fue, se explicó, elaborada con el aporte de actores del sistema alimentario y la ciudadanía en general, buscando reducir sustancialmente las PDA hacia 2030-2032, alineándose con las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y del Plan Nacional de Gestión de Residuos (PNGR).
Las PDA agravan la inseguridad alimentaria: en 2024, se estimó que un 14% de los hogares uruguayos enfrentaban inseguridad alimentaria moderada o grave (MIDES et al., 2024).
Y la recuperación de alimentos aptos para el consumo y su redistribución a poblaciones vulnerables constituye una estrategia clave para reducir esta brecha, se puntualizó.
La producción y la distribución de alimentos no consumidos implican un uso ineficiente de agua, suelo, energía y otros recursos naturales.
Además, los residuos alimentarios generan emisiones de GEI, especialmente metano, cuando se descomponen en sitios de disposición final.
Se estima que un 40% de los residuos orgánicos en Uruguay provienen de PDA (MA, 2023).
El contexto
La reducción de las PDA, se concluye en el trabajo de la ingeniera Lima, no es solo una meta ambiental o económica, es una oportunidad para repensar el sistema alimentario en su conjunto y para avanzar hacia un modelo de desarrollo más justo, resiliente y regenerativo.
Captura de pantalla 2025-12-08 140615
Estrategia Nacional de Prevención y Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos
La Estrategia Nacional de Prevención y Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos fue elaborada entre 2022 y 2023 mediante un proceso participativo liderado por el Ministerio de Ambiente (MA).
Participaron cerca de 50 instituciones públicas, privadas, académicas y de la sociedad civil, en instancias de consulta, talleres temáticos y grupos de trabajo.
Este enfoque permitió construir una visión compartida, identificar causas estructurales y definir líneas de acción consensuadas.
La estrategia se estructura en cuatro ejes que luego se desglosan en líneas estratégicas y resultados previstos en los diez años que tiene el documento como alcance temporal.
A continuación, se detallan los ejes y sus objetivos:
Fortalecimiento e integración de políticas públicas: Consolidar y posicionar una gobernanza, marco institucional y normativo, así como políticas públicas que promuevan la prevención, la reducción y la medición de las PDA.
Cadena de valor responsable y sostenible: Involucrar a los integrantes de la cadena de producción y suministro de alimentos para actuar sobre las PDA impactando positivamente en la seguridad hídrica y en la reducción de las emisiones que contribuyen al cambio climático.
Recuperación, distribución y circularidad de alimentos: Fortalecer la efectividad y la transparencia de las alternativas que proponen un uso más circular de los alimentos, aportan a la mejora de la seguridad alimentaria nacional y mejoran la gestión de los residuos orgánicos.
Cambios de comportamiento hacia un mayor cuidado de los alimentos: Incorporar cambios de comportamientos en torno a los alimentos, orientados a la disminución y la prevención de las PDA, en el marco de una revalorización social y cultural de los alimentos.
Metas y visión país
La estrategia establece metas a mediano (2027) y largo plazo (2030-2032), alineadas con una visión país a 2050 de sistemas alimentarios circulares, sostenibles, resilientes e inclusivos.
Se detallan, a continuación, las metas a lograr a largo plazo con la implementación de la estrategia:
Se reducen en un 50% las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción de alimentos.
Se reduce en un 50% el desperdicio de alimentos en la venta al por menor y a nivel de los consumidores.
Más del 70% de los residuos de alimentos generados son valorizados, teniendo una gestión diferente a la disposición final.
Se reducen 70% las emisiones de GEI debidas a PDA en todo su ciclo.
Conclusiones
En las conclusiones del trabajo -se adjunta completo a continuación- se expresa que la Estrategia Nacional de Prevención y Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos representa un avance significativo en la construcción de políticas públicas integradas que vinculan la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y la justicia social. Su enfoque sistémico, territorial y participativo permite abordar una problemática compleja con múltiples impactos y posiciona a Uruguay como referente regional en la materia.
Más allá de los marcos normativos, los instrumentos técnicos y las metas cuantificables, el verdadero desafío radica en lograr una transformación cultural profunda. Reducir las PDA implica revisar los valores que guían nuestras decisiones cotidianas, cuestionar prácticas naturalizadas en la producción y el consumo, y construir colectivamente una nueva ética alimentaria basada en el cuidado, la equidad y la corresponsabilidad.
La innovación tecnológica y la valorización de residuos alimentarios ofrecen oportunidades concretas para avanzar hacia sistemas alimentarios más eficientes y circulares. Sin embargo, estas soluciones deben estar al servicio de una visión más amplia, que reconozca el alimento como un bien común y que priorice el bienestar de las personas y del ambiente.