5 de diciembre 2024 - 10:07hs

Según estimaciones del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA), durante el tercer trimestre, el 49,9% de la población vive en condiciones de pobreza y el 12,3% en estado de indigencia. Al inicio del año, tras los primeros meses de la gestión de Javier Milei, la pobreza alcanzó casi el 55% de la población, un aumento respecto al 44,7% registrado a finales de 2023. Sin embargo, en el segundo trimestre, esta tendencia comenzó a cambiar, y para el tercer trimestre, la tasa de pobreza se redujo.

La reducción en ambas tasas es más notable al compararla con el promedio del primer semestre, donde la pobreza alcanzó el 52,9% y la indigencia el 18,1%. El observatorio también llevó a cabo una microsimulación utilizando la metodología de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, y sus resultados indicaron que la pobreza en el tercer trimestre se situó en un 46,8%, mientras que la indigencia fue del 12,9%. La discrepancia en los datos se debe a que el ODSA analiza 20 aglomerados urbanos en lugar de 31, incluyendo también ciudades pequeñas y medianas.

En este panorama, se destacó que el 29,4% de las familias tuvo que reducir sus gastos en medicinas, el 29,9% no pudo abonar tasas o impuestos, y el 27,1% se vio imposibilitado de pagar algún servicio.

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A pesar de ello, los índices aún no regresaron a los niveles que presentaron en el cuarto trimestre de 2023, tras el aumento registrado en los primeros tres meses de 2024, consecuencia de la devaluación de diciembre y las medidas de ajuste fiscal.

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Agustín Salvia, quien dirige el Observatorio, afirmó que la reciente mejora se atribuye, sobre todo, a la disminución de la inflación y a la estabilidad en las tasas de desempleo, a pesar de haber crecido la informalidad”. No obstante, subrayó que es probable que estos cambios no se reflejen en el aumento del consumo ni en la economía familiar, ya que la reestructuración de los gastos fijos de los hogares, provocada por los incrementos en los costos de servicios de comunicación, transporte, gas y electricidad, podría afectar las finanzas personales.

No obstante, él señaló que “lo que estamos sufriendo hoy no es sólo el efecto de una política de ajuste sino el agotamiento de un ciclo económico que tiene más de 20 años” y consideró que “la política del actual Gobierno era de alguna manera necesaria”. Sostuvo que las políticas de ajuste “se hicieron a un ritmo muy acelerado y con alto costo inmediato”, aunque “tuvieron un impacto regresivo de menor profundidad de lo que podía esperarse”.

Datos sobre la pobreza e indigencia en la infancia

De acuerdo con los cálculos realizados por la UCA, la pobreza en la población infantil menor de 18 años alcanzó el 65,5%, en comparación con el 62,9% registrado en 2023. En cuanto a la indigencia en este grupo, se incrementó del 16,2% del año anterior al 19,2% en el tercer trimestre de 2024.

“Actualmente, 2 de cada 10 niños viven en la pobreza extrema. En materia de infancia, los niveles actuales de indigencia y pobreza se acercan a los más altos de la crisis de 2002. Esto implica una fuerte pérdida de capital humano y una desinversión intergeneracional”, indicó el ODSA en su reporte, dado que en 2011-2012 el 40% de los niños eran pobres y hoy ese número asciende a 65,5%. También mencionó que, desde 2022, se detectó un aumento en la pobreza infantil entre las clases medias.

Se registró un aumento en la pobreza infantil dentro de los sectores medios, pero lo que es más notable es el incremento de la pobreza extrema en los estratos más vulnerables de la sociedad. Los niños que provienen de hogares con escaso capital social son los que más padecen las consecuencias de la crisis.

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Desde una perspectiva más estructural, el análisis señala que la eliminación de la convertibilidad vino acompañada de un descenso notable en los niveles de indigencia y pobreza, medidos en función de los ingresos, durante el período comprendido entre 2002 y 2012.

Sin embargo, a partir de ese momento, la tendencia cambió en medio de un entorno de inestabilidad y estancamiento económico. La inflación comenzó a elevarse de manera rápida, generando efectos que, aunque menos regresivos, resultaron más persistentes que los experimentados durante la crisis de 2001-2003. En consecuencia, en las últimas dos décadas, la proporción de hogares en situación de pobreza se sostuvo en un 25%, mientras que el porcentaje de indigentes se mantuvo en un 6%.

Datos sobre ingresos

Mientras tanto, el 47% de la población considera que sus ingresos no son suficientes, lo que refleja un aumento en todos los estratos socioeconómicos en comparación con 2023. Según el observatorio, “la situación actual se autopercibe menos grave que durante la pandemia, a la vez que más grave post crisis 2001-2002”. Además, disminuyó el porcentaje de argentinos que pueden ahorrar, que pasó del 11,1% en 2023 al 9,1% de promedio en el presente año.

Al finalizar el tercer trimestre de 2024, la inseguridad alimentaria alcanzó el 24,3%, continuando con la tendencia creciente que comenzó en 2018. Los programas de asistencia social y de transferencia de ingresos, que aumentaron en las últimas dos décadas, lograron mitigar en cierta medida este deterioro. Actualmente, el 36,3% de los hogares recibe algún tipo de apoyo directo o indirecto por parte del Estado, ya sea a nivel nacional, provincial o municipal. Entre las iniciativas más destacadas se encuentran la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar, las cuales juntas representan el 50% del costo de la canasta básica alimentaria y el 25% del total.

Si se toma en cuenta la situación excluyendo la Asignación Universal por Hijo, otros programas y pensiones no contributivas, se proyecta que la indigencia alcanzaría el 23,2% y la pobreza sería del 55,4% de la población.

En este marco, Salvia enfatizó que “buena parte del problema está en la estructura ocupacional. Argentina no genera buenos empleos”.

Datos laborales

En los últimos 20 años, la tasa de participación de la fuerza laboral en empleos plenos o considerados “decentes” permaneció por debajo del 45%, mostrando una tendencia a la baja desde 2011-2012. En este contexto, aunque la tasa de desocupación disminuyó, aumentó el desempleo “oculto” un 23,6%, manifestándose a través de trabajos informales que apenas alcanzan para subsistir. Actualmente, solo el 40% de las personas activas tiene un empleo pleno de derechos (con salario que cubre el costo de vida, estabilidad y aportes de seguridad social), y se observó un incremento en la precariedad laboral, mientras que el subempleo inestable experimentó una ligera caída. Como resultado, el 51,8% de los trabajadores argentinos no realiza aportes a la seguridad social.

Según el informe, entre 2022 y 2024, los ingresos laborales ajustados por inflación disminuyeron casi un 19%. Sin embargo, esta caída varía notablemente entre diferentes sectores de empleo: los trabajos formales tuvieron una reducción del 12,6%, mientras que los ingresos en el sector informal sufrieron una disminución superior al 20%.

La disminución en las oportunidades laborales y los salarios está relacionada con el incremento en la proporción de trabajadores que viven en hogares en situación de pobreza, evidenciando notables diferencias entre los distintos estratos socioeconómicos. Según el análisis realizado, el 35,3% de la fuerza laboral se encuentra en situación de pobreza.

El Observatorio de la UCA señaló que “no solo hay que estabilizar la macroeconomía, sino también proyectar un desarrollo con mayor productividad, empleo e inclusión social”. Además, hizo un llamado a establecer “políticas orientadas a fomentar la inversión, introducir nuevas tecnologías, multiplicar las exportaciones, recuperar el ingreso y hacer posible la creación de más y mejores empleos, junto a un cambio radical en el sistema de seguridad social”.

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Salvia afirmó que “la tendencia de la pobreza es a la baja; es de esperar que la pobreza siga bajando y el Gobierno termine el año por debajo del último trimestre del año pasado”.

“Esperábamos indicadores más graves. La sociedad argentina tenía reservas que no medíamos, que hizo que el proceso de crisis se viera amortiguado”; no obstante, “tenemos problemas estructurales que la crisis actual no los resuelve y está abierto el futuro”, finalizó.

En este escenario, el ODSA destaca que existen tres realidades en Argentina: un 3% de los hogares se clasifica como parte de la élite económica, un 27% corresponde a clases medias integradas, un 40% se sitúa en clases medias tradicionales y un 30% enfrenta condiciones de pobreza estructural.

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