28 de octubre 2025 - 15:26hs

"Los moderados y los dialoguistas gozan de buena salud. Los combativos quedaron golpeados", el resumen en primera persona lo hace uno de los actores que suele participar de todas las reuniones importantes de la CGT y pinta el cuadro de situación que atraviesa la central obrera a poco menos de una semana de la elección de nuevas autoridades.

Tras la derrota del peronismo en las elecciones del domingo pasado, las esquirlas que también impactaron en el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, hicieron mella en los dirigentes que decidieron jugar fuerte en ese armado de cara a las elecciones del 2027.

Ganadores y perdedores en la interna

En principio, los más afectados puertas adentro de Azopardo parecen ser aquellos que más pusieron la cara junto al gobernador Axel Kicillof: Hugo Moyano, Héctor Daer y Andrés Rodríguez, entre otros.

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Del otro lado de la grieta quedó una vez más el canciller de la CGT, Gerardo Martínez, secretario general de la UOCRA, que nunca interrumpió su contacto con el oficialismo y hasta pocos días antes de las elecciones mantuvo reuniones vinculadas a los futuros cambios en la legislación laboral.

El simple hecho de mantener el diálogo hasta el final bajo el argumento de que el gobierno no lleve adelante una reforma "inconsulta", con los resultados ya puestos, hace que Martínez gane poder dentro de la CGT.

El efecto concreto del resultado electoral en el recambio de autoridades sería la incorporación de Cristián Jerónimo, secretario general del Sindicato del Vidrio y hombre de Martínez, en lugar de Octavio Argüello, el delfín de Moyano en el actual triunvirato. El que tendría también su lugar asegurado sería Jorge Sola, secretario general del sindicato del Seguro, que está apadrinado por los "gordos". En ese marco, la que era número puesto y puede haber caído en desgracia es la massista Maia Volcovinsky, que viene del gremio judicial. Su nombre nunca tuvo consenso real y el resultado electoral la puso al borde del abismo.

De la combatividad al palo al diálogo y el consenso

Hace tan solo una semana en la CGT se pensaba en un plan de acción combativo para enfrentar la reforma laboral anunciada en campaña por Javier Milei. Pero todo cambió. Un resultado electoral puede bastante más que decenas de horas de reuniones y miles de mensajes de WhatsApp. La definición electoral fortaleció al ala moderada que nunca estuvo convencida de pintarse la cara para ir a la guerra contra el gobierno.

En ese marco, el debate va más allá de la estrategia y, como señalamos antes, alcanza a la composición del futuro triunvirato.

El gobierno de Javier Milei no esperó ni 48 horas desde que se dieron a conocer los resultados del domingo y mandó a sus hombres a instalar los puntos de la reforma laboral. La nueva normativa incluiría un régimen para promover paritarias por empresa, un esquema de adicionales salariales individuales "por mérito", un sistema de banco de horas trabajadas y pagos de sueldo en distintas monedas. Aunque Martínez ya cuestionó puntos no conversados en el Consejo de Mayo y anticipó el rechazo de la CGT, la necesidad de mantener la influencia se impone.

El escenario más probable indica que la CGT adoptará una postura de prudencia y diálogo. Los sectores moderados defienden que el primer objetivo es garantizar la unidad interna y asumir una actitud de cautela. Consideran que el diálogo es "por ahora la única herramienta" y apuestan a ello sin que signifique perder derechos. En ese marco, el rol de una oposición dura no parece estar dentro del menú de opciones de la CGT, por lo menos por ahora.

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