La tecnología y la globalización vinieron a romper barreras, pero también a sacudir el mundo. Para las nuevas generaciones, la inteligencia artificial ya está a la orden del día y, aunque esto supone grandes avances, también implica enormes desafíos. Fenómenos como la rápida viralización de las noticias falsas, o fake news, y los deep fakes, se convirtieron en uno de los mayores problemas que trajo consigo el cambio de época, con consecuencias concretas en el bienestar de los ciudadanos, su salud mental y hasta en la calidad democrática.
Hoy en día hasta el 40% de la gente compartió alguna noticia falsa sin darse cuenta que lo era, mientras medios tradicionales, plataformas de redes sociales y gobiernos aún se encuentran en la búsqueda de cómo afrontarlas.
En esta columna nos proponemos pensar, desde las teorías del liderazgo, cómo podemos encarar esos desafíos que parecen casi inabarcables y, así, generar mejores soluciones.
Pensemos en un ejemplo reciente. Hace pocos días en los Estados Unidos se dio el primer y por ahora único debate entre Kamala Harris, candidata demócrata a la presidencia, y Donald Trump, candidato republicano. En el debate, Trump brindó datos e información de dudosa procedencia o rotundamente falsa, apelando a teorías conspirativas y llegando a decir que “inmigrantes ilegales cazaban perros y gatos domésticos en Springfield, Ohio”. Los dichos despertaron risas en Harris, alarma en los propios moderadores que señalaron su falsedad y una catarata de reacciones en las redes sociales.
¿Cómo se responde a una fake como ésta? Frente a ello, el énfasis de algunos líderes de medios e incluso de algunas organizaciones gubernamentales ha sido implementar estrategias de “fact-checking ” o chequeo de datos: organizaciones, sistemas o personas dedicadas a constatar la veracidad de las noticias o dichos y señalar tan rápido como sea posible si son correctas, falsas, o algún grado intermedio. Se dice que con la IA, por ejemplo, podríamos tener chequeos automáticos y personalizados.
Ahora bien, ¿es ésto suficiente para resolver el problema? Probablemente no. El liderazgo adaptativo afirma que frente a desafíos complejos es importante que redefinamos cuál es el verdadero problema.
Dice la teoría que hay dos grandes tipos de desafíos: los técnicos y los adaptativos. Los primeros, resumidamente, implican soluciones que bien podría recomendarnos ChatGPT. Los segundos son los verdaderos desafíos, ya que implican cambiar no solamente los recursos dedicados a un tema, sino las creencias, los valores de la organización y las ideas que la sostienen: las formas de ser, pensar, y hacer actuales de la organización no bastan para resolverlos.
Para Ron Heifetz, el ideólogo de la teoría, el mayor fracaso para un líder es tratar un reto adaptativo como un problema técnico, ¡y eso es lo que estamos haciendo con los fakes! Desde ya que cada problema puede tener sus aspectos técnicos, pero es un error insistir únicamente con esa mirada cuando el problema, en verdad, está en cómo consumimos información y cómo gestionamos las emociones que nos genera. Como la economía del comportamiento y la psicología social estudian desde hace 6 décadas, el sesgo de confirmación naturalmente nos lleva a buscar la información que confirma lo que creemos, aunque sea falsa; Aceptamos la información cuando viene de una fuente conocida, por más que nos genere dudas; Y, además, emociones como la ira, el disgusto o la alegría de una noticia pueden superar nuestra racionalidad, complicando nuestra habilidad de analizarla con detenimiento.
Entender cómo funciona la psicología y el comportamiento humano y, de esa manera, el alcance del desafío, es clave para que surjan liderazgos con nuevas y mejores soluciones. Esas son las raíces del verdadero problema, adaptativo, detrás del fenómeno de las fake news. Y es lo que debería ocupar a los líderes presentes y futuros.
En un tiempo donde las respuestas automáticas están a la orden del día, los nuevos liderazgos deben analizar no solamente cómo asignar sus recursos o leer manuales sino, especialmente, cómo entender la complejidad de los problemas en sus aspectos más humanos. Sólo así vamos a poder aprovechar realmente nuestro potencial.