Más tarde o más temprano, la Cámara de Diputados va a sostener el veto del presidente a la reforma a la fórmula de movilidad jubilatoria, con algo más de 80 votos. Es decir: el Gobierno de Javier Milei tendrá, en cuestión de horas, una victoria legislativa en el Congreso, en una decisión difícil que, más allá de lo político, es un reflejo de la cruda realidad de un sistema previsional quebrado, cargado de promesas incumplidas y con una discusión llena de hipocresía, donde los que dicen defender a los jubilados son en realidad quienes los dejaron en la situación en la que están.
El sistema jubilatorio argentino, en su estado actual, es insostenible. Hace tiempo que la ecuación dejó de cerrar: en el mundo, se necesitan tres trabajadores formales por cada jubilado para que las cuentas tengan sentido. Hoy, en Argentina, esa proporción es de apenas 1,2 trabajadores activos por cada jubilado. Es imposible que algo funcione con esas cifras, pero seguimos dándole vueltas al asunto como si el problema se pudiera resolver con magia.
Muchos de los que hoy protestan porque el Gobierno no aumenta la jubilación mínima a niveles dignos son los mismos que, años atrás, destruyeron el sistema o miraban cruzados de brazos sin hacer nada mientras lo destruían. Cristina Kirchner, Axel Kicillof, Alberto Fernández, Sergio Massa, la izquierda -las franquicias del kirchnerismo: el Polo Obrero, el Partido Obrero, Eduardo Belliboni, Gabriel Solano, Miryam Bregman- y los gerentes de la pobreza, como Emilio Pérsico y Juan Grabois: no sean hipócritas, hicieron pelota el sistema provisional y quieren que el Gobierno lo resuelta en cinco minutos.
Es obvio que con $300.000 no se puede vivir. Pero muchos de esos tipos que hoy están manifestándose en el Congreso -habría que ver cuántos son jubilados de verdad- ¿le hacían al gobierno de Alberto, Cristina y Massa lo que le están haciendo ahora a Milei? ¿Le hacían lo que le hicieron a Macri con las 14 toneladas de piedra? El gordo Mortero a Cristina y a Alberto no le hizo nada… Entonces, hagan silencio. No sean hipócritas.
¿De dónde vienen los problemas? De los cuatro millones de jubilados que entraron sin los aportes correspondientes gracias a las moratorias del kirchnerismo, pero también de la "reparación histórica" de Mauricio Macri que dejó más huecos que soluciones. Y ahora, aquellos que destrozaron el sistema le exigen a Milei que lo arregle en cinco minutos. No sean hipócritas.
El argumento esgrimido por Milei para sostener el veto es simple: no hay plata. Y tiene razón. Pero no es el primero en decirlo. Cristina Fernández, cuando era presidenta y Néstor Kirchner aún vivía, tomó la misma decisión: veto el 82% móvil bajo la misma lógica. ¿Dónde estaban entonces todos esos defensores de los jubilados? ¿Por qué no salieron a tirar 14 toneladas de piedras ni a gritar desde las calles?
Es evidente que vivir con $300.000 no es posible. Pero la discusión debería centrarse en cómo hacer que el sistema sea sostenible, no en caer en la demagogia de prometer lo imposible. Hay que ser sinceros: los números no cierran. Ni para Milei, ni para Alberto, ni para Cristina, ni para Massa, ni para Macri. ¿De dónde va a salir el dinero para aumentar las jubilaciones? Nadie lo dice. Escucho a dirigentes radicales como Martín Tetaz, Martín Lousteau o Rodrigo de Loredo, cada uno con su propia calculadora, con números diferentes, y la realidad es que el agujero es más grande que cualquier fórmula mágica que intenten vendernos.
Y mientras tanto, los jubilados siguen esperando. No los de privilegio, claro. Esos seguirán cobrando sus abultados sueldos mientras todos miramos hacia otro lado. Porque el sistema está plagado de privilegios. Desde jueces hasta diplomáticos, todos con regímenes especiales que no tienen justificación. En un país en el que el una persona que fue presidente durante una semana cobra jubilación de privilegio como ex presidente, el actual mandatario Javier Milei renunció a su jubilación. Mauricio Macri se la dona a Margarita Barrientos. Pero tenemos que discutir este tema de una vez y que no haya más jubilaciones de privilegios, ni regímenes especiales hechos a la medida de la política. Los 20 asesores del senador Bartolomé Abdala ¿con qué jubilaciones van a terminar?
La verdad es que el debate sobre la movilidad jubilatoria no es más que un capítulo de una discusión mucho más grande: ¿qué hacemos con un sistema que no funciona? El problema no es solo la fórmula de cálculo, es la estructura misma. Mientras no abordemos el tema de fondo, seguiremos discutiendo parches y soluciones temporales.
Javier Milei ganó las elecciones sin mentir. Prometió lo que muchos creían imposible: ajuste, recortes, y enfrentarse a un sistema que está podrido desde hace décadas. Y cumplió. Ahora, la pregunta es: ¿qué están dispuestos a hacer el resto de los actores políticos? Porque de críticas vacías y discursos demagógicos ya estamos llenos. Es hora de que alguien se ponga los pantalones y diga las cosas como son.
No se puede vivir con $300.000, claro que no. Pero tampoco se puede sostener un sistema que, de seguir así, está condenado a desaparecer.