La reglamentación de la ley de Vivienda Promovida (ex Vivienda Social), incorporó en abril de 2020 la promoción de unidades monoambiente (de 25 a 40 metros cuadrados), y también habilitó la construcción de unidades de un dormitorio sin restricciones dentro de un mismo edificio (antes la mitad de las unidades debían ser de dos o más dormitorios).
Ese es uno de los puntos que aborda un estudio sobre la producción de vivienda desarrollada en Montevideo al amparo de la ley 18.795 y sus impactos en términos urbano-arquitectónicos y socio-económicos, realizado por las arquitectas Alina del Castillo y Graciela Lamoglie de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República.
El informe da cuenta que las viviendas promovidas son en general unidades pequeñas, con predominancia cada vez mayor de un dormitorio, y aumento en el porcentaje de monoambientes.
Monoambientes y viviendas de un dormitorio
Desde la modificación reglamentaria mencionada y hasta diciembre de 2024, del total de viviendas aprobadas en ese período para todo el país (22.706), estas dos tipologías representaron el 61% de la producción (13.942). Algo más del 50% (11.674) son de un dormitorio, y 10% (2.268) son monoambientes.
La incidencia mayor de un dormitorio y monoambiente se observa también al analizar las zonas testigo (Centro y La Blanqueada en Montevideo), donde se da la mayor concentración de intervenciones y por lo tanto mayor competencia por la tierra.
El trabajo al que accedió El Observador dice que “se ha argumentado que la proliferación de unidades pequeñas responde a los cambios demográficos y culturales contemporáneos, aunque es innegable que también son los que permiten maximizar la rentabilidad del suelo”.
En ese sentido, señalan que es cierto que ha aumentado el número de hogares unipersonales y que el tamaño medio de los hogares se viene reduciendo sistemáticamente, pero se entiende que “eso no justifica el apoyo estatal a un tipo de vivienda como el monoambiente que, a juicio de este equipo, no provee condiciones de habitabilidad adecuadas”.
"Impronta de transitoriedad que no contribuye a la construcción de tejido social”
Lamoglie y Del Castillo sostienen que este tipo de viviendas pequeñas no permiten el afincamiento de familias con hijos y diversos grupos de convivencia. “De consolidarse la tendencia al aumento de este tipo de unidades no se estaría proveyendo la variedad tipológica que favorece la diversidad en convivencia necesaria para una ciudad integrada y democrática”.
Además, explican que este tipo de unidades “tienen una impronta de transitoriedad que no contribuye a la construcción de tejido social”, y que en ocasiones terminan destinadas a otros usos que la política de vivienda excluye de manera explícita en otros programas.
“Este hecho puede contribuir a una mixtura de usos que es beneficiosa e imprescindible para la vida urbana pero, si las políticas públicas excluyen (y no sólo no financian) de los programas financiados por el Fonavi y UR todo local destinado a usos no residenciales (excepto el salón comunal) entendemos que en estos casos, al no haber control sobre los destinos, no deberían exonerarse monoambientes y el porcentaje de viviendas de un dormitorio debería estar acotado”, dice el estudio.
Por otro lado, afirman que los monoambientes y las viviendas de un dormitorio son los más demandados para el alquiler transitorio a través de plataformas, “una cuestión que ha tenido efectos nefastos en las áreas centrales de las ciudades europeas y que está costando mucho revertir”.
“Si estas viviendas están respondiendo a un cambio cultural y demográfico ¿por qué están excluidas en otros programas del Sistema Público de Vivienda, como las cooperativas?”, se preguntan.
Las investigadoras consideran que se debería regular el porcentaje de viviendas por número de dormitorios a promover, “para evitar que las intervenciones respondan solo a la máxima rentabilidad del suelo y aseguren la variedad tipológica que sostiene la diversidad de la población en los distintos barrios”.
El documento es un informe preliminar de una investigación en curso, que fue presentado dentro del proceso participativo para la generación de insumos para la construcción de la política de vivienda y ordenamiento territorial, impulsado por el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial.