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El boom de la comida orgánica llegó a Uruguay

La tendencia por lo natural se refleja en los crecientes restaurantes, locales, ferias y góndolas con estos productos
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09 de abril de 2015 a las 18:25

Puestos o ferias enteras, sectores en góndolas de supermercados, restaurantes y hasta huertas familiares son la prueba de que lo orgánico está en pleno boom en el mercado uruguayo. La demanda de estos alimentos producidos sin elementos sintéticos, como fertilizantes artificiales, pesticidas y herbicidas, llegó para quedarse.

Fiorella Mazuco es la directora de Camino Verde, una plataforma que tiene como objetivo poner en contacto a todos los interesados en la filosofía ecologista. “La idea es incentivar a las personas a que consuman productos naturales y orgánicos, además de que tengan mayor concientización con respecto al alimento y a la forma de vivir”, explica quien desde 2012 lleva adelante este proyecto.

La idea de crear Camino Verde surgió de experiencias que Mazuco tuvo al conocer otros países como Holanda, Alemania o Suiza, donde en cada supermercado se encontraba comida orgánica y variedad de comidas para todos los gustos. “En Holanda, cada casa tenía su huerta orgánica y plantaba algo, entre los vecinos se iban turnando. Un sistema que funciona y se me ocurrió traerlo y copiarlo”, dice. Y agrega: “porque es lo bueno lo que tenemos que copiar”.

Cuando el proyecto comenzó, Mazuco no tenía demasiado apoyo. Los productores orgánicos en Uruguay no eran muchos, pero fundamentalmente el problema era que la sociedad uruguaya no estaba del todo familiarizada y abierta a este cambio.

Tarde pero llega

Como pasa siempre en Uruguay, todo llega; tarde pero llega. La movida de lo orgánico y saludable está creciendo en el país, cada vez con más interesados y adeptos. Pero no solo se trata de cambiar hacia la alimentación natural, sino también reciclar la basura, cuidar del consumo de agua, apostar a las energías renovables y sustituir el auto por la bicicleta.

Ecotiendas es la primera cooperativa de producción orgánica, fundada en 2005. Está formada por 23 productores que se conocieron en la feria del Parque Rodó y se unieron para comercializar productos orgánicos en Uruguay.

Betania Burgueño es una de las productoras. Cuenta que de 2005 hasta hoy el incremento de socios ha sido sorprendente: “Hoy por hoy tenemos mucha más demanda que oferta”. Sus clientes tienen algo en común: “La conciencia y ganas de cambiar determinados hábitos, no solo en la alimentación, también en su calidad de vida”.

Hace dos semanas abrió Camelia, un local que sirve comida “sin colorantes, conservantes ni agregados químicos”, afirman sus creadores en su página de Facebook. Su menú natural, que va desde yougures a woks, se suma a otras cartas mayormente orgánicas como las de los restaurantes Biobar, La Fonda, DulceTokio o Mandarino by Ana Durán, según el blog Montevideo a la Carta.

¿Moda?

Puede que muchas personas relacionen este auge con una moda, como si se tratase de algo que está teniendo su momento pero que luego desaparecerá.

Mazuco explica que la gente no está concientizada, sino sensibilizada: “Hay de todo. Algunos lo hacen por moda y otros por convencimiento. Lo que puedo asegurar es que esto es un antes y un después”.

Como ejemplo dice que uno puede usar un jean “chupín” porque está de moda y luego pasarse al oxford en cuanto cambian las tendencias. Sin embargo, “en el momento que empezás a recordar el verdadero sabor de un tomate, no hay vuelta atrás”, afirma Mazuco.

La parte negativa

Con la comida orgánica existen apocalípticos e integrados. De los muchos aspectos negativos que los detractores de lo natural aducen, hay uno innegable: el precio de estos productos.

“Es más caro, pero a la larga no. Si consumís orgánico y saludable, a la larga vas a ahorrar en medicamentos”, explica Mazuco. Y agrega: “El sistema nos alimenta para que nos enfermemos y después te da la medicina para que te cures”.

No obstante, para Burgueño esto es un mito. Según su experiencia como productora, a veces va al supermercado, mira los precios y no da crédito. “La comida orgánica es más cara que las ferias barriales, pero muchas veces, más barata que los supermercados”, dice. Además, dentro del mercado orgánico está la filosofía del “mercado justo”, es decir, pagar lo justo por los alimentos.

Tema generacional

En Uruguay, la tendencia de la alimentación orgánica está liderada por jóvenes.

Para Mazuco los jóvenes sienten una necesidad de escapar del sistema o de ir más allá. Son ellos los que se sienten más incentivados con estos proyectos y buscan cambiar su vida, porque tienen la fuerza y vitalidad para hacerlo, afirma.

“La mayoría de los veteranos que vienen es porque el médico los manda por alguna enfermedad y les recomienda una dieta orgánica”, cuenta Burgueño.

Lo cierto es que la movida orgánica llegó para quedarse y cada vez se asienta más en el verde país.

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