El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ha asegurado que el actual nivel de los tipos de interés en la eurozona es “el adecuado” en función de la evolución reciente de la inflación, las proyecciones a medio plazo y el grado de transmisión de la política monetaria. Sin embargo, ha insistido en que las decisiones del BCE seguirán siendo dependientes de los datos y que no hay una senda predeterminada para futuras subidas o bajadas.
Durante su intervención en el XVI Encuentro Financiero Expansión-KPMG, De Guindos destacó que, aunque parte de la incertidumbre global ha disminuido, especialmente tras el acuerdo comercial entre EE. UU. y Europa, aún persisten riesgos relevantes. Entre ellos mencionó la evolución del tipo de cambio, las tensiones geopolíticas y el impacto de las exportaciones chinas.
“El planteamiento debe ser de enorme cautela. Si las circunstancias cambian, el nivel actual de tipos que hoy consideramos adecuado podría modificarse”, subrayó el vicepresidente del BCE.
Luis de Guindos, en el XVI Encuentro Financiero Expansión-KPMG
Riesgos fiscales por inestabilidad política
Más allá del ámbito puramente monetario, De Guindos alertó sobre los riesgos fiscales derivados de la falta de estabilidad política en algunos países, lo que está dificultando la aprobación de presupuestos.
A su juicio, esta situación puede condicionar el necesario ajuste de las cuentas públicas, en un contexto donde el aumento del gasto, especialmente en defensa, presiona las finanzas nacionales.
Por otra parte, valoró positivamente la situación del sistema bancario europeo, con una mejora en la rentabilidad, reducción del coste del riesgo y niveles mínimos de créditos dudosos. No obstante, advirtió de posibles sobrevaloraciones en los mercados financieros, especialmente en la renta fija, donde las primas de riesgo reflejan un escenario “excesivamente benigno”.
“Los mercados podrían no estar valorando correctamente los riesgos geopolíticos”, indicó De Guindos.
El discurso del vicepresidente del BCE refuerza la posición de la institución en favor de mantener una política monetaria flexible, basada en el análisis riguroso de los datos económicos y financieros, y alerta sobre los retos que podrían surgir si no se logra estabilidad política y presupuestaria en algunos países miembros.
FUENTE: El Observador