La inflación en España volvió a dar un salto en diciembre, alcanzando el 2,8% según los datos definitivos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Este incremento, el tercero consecutivo, tiene como principales responsables el alza en los precios de los carburantes, lubricantes y la energía.
Mientras tanto, el costo de los alimentos y bebidas no alcohólicas se mantuvieron estable, lo que destaca cómo sectores específicos están impulsando la tendencia general.
Los carburantes, el gran detonante
En la subida del IPC durante el mes de diciembre influyó de manera significativa el encarecimiento de los carburantes y lubricantes. Esto responde a varios factores, entre ellos el incremento de los precios internacionales del petróleo y los impuestos aplicados a los combustibles fósiles en España. Adicionalmente, la transición energética hacia fuentes renovables y las tensiones en los mercados internacionales han creado un entorno de volatilidad que afecta directamente al consumidor.
Según el INE, el sector del transporte registró una variación del 0,4% respecto al mes anterior, atribuida principalmente al encarecimiento de los combustibles para vehículos personales.
Esta tendencia también tuvo un impacto acumulativo en los costos logísticos y de distribución, lo que afecta a otras partes de la economía.
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La energía, otro factor que influyó en la inflación española
El sector de la vivienda también contribuyó al aumento del IPC, con una variación mensual del 0,6% debido al alza en el precio de la electricidad.
A pesar de las medidas adoptadas por el Gobierno para contener el impacto de las facturas eléctricas, como las rebajas temporales en el IVA de la luz, el mercado mayorista sigue enfrentando altos costos derivados de la dependencia de combustibles como el gas para la generación eléctrica.
Esta situación evidencia la vulnerabilidad de España ante las fluctuaciones de precios energéticos en el mercado global. Además, la demanda creciente de electricidad durante los meses fríos y la lenta adopción de fuentes renovables también juegan un papel clave.
Aunque la subida de los precios afecta a todos los ciudadanos, el impacto no es homogéneo. Por ejemplo, mientras el precio de los alimentos se mantuvo estable en términos generales, con una reducción significativa en productos como los aceites (-5,6%), ciertos alimentos frescos como el pescado y el marisco han registrado un aumento del 3,4%.
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La energía dispara la inflación en España.
Esta dualidad en la evolución de los precios muestra cómo sectores específicos logran contener los costos mientras otros no pueden evitar los incrementos.
El contexto europeo
La situación inflacionaria de España no es un caso aislado. El Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), que permite comparar la inflación entre los países de la Unión Europea, también alcanzó el 2,8% en diciembre. Esto refleja una tendencia común en el continente, donde los precios de la energía han sido un factor dominante en la economía post-pandemia.
El panorama a corto plazo dependerá de factores externos, como la evolución del precio del petróleo, las decisiones de los principales productores energéticos y las políticas energéticas internas. Además, la inflación subyacente, que excluye alimentos no elaborados y energía, también creció hasta el 2,6%, lo que sugiere presiones inflacionarias persistentes más allá de los factores energéticos.
Mientras tanto, los hogares españoles continúan ajustándose a esta nueva realidad económica, buscando formas de reducir costos en un contexto donde la energía y el transporte se convierten en protagonistas del aumento del costo de vida.