Los líderes de Europa miran desde afuera y con escepticismo la cumbre que protagonizarán este viernes Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska en busca de encaminar una solución a la guerra en Ucrania, que lleva tres años y medio y cientos de miles de muertos y millones de desplazados.
No estarán presentes en la cita en una base militar en Anchorage y deberán esperar que el presidente de Estados Unidos respete la promesa de no avanzar en un pacto para un cese al fuego que involucre cesiones territoriales o compromisos de garantías de seguridad para Kiev sin el consentimiento de Ucrania.
Tampoco que se avance en un levantamiento de sanciones a Rusia, una herramienta de presión que Europa y especialmente Volodomir Zelenski esgrimen como espada para debilitar a Putin.
Los europeos marcaron sus líneas rojas durante la videoconferencia que sostuvieron con Trump el miércoles, en la que pidieron que solo se negocie un alto el fuego, que no se vete el ingreso de Ucrania a la OTAN ni se pacte un intercambio de territorios sin que Kiev tenga la última palabra.
Una oferta para "congelar" el conflicto en Ucrania
Aunque Trump expresó públicamente un compromiso de no negociar sin sentar a la mesa a Zelenski e insistió en las últimas horas en que si la reunión con Putin avanza, de inmediato organizará otro encuentro para poner al ruso y al ucraniano cara a cara bajo su mirada para sentar las bases de un alto al fuego duradero, crecen versiones de los dos lados del Atlántico sobre un posible pacto con una hoja de ruta definida.
Según esas fuentes diplomáticas, uno de los ejes pasaría por congelar la situación en el frente de batalla con un rediseño del mapa de Ucrania a partir de las conquistas rusas, lo que beneficiaría a Moscú y enojaría a los europeos, cuyo límite es que "no se negocie nada sobre Ucrania sin la voz de Ucrania". La versión salió de los pasillos del Kremlin tras la visita el 6 de agosto de Steve Witkoff, el enviado de Trump para negociar con Putin.
La publicación polaca Onet.pl reveló detalles del supuesto plan que plantearía "congelar el conflicto": un alto el fuego (pero no acuerdo de paz); el reconocimiento de las conquistas rusas en Ucrania que implicaría una renuncia de alrededor del 20% de su territorio; el levantamiento de la mayoría de las sanciones contra Rusia y, a largo plazo, la reanudación de la cooperación energética y de las importaciones de gas y petróleo rusos. Ese paquete de propuestas no garantizaría la negativa a ampliar la OTAN ni el fin del apoyo militar a Ucrania.
La versión fue sin embargo desmentida de plano por el asesor presidencial ucraniano, Dimitro Lytvyn, y no mereció mayores comentarios de los líderes europeos, por lo que se fue debilitando.
Qué dijo Trump sobre el encuentro en Alaska
Rusia exige desde hace meses que Ucrania ceda cuatro regiones parcialmente ocupadas (Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón), además de Crimea, anexionada en 2014, y que renuncie al suministro de armas occidentales y a su adhesión a la OTAN, lo que Kiev rechaza de plano. EEUU busca mediar en este punto.
Este jueves Trump dio algunas señales. Aseguró que la cumbre con Putin "tiene un 25% de probabilidades de que no sea exitosa" pero que en caso de serlo dará pista a un segundo encuentro.
"La segunda reunión va a ser muy, muy importante, porque será una reunión donde se alcanzará un acuerdo. Y no quiero usar la palabra 'repartir las cosas'. Pero, ya saben, hasta cierto punto, no es un mal término" porque se hablará de "fronteras y territorios", dijo Trump a Fox News Radio.
otan traum.avif
El presidente Donald Trump, en la Cumbre de la OTAN en La Haya.
Europa cedió en la OTAN y con los acuerdos arancelarios
Hay que decir que la Unión Europea llega a la cita en Alaska mirando por la ventana pero tras haber recuperado cierto equilibrio en su relación con Trump, después de que el estadounidense montara en cólera al inicio de su gobierno por el rol del viejo continente en la OTAN y los desequilibrios comerciales que lo embarcaron en una guerra comercial.
Trump logró en junio el compromiso de que sus socios lleguen a invertir el 5% en Defensa para fortalecer su anillo de seguridad y consiguió imponerles un acuerdo arancelario desventajoso, que la UE aceptó para aquietar las aguas, dejar atrás meses de desconfianza y recuperar su vínculo de socio con EEUU.
Alaska podrá ser un mojón para ver si Trump respeta el compromiso que asumió con los europeos, apuesta a conseguir terminar una guerra que aseguró poco antes de ser presidente resolvería en 24 horas, o, lo más probable, dilata una solución que parece requerir de delicadas negociaciones que involucren a todos los protagonistas.