Otra muerte misteriosa escandaliza a la Rusia gobernada con mano de hierro por Vladimir Putin, quien reformó la Constitución para poder mantenerse en el poder hasta 2036.
Esta vez, fue el vicepresidente de la compañía estatal de oleoductos Transneft, Andréi Badalov, quien fue hallado este viernes muerto en Moscú tras caer por una ventana de su casa.
"El cuerpo de Badálov fue hallado en la calle bajo las ventanas de su casa. La causa preliminar de la muerte es el suicidio", declaró una fuente citada por la agencia oficial rusa TASS, aunque la investigación para determinar las causas de la muerte sigue supuestamente en curso.
El cadáver yacía cerca de la avenida de Rublóvskoye, en las afueras de la capital rusa donde esta la vivienda del empresario ruso.
Badálov, de 62 años, ocupaba el cargo de vicepresidente de Transneft desde 2021 como responsable de la transformación digital, tecnologías de la información y la automatización de la producción de la empresa estatal encargada de la red de oleoductos del país.
Transneft, fundada en 1993, posee el mayor sistema de oleoductos del mundo, con una red cuya longitud es de casi 50.000 kilómetros.
El presidente del consejo de administración de la empresa es Alexandr Nóvak, viceprimer ministro ruso desde 2020, e integrante del universo burocrático que controla Putin.
En los últimos años, varios empresarios y altos funcionarios rusos han fallecido en extrañas circunstancias, y la mayoría fueron determinados como suicidios tras precipitarse desde lo alto de sus apartamentos (como en el caso de Andreí Badalov), de habitaciónes de hospitales o desde sus lugares de trabajo.
Las muertes extrañas en Rusia, siempre sin explicaciones
En abril de 2022, el exvicepresidente de Gazprombank, Vladislav Aváev, fue hallado muerto junto con su esposa e hija en misteriosas circunstancias jamás aclaradas.
Días después, fueron hallados en España los cadáveres de Serguéi Protosenia, directivo de Novatek, su mujer e hija. Tampoco han quedado claro los móviles y las circunstancias de estas muertes.
Ese mismo año, murió Ravil Magánov, presidente de la petrolera Lukoil, quien cayó desde una de las plantas del hospital en el que se encontraba ingresado por una enfermedad.
En todos los casos, las investigaciones oficiales no han conseguido aclarar los motivos y, en general, se adujo la posibilidad de suicidios a la hora de encontrar justificativos.