Son tiempos de asesinos políticos; no de víctimas.
Eso es lo que no entendió Mauricio Macri. Es una época salvaje que no le deja espacio a quienes suplican el regreso de los buenos modales institucionales.
El ex presidente apostó por una música republicana que los porteños ya no quieren escuchar.
Ni el proyecto de ficha limpia, que tumbaron en el Congreso dos senadores de la pyme del misionero Carlos Rovira, y ni siquiera el video escabroso diseñado con inteligencia artificial para recrear una fantasía veinticuatro horas antes de las elecciones.
El sábado previo a los comicios, el ejército de cuentas libertarias salió a mostrar como Mauricio Macri bajaba la candidatura de Silvia Lospenatto para impulsar el voto porteño hacia Manuel Adorni.
La indignación recorrió el espíritu ya reblandecido del PRO y Macri lideró una conferencia de prensa el domingo en el Tortoni para escupir rayos y centellas contra el artificio digital que les tomaba el pelo.
La última ilusión con el video de la IA
“Esto puede ser otro cajón de Herminio Iglesias”, se entusiasmaron algunos dirigentes del PRO en la mañana de la elección. Fue apenas una ilusión de unas pocas horas.
Las encuestas a boca de urna y después las cifras oficiales ratificaron que la Ciudad empezaba a caer rendida a los pies de Javier Milei.
La salida del cepo cambiario, la estabilidad del dólar y la baja constante de la inflación fueron argumentos demasiado poderosos ante una sociedad que lleva mucho tiempo esperando un cambio económico que no le dieron ni Macri ni el kirchnerismo en cualquiera de sus variantes.
La inflación en baja mató al proyecto de ficha limpia que podría haber bloqueado la candidatura de Cristina Kirchner, y la nacionalización de la elección porteña (no pudo haber eslogan más simple y contundente que “Adorni es Milei”) convirtió el resultado favorable en un primer respaldo plebiscitario que Javier y Karina Milei quieren extender a la decisiva provincia de Buenos Aires.
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La rendición en territorio bonaerense
Lo que viene es una rendición de la mayoría de los dirigentes del PRO para que la división con la Libertad Avanza, que resultó perdedora en la Ciudad de Buenos Aires, no se repita en territorio bonaerense.
Diego Santilli, Cristián Ritondo, y los intendentes Guillermo Montenegro y Diego Valenzuela van en fila hacia la retaguardia de las listas de una coalición con jefatura libertaria.
Muchos peregrinos del PRO, de la UCR y de otros partidos los seguirán en ese camino para no quedarse afuera de la batalla por el poder.
Las elecciones bonaerenses del 9 de septiembre (para legisladores provinciales) y del 26 de octubre para legisladores nacionales definirán el color del mapa político de la Argentina que viene. Y es Milei quien sigue marcando el ritmo y el color, violeta claro.
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La Tabula Rasa no es para Mauricio
No fue casualidad que Manuel Adorni terminara su discurso de festejo de la elección del domingo usando la misma idea convocante que Milei había utilizado luego de triunfar en 2023: “Tabula Rasa”.
Ese perdón político y estratégico de Milei no alcanza, obviamente, a Mauricio Macri.
El fundador del PRO rompió la estructura fundacional de su partido retomando su jefatura, echando de la conducción a Horacio Rodríguez Larreta y acelerando el alejamiento de Patricia Bullrich luego de alentar a Milei el mismo día en que la ahora ministra había ganado las PASO presidenciales.
Bullrich y los intendentes bonaerenses del PRO fugaron y fugan hacia la Libertad Avanza.
Lejos quedaron los radicales y Elisa Carrió con los que formó el hoy extinto Juntos por el Cambio, y la gestión de gobierno de Jorge Macri deberá pasar por un examen complicadísimo en la Legislatura Porteña para asegurar la futura gobernabilidad.
El territorio político que va del centro a la derecha ya no le pertenece a Mauricio Macri.
Allí sembró Javier Milei y las semillas empezaron a mostrar sus frutos con la tremenda victoria de Adorni en la Ciudad. Hasta Rodríguez Larreta luce en estas horas más saludable que la debacle macrista.
La lenta agonía del PRO es el fertilizante del que se nutre el crecimiento imparable de La Libertad Avanza.
Ya no suenan los acordes exaltados de “Ciudad Mágica” con el que la novedad amarilla bailaba y saltaba al compás del aura que contagiaba Mauricio Macri.
La melodía de Tan Biónica ahora se vuelve más melancólica. Y como en “Obsesionario en La Mayor”, Macri parece susurrar la estrofa más dolorosa: “Viajo bien adentro, a la Ciudad del desencuentro”.