1 de octubre 2023 - 7:57hs

Roberto Moldavsky camina por las calles de Madrid casi como si fuera un día en Buenos Aires.

Le piden fotos, lo saludan, le hablan, lo felicitan. Llegó con su familia para promocionar sus shows en la capital española, en el Teatro Alcázar, el próximo 23, 24, 30 y 31 de octubre. Y, claro, en estas horas intensas conversó con El Observador España:

- Bienvenido a Madrid.

- Muy feliz de volver. Nosotros habíamos tenido un romance con Madrid antes de la pandemia y se cortó, como una relación “vamos a tomarnos un tiempo”, así que es como retomar desde ahí y estamos muy entusiasmados.

- ¿Qué es “Lo mejor de mí”?

- “Lo mejor de mí” es que hago reír. Aunque parezca soberbio tengo el don de hacer reír y me gusta mucho, digo que tengo el mejor laburo del mundo porque lo mejor que hay es hablarle a alguien y encontrar la sonrisa de vuelta. Físicamente no tengo mucho para entregar, así que lo tengo que buscar es por otro lado (se mira con sorna).

- Pero estás entrenando…

- Si, bueno, no hace falta que lo digas porque la gente lo va a tomar con ironía, estoy entrenando, quizá debería entrenar más, tal vez debería comer menos, por ahí viene.

- Recién nombraste la ironía. Los argentinos somos muy irónicos para hacer humor; el español quizás no.

- Yo creo que los argentinos crecimos con muchos tipos de humores distintos, desde Les Luthiers a Olmedo, Midachi, manejamos muchos frentes. No soy peyorativo cuando digo que es otro público, digo que el argentino a veces ni necesita que remates el chiste, le decís algo y en su cabeza se cuentan el final. Esto no pasa en otros lugares, entonces tenés que ir hasta el final.

- ¿Y el doble sentido? Eso también es muy argentino.

- Se naturalizó en el argentino eso. Cualquier frase que decís suena sacada de contexto, va directo al doble sentido. Alguien te dice una frase, no sé, “anoche tuve una noche…” y vos ya decís, “ah, bueh, fiesta”. El tipo por ahí le dolió la cabeza, no durmió, tuvo fiebre, pero vos le decís: eh… es muy rápido ese camino al doble sentido. Yo creo que tiene que ver con mucha época de limitación en Argentina, los militares, todos los mensajes había que darlos dibujados, censuraban las películas, a los cómicos, y es como que se desarrolló un código diríamos. Olmedo decía algo y todos los demás ya sabíamos a qué se refería. Muchas veces lo pensé eso de por qué se hacía tanto eso; parece como algo secreto que funciona entre los argentinos.

- Como un código secreto entre nosotros.

- Yo me acuerdo en la época de la dictadura con la revista Humor, que era el único lugar donde nos podíamos refugiar, y los tipos hacían unas historietas dibujadas donde estaban denunciando cosas que pasaban y lo veíamos a través de una historieta de un tipo que quedaba solo, o de Boogie el Aceitoso, un matón a sueldo, no sé, es como que aprendimos a manejar esas cosas que no hace falta decirlas hasta el final, que ya se entienden.

- Y justamente, ¿ahora cuál es el rol del humor en medio de la grieta y de todo lo que pasa en la Argentina?

- El humor es un atajo indispensable, imprescindible. El humor en Argentina se ha convertido en algo indispensable, como el humor judío que es la respuesta a la desgracia, una forma de combatir esa desgracia. Lamentablemente en Argentina en esta situación, el humor se vuelve algo parecido. Un medicamento de venta libre para soportar todo lo que estamos viviendo.

- ¿Y en ese sentido el humor salva, o no?

- Ayuda, no salva. Yo le digo a la gente en el teatro: “Por una hora y pico nos vamos a olvidar de todo, pero salimos de acá y sigue todo igual”. Pero bueno, permitámonos reírnos.

- La política y la Argentina, ¿te dan ganas de reír o de llorar?

- Las dos cosas. Pero tenemos que poder reírnos de los políticos. La otra vez en la radio me pasó una buenísima. Estábamos con Jorge (Lanata) y Eduardo (Feinmann) y veo que le van a hacer a un político una nota. Y me encara a mí y me dice “Moldavsky, vos te reís de nosotros en el show”. Y yo le contesto: “Y vos te reís de nosotros todo el año”. Y se reían. El humor político existe en todo el mundo, en la Argentina Tato Bores, de Pinti, eran los tipos que hacían un humor político. Yo tuve la suerte de que Pinti me vino a ver; Tato no llegó, vino la esposa de Tato, y me dijo “Tato te hubiera amado”. Y Pinti me dijo “seguí vos con ésto, no lo dejés, te van a hacer pasar malos momentos, te van a escribir cosas feas, pero tenés que mantener el humor político”. Yo hablaba con el hijo de Tato la otra vez (Sebastián Borensztein), en una nota en la radio y le digo “en twitter me pegan si hago un chiste de Macri, me dicen kuka y si hago uno de Cristina me dicen gorila…” . Y él me contesta: “A Tato le pusieron una bomba en la puerta de la casa”. Ahí me di cuenta de qué boludo que soy, a Tato lo prohibieron los militares, ¿qué importa lo que dice el tarado de Twitter?, tiene razón.

- Son tiempos de fanatismos. ¿De Milei ya te reíste o no?

-Sí, te da mucha letra. Milei es el que más da letra. Hace declaraciones que después acomoda, pero cuando las tira al principio: la venta de armas, la de órganos del cuerpo, cosas que dijo en su momento que para un show son fantásticas. Ojalá que no las haga si llega a presidente, pero…Yo también me río de cosas duras, porque la que va de vice (Victoria Villarruel) dice cosas muy bravas, muy jodidas. En el show digo, bueno, la ponen a ella para que no digan Milei no está tan mal, para que uno diga bueno, no es tan terrible Javier. El humor también sirve entre comillas como denuncia. Porque vos te estás ríendo pero esta persona lo dice en serio.

-¿Qué hace reír a Moldavsky?

-A mí me gusta Les Luthiers, me gustaba Olmedo, Niní Marshall. Yo soy el público ideal, tengo una gran predisposición a reírme. Tengo una banda de amigos también que los emborracho y empiezan a contar. Se llama La Granja, es un espacio en que nos encontramos todos los domingos. Yo todos los domingos voy a la casa de un amigo del que somos amigos de toda la vida. Todas las personas que nos conocen saben que vamos a la Granja todos los domingos, que no hay salida, no hay almuerzo, no hay nada. Y esta gente, que hay de todo, casados, separados, viudos, en pareja, van contando cosas. Tengo la virtud de armarlo en guión teatral; ellos cuentan cosas de su vida. El otro día uno cuenta que fue a caminar al parque, a correr, y una chica lo pasaba caminando; a la segunda vez que lo pasa le dice “escuchá, pará, caminá para el otro lado, me estás destruyendo, no tengo dignidad, pará”. Imaginate lo despacio que debe correr que ya la piba lo pasó dos veces. Yo lo escucho y digo bueno, acá algo va a haber. Cuando fue aquella noticia de (José) López que tiró los bolsos, la estaba escuchando en la radio y dije “esto es una película, de ahí surgió que lo hubiese tirado en la sinagoga, que ese fue el error de López. Lo hubiésemos mandado a Israel y para cuando llega la policía, ya López es el rabino del templo.

- Pero ahora tenés a Chocolate (Rigau) para hacer humor.

-Si, es que no paran. Decía que llamé a Alberto Fernández el otro día y le dije “aflojá con los discursos que no me entra todo en el espectáculo. En algunos lugares saludá y ándate”.

- ¿Y Patricia Bullrich?

- Patricia dijo algo el otro día fantástico. Dijo que ella iba a traer un método holístico filosófico, que los argentinos íbamos a pasar de la tristeza a la felicidad, de la amargura a la alegría. El periodista, pobre, le dice “no entiendo”. Y ella le contesta “ya lo vas a entender”. Y queda ahí, y es como que faltaba que ella le diga “yo tampoco lo entiendo, pero me dijeron que lo diga”.

-¿Cómo viste Madrid?, ¿es parecida a Buenos Aires?

- A mí no me gusta hablar mal de la Argentina cuando salgo, que es un gran deporte nacional. Madrid es Buenos Aires, pero bien, ordenada, limpia, cuidada. Yo amo y disfruto Buenos Aires. Argentina si estás bien, la podés pasar muy bien. Pero en Madrid, les decía a los músicos, hasta el embotellamiento está bueno. Nadie toca bocina, nada. Hoy estuvimos trabados antes de la nota de televisión, acá con el taxi, el taxista decía “si, a esta hora es así”. Un taxista argentino está tocando bocina, metiéndose de contramano… este tipo apenas dijo que teníamos que tener paciencia.

 

 

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