El intestino no solo cumple un rol esencial en la digestión, sino también en el sistema inmunológico y el bienestar general. Mantenerlo saludable depende, en gran medida, de lo que comemos cada día.
Los expertos coinciden en que una alimentación equilibrada y variada puede mejorar la microbiota intestinal, reducir la inflamación y prevenir enfermedades digestivas.
Fibra: la base del equilibrio intestinal
La fibra dietética es fundamental para mantener la salud del intestino. Ayuda a regular el tránsito, prevenir el estreñimiento y alimentar las bacterias beneficiosas del colon.
Los alimentos más recomendados son:
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Avena, arroz integral y quinoa
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Legumbres (lentejas, garbanzos, porotos)
Frutas con piel como manzana, pera o ciruela
Verduras de hoja verde y hortalizas como brócoli o zanahoria
Los nutricionistas sugieren consumir entre 25 y 30 gramos de fibra al día, acompañados siempre de suficiente agua.
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Conoce las implicaciones que podría tener comer avena todos los días.
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Probióticos: bacterias que ayudan
Los probióticos son microorganismos vivos que fortalecen la flora intestinal y favorecen la absorción de nutrientes. Están presentes en alimentos fermentados como:
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Yogur natural y kéfir
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Chucrut o col fermentada
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Kombucha y miso
Estos alimentos pueden reducir los gases, la hinchazón y mejorar la digestión en personas con desequilibrios intestinales.
Prebióticos: el alimento de los probióticos
Tan importantes como los probióticos son los prebióticos, las fibras que sirven de alimento a esas bacterias buenas. Están presentes en productos como:
Consumir ambos —probióticos y prebióticos— permite mantener una microbiota intestinal diversa y resistente.
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Agua, ejercicio y descanso: aliados invisibles
Además de la alimentación, la hidratación diaria, la actividad física regular y el descanso suficiente son pilares del bienestar intestinal.
El movimiento ayuda a mejorar la motilidad del sistema digestivo, mientras que dormir bien regula las hormonas que intervienen en la digestión y el metabolismo.