El conflicto judicial relacionado con las exmonjas de Belorado ha dado un nuevo giro tras la solicitud de nulidad de las actuaciones por parte de los abogados de las religiosas.
El 1 de agosto, una comisión judicial, acompañada por la Guardia Civil y representantes de la Federación de Clarisas y el Arzobispado de Burgos, se presentó en el monasterio de Orduña (Bizkaia) para proceder al traslado de cinco monjas mayores a otros conventos de la federación.
Este traslado se realizó en el marco de un auto judicial que había sido dictado por la jueza de Briviesca, como parte de medidas cautelares para personas con discapacidad.
Sin embargo, los abogados de las exmonjas aseguran que el procedimiento se tramitó a espaldas de las monjas y sin su conocimiento, dejándolas en total indefensión.
Además, el traslado se llevó a cabo en un partido judicial distinto al de Briviesca, lo que ha sido calificado por los abogados como un cúmulo de irregularidades.
El conflicto surge dentro de un proceso judicial que comenzó cuando un grupo de monjas clarisas en Belorado se separó de la Iglesia Católica, en lo que el Arzobispado de Burgos considera un cisma religioso, y adoptó la tutela de un obispo excomulgado, Pablo de Rojas.
Los abogados de las monjas han solicitado la nulidad de todas las actuaciones judiciales relacionadas con el traslado y la intervención de las autoridades, además de pedir la implicación de la Fiscalía para defender los derechos de las monjas.
El cisma de Belorado y el testimonio de Sor Amparo
Este conflicto ha tenido sus raíces en un cisma religioso ocurrido el 14 de mayo de 2024, cuando un grupo de monjas clarisas de Santa Clara de Belorado anunciaron su ruptura con la Iglesia Católica y se pusieron bajo la tutela del exobispo Pablo de Rojas.
Este acto de separación, considerado un cisma por la Iglesia, incluyó la toma del monasterio y su patrimonio, lo que desató un proceso judicial y canónico que sigue su curso.
Sor Amparo, una de las monjas que abandonó el convento durante el cisma, ha decidido hablar públicamente sobre los motivos que la llevaron a tomar esa decisión.
En una entrevista reciente, Sor Amparo describió el monasterio como un lugar que se había convertido en una "secta", y explicó que se sintió obligada a abandonar la comunidad porque "no se podía vivir contra la Iglesia y contra todo".
Según su testimonio, la situación dentro del convento se había vuelto insostenible, especialmente por la influencia del obispo excomulgado, Pablo de Rojas, y la exabadesa Sor Isabel, quien lideró el cisma para mantener el poder dentro de la comunidad.
Sor Amparo también denunció que Sor Isabel se había autoproclamado la autoridad del convento, algo que consideraba ilegítimo. Afirmó que la exabadesa no tenía autoridad para tomar las decisiones que tomó, y que la comunidad se había transformado en un lugar de críticas, mentiras y falta de fe.
Además, relató que las reuniones privadas entre Sor Isabel y las monjas de su comisión impidieron que las demás religiosas pudieran realizar actividades comunes como rezar o compartir las comidas.
Sor Amparo expresó su desconcierto por cómo las monjas del convento decidieron seguir a Pablo de Rojas, a quien previamente criticaban abiertamente, describiéndolo como un "fantochillo" y advirtiendo que romper con la Iglesia era un acto sin precedentes para las religiosas.
Desde su salida del convento, Sor Amparo no ha podido contactar con las monjas mayores que permanecen en el monasterio, y ha denunciado que se les impide mantener comunicación con sus familiares.
A pesar de los esfuerzos, asegura que las monjas de mayor edad están siendo "enganchadas" y no se les está diciendo la verdad sobre los acontecimientos.
Actualmente, Sor Amparo vive con las clarisas de Vitoria, donde ha encontrado una acogida entrañable, pero sigue dolorida por la forma en que tuvo que dejar su hogar y sus hermanas sin poder despedirse de ellas. Según sus palabras, "eso fue lo que más me dolió".
Contexto del cisma y las tensiones internas
El cisma de Belorado ha marcado un antes y un después en la historia reciente de la vida religiosa en España, pues ha enfrentado a un grupo de monjas con la Iglesia Católica, generando no solo tensiones internas dentro del convento, sino también conflictos legales y canónicos.
A medida que el proceso judicial avanza, la situación sigue siendo tensa, con la comunidad de exmonjas dividida y las autoridades eclesiásticas y judiciales tratando de resolver un conflicto que involucra tanto a la fe como a la propiedad y los derechos de las monjas involucradas.