Lo que importa
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El Mar Menor presenta niveles de metales tóxicos que superan los límites aceptables a nivel mundial.
La principal fuente de contaminación es la actividad minera en la sierra de Cartagena-La Unión.
Aunque las concentraciones superficiales han disminuido, los metales siguen presentes en los sedimentos.
El cambio climático y la actividad humana podrían reactivar esta contaminación.
El estudio resalta la necesidad de una gestión integral de los ecosistemas costeros.
Contexto
¿Qué hallazgos revela el nuevo estudio sobre el Mar Menor?
El estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales y el Departamento de Física de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), publicado en Marine Pollution Bulletin, encontró que los sedimentos del Mar Menor contienen plomo, arsénico, zinc, mercurio, cobre y plata en niveles que “superan los límites de toxicidad y los valores de ecosistemas costeros similares a nivel mundial”. Esta situación posiciona a la laguna salada de Murcia como un caso extremo de contaminación costera histórica.
¿Cuál es el origen de esta contaminación?
Según la investigación, la principal causa de la acumulación de metales es la actividad minera de la sierra de Cartagena-La Unión, que fue intensa entre finales del siglo XIX y mediados del siglo XX. Aunque las minas cerraron en los años 90, los metales continuaron fluyendo hacia la laguna a través de la escorrentía provocada por lluvias torrenciales. Hoy en día, el sur del Mar Menor, cercano a los antiguos cauces mineros, alberga las mayores concentraciones.
¿Cómo evolucionaron los niveles de contaminación a lo largo del tiempo?
Los datos históricos muestran que las concentraciones más altas de metales se registraron hacia mediados del siglo XX. Tras la prohibición de vertidos mineros en 1955, algunas concentraciones disminuyeron. Sin embargo, otros contaminantes continuaron llegando debido a nuevas fuentes urbanas y al arrastre de materiales desde antiguas zonas mineras, lo que ha perpetuado el problema ambiental.
¿Cuál es el estado actual de la contaminación?
Actualmente, las concentraciones superficiales de metales son menores que durante el siglo pasado, pero los sedimentos en el fondo de la laguna siguen almacenando cantidades significativas. Esto representa un riesgo potencial, ya que esos metales pueden volver a liberarse en determinadas condiciones ambientales.
¿Qué riesgos implica esta situación para la biodiversidad?
La investigadora Irene Alorda advirtió que, aunque los metales no están afectando directamente a los seres vivos en este momento, “podría ser mayor en un futuro debido a las interacciones con otras presiones derivados de actividades humanas”. Factores como el cambio climático, los episodios de eutrofización y la resuspensión de sedimentos podrían reactivar estos contaminantes, aumentando su disponibilidad para los organismos acuáticos y poniendo en riesgo la biodiversidad del ecosistema.
¿Qué valor aporta esta investigación?
El estudio no solo documenta el estado de contaminación del Mar Menor, sino que también ofrece información “clave” para diseñar estrategias de conservación y mitigación. Además, subraya la importancia de considerar los impactos históricos junto con los efectos actuales del cambio global, para gestionar de forma “integral” ecosistemas costeros vulnerables.
Cómo sigue
La continuidad de esta situación dependerá en gran medida de las acciones que se tomen para controlar tanto la contaminación histórica como las nuevas presiones derivadas del cambio climático y la actividad humana. La investigación sugiere que sin una gestión integral de los sedimentos y sin estrategias de mitigación efectivas, los metales almacenados podrían volver a liberarse, incrementando los riesgos ecológicos. El estudio aporta bases científicas para futuros planes de conservación, no solo en el Mar Menor sino también en otros ecosistemas costeros afectados por pasivos ambientales históricos.