23 de diciembre 2025 - 9:34hs

A casi un año de su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump intenta recuperar la narrativa económica con la promesa de un "boom" inminente, en un esfuerzo por calmar la impaciencia de los estadounidenses ante el elevado costo de vida. Con la mirada puesta en las elecciones de medio término de 2026, el republicano busca convencer al electorado de que sus políticas están dando frutos, mientras su aprobación en materia financiera retrocede y la oposición demócrata capitaliza el descontento para centrar allí su ofensiva electoral.

La economía fue el motor que le otorgó a Trump un segundo mandato. Al inicio de su gestión, su mensaje fue contundente: "La edad de oro de Estados Unidos comienza ahora mismo". Sin embargo, en sus recientes apariciones, desde el discurso televisado del miércoles hasta el mitin en Carolina del Norte el viernes, el tono parece haberse ajustado a una realidad más compleja. "Van a ver resultados en seis meses o un año", afirmó el presidente, desplazando un cronograma que originalmente prometía mejoras inmediatas en el empleo y los precios.

Los indicadores de 2025 presentan un escenario desafiante. La Casa Blanca intenta modificar la percepción pública sobre una economía que, aunque logró estabilizar la inflación en un 2,75% interanual, cifra significativamente inferior al 9% del periodo de Joe Biden, aún muestra señales de estancamiento. El mercado laboral, que en 2024 promediaba 168.000 nuevos empleos mensuales, sumó apenas 55.000 puestos por mes bajo la nueva administración, lo que representa una caída del 67%. En sintonía, la tasa de desempleo escaló al 4,6% en noviembre, su nivel más alto en cuatro años.

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“Estamos arreglando cuatro años de desastre y decadencia”, dijo Trump el viernes en un centro de eventos en el este de Carolina del Norte, un estado clave donde los republicanos intentan mantener un escaño en el Senado en 2026. El presidente califica las preocupaciones sobre el costo de vida como una “estafa” y cuando Politico le preguntó este mes qué nota se pondría a sí mismo en economía, respondió: “A+++++”.

La economía en el centro de la agenda electoral

La narrativa de la "Edad de Oro" choca con datos que generan nerviosismo en las filas republicanas. Según una encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, solo el 31% de los adultos en EEUU aprueba ahora la gestión económica de Trump, frente al 40% en marzo.

En las elecciones de mitad de mandato del próximo año, los republicanos se juegan la mayoría en el Congreso, especialmente en la Cámara de Representantes. En este escenario, y tras obtener victorias significativas en estados como Nueva Jersey y Virginia, así como en las alcaldías de Nueva York y Miami, los demócratas detectaron una vulnerabilidad en la narrativa económica de la Casa Blanca. De este modo, el costo de vida se consolidó como el eje central de la estrategia opositora.

Rally de Trump en Carolina del Norte. Habla sobre la economía y los precios. AFP
El público con carteles de

El público con carteles de "precios más bajos" en un rally de Donald Trump en Carolina del Norte.

Industria y aranceles

Durante la campaña del año pasado, Trump prometió un “nuevo industrialismo estadounidense” para devolver al país su estatus de “potencia manufacturera”. Sin embargo, a pesar de los anuncios de un resurgimiento en las fábricas, el empleo en el sector no aumentó en lo que va del año.

Para intentar materializar este ambicioso plan, la administración recurrió a su herramienta predilecta: los aranceles. Según el Budget Lab de Yale, la tasa arancelaria efectiva promedio saltó del 2,4% al 16,8%, alcanzando niveles no vistos desde 1935.

No obstante, la implementación de los aranceles fue "más dolorosa de lo esperado", según admitió la jefa de gabinete, Susie Wiles, a Vanity Fair. La estrategia enfrenta dos frentes críticos: el riesgo de que las empresas trasladen estos costos al consumidor final y la incertidumbre judicial. La próxima definición de la Corte Suprema sobre la legalidad de estos gravámenes genera dudas sobre su continuidad para 2026, lo que añade una capa extra de volatilidad a los mercados.

Votaciones anticipadas en Nueva York. AFP

Pensilvania, estado clave

A la serie de discursos de Trump se sumó la visita del vicepresidente, JD Vance, a Allentown, Pensilvania. En un mitin republicano encabezado en el Hamilton Family Restaurant, Vance reconoció la crisis del costo de vida, culpó a la gestión de Biden e insistió en que vendrían tiempos mejores.

Con unos 125.000 habitantes, Allentown es el eje del Valle de Lehigh, la tercera zona metropolitana más grande del estado, y un lugar que suele ocupar un asiento en primera fila en el debate nacional. Pensilvania se consolidó como un estado de victoria obligatoria y Allentown como un campo de batalla ineludible que podría decidir el control de la Cámara de Representantes en las elecciones de 2026.

La imagen de Allentown como una ciudad puramente industrial está quedando en el pasado; hoy, su centro destaca por hoteles modernos y un estadio que alberga desde hockey hasta grandes conciertos. Este proceso de renovación se complementa con un cambio demográfico profundo: en años recientes, la comunidad latina se convirtió en la mayoría de la población, impulsada por el crecimiento de las familias puertorriqueñas, mexicanas y dominicanas.

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El triunfo de Donald Trump el año pasado funcionó como un motor electoral que impulsó a figuras como el representante Ryan Mackenzie a asegurar su escaño. Sin embargo, esa misma cercanía lo sitúa hoy como uno de los legisladores republicanos más vulnerables del Capitolio. Para garantizar su reelección, Mackenzie enfrenta un complejo desafío: retener la lealtad de la base trumpista y atraer al votante independiente. Este delicado equilibrio quedó de manifiesto recientemente cuando, tras denunciar los "fracasos de la Bidenomics", se desmarcó de la línea dura de su partido para exigir la extensión de los subsidios de salud que vencen a finales de año.

Aunque el condado de Lehigh se inclinó por Trump el año pasado, lo hizo por un margen sumamente estrecho. Esta paridad alimentó la confianza de los demócratas, quienes ven una oportunidad real de recuperar el escaño en el Congreso. El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, fue uno de los más enfáticos en señalar cómo las políticas arancelarias están afectando a la industria local.

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