También por las causas judiciales cruzadas con la política...
Totalmente. Para alguien como yo, que creció cubriendo la política de países como Argentina y Brasil, todo este proceso me suena.
¿Ve un proceso de "latinoamericanización" de la política en Estados Unidos?
Prefiero evitar ese término porque lleva una connotación negativa para América Latina. Y la verdad en este momento países como Uruguay, Chile, inclusive Argentina, tienen cosas para enseñarle al mundo sobre la calidad de la democracia. Por ejemplo, hacer las elecciones con el conteo rápido de los votos y sin que nadie cuestione los resultados. Ese era un logro que habíamos conseguido aquí en Estados Unidos y hemos perdido en los últimos años.
¿Los grandes empresarios de Estados Unidos, a los que usted conoce bien, tienen favoritismo entre Biden o Trump?
Tengo contacto con las grandes empresas. Vivo en Nueva York y diría que aquí está bastante dividido. Quienes ponen más énfasis en la parte institucional pueden no estar muy contentos con Biden, con la inflación, con lo que ellos ven como el exceso de regulación. Pero al mismo tiempo, creen que Trump representaría un riesgo de deterioro para la democracia. Otros ven que la performance económica estuvo mejor con Trump. Muchos, inclusive, votaron a Biden pero están decepcionados con sus políticas tributarias y regulatorias. Entonces han cambiado de opinión.
¿Qué se puede esperar de una segunda presidencia de Trump? ¿Llegará con ánimo revanchista, como planteó la republicana Nikki Haley?
Trump tiene la característica de ser alguien que dice exactamente lo que va a hacer. Y está diciendo con todas las letras que va a usar el aparato judicial para perseguir a sus enemigos, a la gente que, según él, lo ha perseguido a él. Y hay que creerle. Es un hombre que también dijo que quería suspender la Constitución. Ahora dijo que sólo pretende, entre comillas, ser un dictador el primer día. Es un caso claro de alguien que está revelando sus intenciones, como siempre ha hecho. Si resulta electo, él va a pensar que tiene todo el derecho de hacer lo que está prometiendo, porque fue muy transparente durante la campaña.
¿La gran novedad de esta campaña es que el debate migratorio es un tema central en la elección?
Totalmente. No es exactamente una novedad, porque fue uno de los temas principales de la primera campaña de Trump en el 16. Pero ha ganado más relevancia ahora por los números que son masivos. Los llamados encuentros con gente que ha entrado sin autorización al país son el triple de lo que eran al final del gobierno de Trump. Eso se siente no solo en estados de frontera, sino en ciudades como Nueva York, porque los gobernadores republicanos están mandando inmigrantes a estos lugares para que la gente en lugares más progres sienta el mismo impacto. Es una táctica cínica, pero está funcionando. Genera una fuerte presión presupuestaria sobre Nueva York y Chicago.
¿El repentino endurecimiento de las políticas migratorias de Biden encierra una admisión de fracaso?
Biden cambió radicalmente de rumbo con su política migratoria porque vio que no estaba funcionando, que las decisiones que tomó en los primeros días permitieron la entrada de más personas. Hay que reconocer que pasó los últimos meses tratando de llegar a un acuerdo con los republicanos en el Congreso para hacer una gran reforma bien pragmática y amplia. Hubo acuerdo, pero Trump entró para sabotearlo con la sencilla explicación de que no quiso ayudar a Biden en un año electoral. La política migratoria en los Estados Unidos es un problema bipartidario desde hace 30 años. Hay 12 millones de personas viviendo en las sombras. Podríamos implementar un programa para absorberlos, para que vivan con más dignidad y respetando las leyes. No lo hicimos por los juegos políticos.
Trump prometió implementar deportaciones masivas de inmigrantes. ¿Qué impacto tendrían?
Podría generar muchos riesgos para la economía y el tejido social americano. Estamos hablando de poblaciones masivas de migrantes que están muy integradas con sus familias, algunos llevan 20 años o más en el país. Si él hace lo que está diciendo, las consecuencias son bien imprevisibles, porque es una operación fuerte e inédita en nuestra historia.
¿Es realmente aplicable? El muro en los 3.000 kilómetros de frontera con México estuvo lejos de concretarse.
No consigo imaginar cómo sería una deportación masiva. Al mismo tiempo, Trump aprendió de sus experiencias del pasado. En el 17, llegó sin gente y sin plan. Ahora no es así. Él ya tiene un plan de gobierno elaborado por varios institutos, varios think tanks en Washington, como el Heritage Foundation. Y desde hace años está viendo quiénes serían leales para llegar el primer día al gobierno sin ese problema con el Deep State, o sea, la burocracia federal, que saboteó la agenda trumpista durante su primer gobierno. Muchos funcionarios de la burocracia hicieron todo lo posible para no cumplir con la agenda de Trump.
¿Qué plan económico imagina para la segunda presidencia de Trump?
Él está hablando de tarifas arancelarias sobre todas las importaciones, que sería muy radical comparado con lo que hizo la primera vez, que ya tuvo un elemento proteccionista.
¿Sería más proteccionista?
Sería más proteccionista y, según muchos economistas, más inflacionario. Trump fue consistente con eso. Las tarifas sobre importaciones serían un elemento fundamental de esa agenda.
¿Cómo explica el paulatino corrimiento de muchos votantes latinos hacia el Partido Republicano y la figura de Trump en particular?
Por dos defectos principales de Biden. El primero es la inflación. Tengo 46 años. Antes de la pandemia, mi generación nunca había pasado por una inflación importante. Literalmente no sabían lo que era. Y si bien está desacelerando, los precios no vuelven a ser lo que eran. El timing y cierto exceso de estímulo en la economía, hizo que la época de la inflación post-Covid le tocara a Biden. Por eso la gente le echa la culpa. El segundo problema de Biden es la edad. Hay una falta de confianza en el presidente al nivel más básico. Si un líder no transmite confianza, todo lo demás no importa. Por eso está perdiendo votos.
El problema de Biden es la edad. Hay una falta de confianza en el presidente al nivel más básico. Si un líder no transmite confianza, todo lo demás no importa. Por eso está perdiendo votos El problema de Biden es la edad. Hay una falta de confianza en el presidente al nivel más básico. Si un líder no transmite confianza, todo lo demás no importa. Por eso está perdiendo votos
¿El debate contra Trump puede exponer esa debilidad de Biden?
El debate es súper importante. Ya se especula en algunos círculos del Partido Demócrata que, si no le va bien a Biden, ahí entrarían de nuevo los rumores sobre una posible sustitución del candidato. Aunque en el discurso del Estado de la Unión le fue muy bien. Fue enérgico, leyó e improvisó. Si ese hombre aparece de nuevo, tal vez disminuyan las preocupaciones. Pero es un tema muy presente. Muchos adolescentes en 9 de cada 10 veces que ven a Biden es en un vídeo que se burla de él porque no sabe dónde está, habló mal o imágenes editadas para mostrar su peor versión.
Brian Winter sobre Biden y la inflación
¿Quién podría ser él sustituto o sustituta de Biden?
Sería inédito en la presidencia moderna. La gente del Partido Demócrata dice en voz baja que Kamala Harris no sería la candidata, porque el público americano no le tiene mucha fe. Pero a la vez eso podría ofender a muchos electores tradicionales del Partido, en la comunidad negra y las mujeres. Con ellos de lado, el sueño de todos es Michelle Obama, pero no está claro si le interesa. Otro candidato serían los gobernadores Gavin Newsom, Gretchen Whitmer o JB Pritzker. Pero nadie quiere ser percibido como la persona que obligó a Biden a dar un paso al costado.
Tras décadas de políticas que alternaron entre el injerencismo y la indiferencia, ¿cambió la relación actual entre Estados Unidos y América Latina?
América Latina está ganando relevancia. Y hay conciencia en ambos partidos en Washington, con una nueva generación que entiende que los tiempos cambiaron y ven la región con nuevos ojos. Hay una conciencia clara de las oportunidades y necesidades del nearshoring, de cambios en las cadenas de suministro por una ruptura parcial con China y el papel relevante que tiene que jugar América Latina, incluso desde países tan distantes como Brasil y Uruguay, en esa reorganización. Otros países están ganando más influencia política y económica, como Arabia Saudita e India. También hay líderes a nivel regional más conectados con el mundo. Lula en el campo progresista; Bukele y Milei en el campo libertario, despertando interés en Silicon Valley y en el mundo Trump. Yo percibo ese cambio.
¿Cómo ve el establishment de Washington a Javier Milei presidente, ya pasada la sorpresa de su llegada al poder?
Milei tuvo probablemente la mejor semana de su gobierno, con la aprobación de la ley Bases, el acuerdo con China y el número de inflación bajo en mayo. Sorprendió a muchos. Pero tampoco hay que exagerar. Argentina es un país que sigue enfrentando grandes desafíos. Yo viví la crisis del 2001. Prácticamente todos los argentinos vivos solo conocen un país que enfrenta una crisis tras otra. Revertir esa tendencia no es cosa de seis meses o un año. O inclusive un sólo mandato. Pero hay voluntad de los argentinos de querer cambiar y de apoyar a Milei incluso durante una recesión brutal actual.
En un artículo usted señaló que Milei no es distinto a los políticos que explican desde hace años el fracaso de la Argentina. ¿A qué se refiere?
Milei me recuerda a las mil horas que pasé en las confiterías de Buenos Aires escuchando a economistas y políticos cada uno explicando con sus teorías complicadas por qué Argentina no funciona. Y no lo digo como insulto. Todos tienen su teoría sobre cómo, cuándo y por qué Argentina entró por el camino equivocado. Y hablar de eso es una pasión argentina. Es el único país en el que un taxista te puede hablar de los bonos y las Leliqs. Es una locura. Lo viví en Argentina y no podía imaginar nada parecido en los Estados Unidos. Los argentinos saben mucho de economía. Los americanos no saben nada porque no era necesario. El ser humano sabe lo que tiene que saber. ¡Ojalá algún día los argentinos puedan ser tan ignorantes como los americanos somos!
0623_EO USA Milei YOUTUBE.mp4
A casi un mes para las elecciones en Venezuela, ¿considera que está vez puede perder el chavismo de Nicolás Maduro?
Yo soy un pesimista habitual con Venezuela y por eso nunca me he equivocado. Siempre he dudado de las iniciativas democráticas, básicamente porque un dictador, una vez instalado, es muy difícil que eso se retire. Ese es el caso de Venezuela.
Pero esta vez hay indicadores de pérdida de apoyo en zonas rurales que eran el bastión del chavismo...
Diría que la posibilidad de que Maduro se quede debe estar por encima del 90%. Pero hasta hace poco esa posibilidad era casi del 100%. 10% es muy alto entonces. Hay una sensación de que esta vez se le ha ido la mano. Ha perdido el control. Todavía conserva herramientas ya sea para cancelar o demorar las elecciones, hacer fraude o sabotear el período de transición. Pero ya, todas esas opciones le costarían bastante caro. Es posible que pase algo interesante y democrático. Todas las encuestas muestran que los venezolanos quieren el cambio. Y algunos chavistas pueden evaluar que no les conviene quedarse en el poder sólo con el apoyo del 10 o 20% de la población.