Completada esa instancia, los estados pueden redibujar los límites de sus distritos electorales (redistricting). Cuando ese rediseño se hace para favorecer a un partido o a un grupo en particular, se habla de gerrymandering.
Así sucedió en 2020 cuando se realizó el último censo del país. Sin embargo, cambios en los mapas electorales a mitad de década, como los que impulsan Texas y California, son inusuales.
El término se acuñó a comienzos del siglo XIX a partir del apellido de Elbridge Gerry, entonces gobernador de Massachusetts, quien en 1812 firmó una ley que redibujó los distritos para perjudicar a sus rivales políticos. Uno de ellos se asemejaba a una salamandra (salamander, en ingles), y el Boston Gazette popularizó el neologismo “Gerry-mander” con una caricatura difundida ese año.
Caricatura "The Gerrymander", de Gilbert Stuart en 1812, que dio nombre al término de Gerrymandering.
Caricatura "The Gerrymander" de Gilbert Stuart, que dio nombre al término de Gerrymandering. Es un juego de palabras con el apellido del gobernador de Massachusetts, Gerry, y salamander (salamandra), por la caprichosa forma del distrito electoral en 1812.
Desde entonces, los diferentes partidos han recurrido al gerrymandering para potenciar su representación electoral. Este también fue un recurso utilizado para hacer que los votos de los afroamericanos, latinos y otras comunidades tuvieran menos peso.
Los críticos de este proceso argumentan que fomenta una mayor polarización y reduce la representatividad de los votantes. En diálogo con El Observador USA, la profesora de Ciencia Política en la Universidad de Columbia, Victoria Murillo, explicó que el gerrymandering redujo el número de distritos competitivos. Esto tiene un impacto particular en las posturas de los representantes: “En los distritos no competitivos, los legisladores se enfocan más en sus primarias, mientras que en aquellos con posibilidad de competencia, la atención se dirige hacia el electorado”.
La práctica generalmente se ejecuta mediante dos técnicas: cracking y packing. La primera consiste en dispersar a electores con características similares, por ejemplo la misma afiliación partidaria étnica, entre varios distritos; al dividir su voto, se dificulta que impongan a sus candidatos en cualquiera de ellos, ya sean liberales, negros, latinos o conservadores.
La segunda hace lo contrario. Packing es concentrar a esos votantes en el menor número posible de distritos; allí ganan con holgura, pero su influencia se reduce en el resto del mapa.
El “Gran y Hermoso Mapa” de Texas
El presidente del Caucus Demócrata de la Cámara de Representantes de Texas, Gene Wu, en una reunión para debatir un nuevo plan para rediseñar los mapas electorales del estado. Gerrymandering. AFP
El presidente del Caucus Demócrata de la Cámara de Representantes de Texas, Gene Wu, en una reunión de la Cámara en el Capitolio estatal para debatir un nuevo plan para rediseñar los mapas electorales del estado.
AFP
El gerrymandering de Texas atrajo la atención de todo el país en las últimas semanas, debido a la fuerte polémica que despertó en el estado. El proyecto republicano de rediseño distrital llevó a los demócratas de Texas, minoría en su Cámara, a abandonar el estado durante 15 días para impedir el quórum especial de dos tercios que necesita la Legislatura estatal para sesionar. En ese momento, el gobernador Abbott ordenó la búsqueda y detención de los ausentes.
Luego de dos semanas de intensa disputa, los legisladores regresaron el lunes pasado, afirmando haber logrado su objetivo de instalar el tema en la agenda nacional. Para evitar una nueva salida ese mismo día, el presidente de la Cámara, Dustin Burrows, cerró con llave las puertas del recinto y exigió a los demócratas en boicot que firmaran autorizaciones aceptando quedar “bajo custodia” de un agente del Departamento de Seguridad Pública hasta la sesión del miércoles.
La representante Nicole Collier se negó y permaneció dos noches en el pleno para evitar ser escoltada. Su protesta se extendió y otros demócratas rompieron sus autorizaciones y se sumaron a ella.
Después de la aprobación en la Cámara baja, el sábado en la madrugada el Senado de Texas aprobó el proyecto que se convertirá en ley cuando el gobernador lo firme en la semana. “El Gran y Hermoso Mapa ha sido aprobado por el Senado y va camino a mi despacho, donde será promulgado rápidamente”, dijo Abbott en un comunicado.
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Los demócratas prometieron librar una batalla legal contra los nuevos mapas congresuales. “Esta lucha está lejos de haber terminado. Nuestra mejor oportunidad está en los tribunales”, dijo Gene Wu, líder demócrata de la Cámara de Diputados de Texas. Mientras tanto, los republicanos cumplieron con sus amenazas de castigar a quienes abandonaron el estado y notificaron que algunos deberán pagar multas por más de 9.000 dólares.
Un gerrymandering para “defender la democracia”
Ante la posibilidad de que cinco escaños pasen a manos republicanas, Gavin Newsom orquestó en California un plan espejo para que los demócratas sumaran otros cinco. Los legisladores azules del estado enmarcaron el voto del jueves en ese contexto nacional, como una defensa de la democracia frente a lo que calificaron de “manipulación electoral” de Trump. Aun así, aprobaron desechar las líneas trazadas por la comisión independiente estatal y avanzar con un mapa partidario, alegando que el fin justificaba los medios.
A diferencia del plan de redistritación de Texas, que no requería una enmienda constitucional, la iniciativa de California avanzó mediante tres proyectos: uno que modifica la Constitución estatal, otro que financia la elección del 4 de noviembre y otro que incorpora los nuevos mapas. Los tres fueron aprobados el jueves por ambas cámaras de la legislatura, en votaciones divididas por líneas partidarias.
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El plan de redistritación de California entrará en vigencia solo si, en la elección de noviembre, los votantes aprueban una enmienda a la Constitución estatal que reemplace temporalmente los mapas de la comisión independiente de la Cámara de Representantes por nuevos trazados demócratas para 2026, 2028 y 2030. Los republicanos reconocen que la mejor opción para impedir este rediseño es a través de la urnas, por lo que ambos partidos se preparan para una intensa campaña.
Newsom argumentó que el esfuerzo de California “contrasta radicalmente con lo que están viendo en Texas”, porque los votantes deben dar su visto bueno antes de que los nuevos distritos puedan entrar en vigor. “Es el esfuerzo de redistritación más democrático que se ha impulsado en la historia de los EEUU”, dijo en una conferencia de prensa el jueves.
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Otros estados evalúan un rediseño distrital
Estas elecciones de medio termino serán clave. Hoy, los republicanos controlan ambas cámaras del Congreso, lo que les da margen para sacar adelante las medidas que Trump impulsa, poder del que careció en su gestión anterior. Los demócratas, por su parte, esperan en esa instancia recuperar terreno en el Capitolio para poner freno a esa agenda.
Los dos estados más poblados del país dieron el primer paso en lo que apunta a ser una campaña intensa y prolongada de redistritación por parte de ambos partidos para afianzar poder en Washington. La movida presiona ahora a otros gobernadores, tanto de estados rojos como azules, a seguir el ejemplo y redibujar con mayor agresividad sus mapas congresuales.
Por el momento, los republicanos llevan la delantera: están listos para avanzar en Florida, Ohio, Misuri e Indiana, con la posibilidad de sumar al menos media docena de escaños. Los demócratas, en cambio, tienen más dificultades para activar procesos similares fuera de California, aunque líderes en Nueva York, Illinois y Maryland aseguran dicen estar evaluando opciones.
“Game on”, dijo el miércoles en X la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, después de que la Cámara de Texas aprobara sus nuevos mapas.
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Lo que se disputa en estas batallas es un giro de alcance nacional: abandonar la regla de redistritación alineada con el Censo cada diez años y pasar a un escenario más polarizado, en el que ambos partidos redibujan los mapas a voluntad para inclinar la balanza del poder.
Qué dice la Corte Suprema de EEUU
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En los últimos años, la Corte Suprema de Justicia resolvió distintas causas vinculadas al gerrymandering. Y mientras sí admitió demandas contra rediseños distritales con discriminación racial, desestimó las que alegan manipulación partidaria, dejando a los tribunales federales sin competencia para intervenir en esos casos.
En 2017, en el caso Cooper v. Harris, la Corte declaró que dos distritos de Carolina del Norte, trazados tras el Censo de 2010, constituían gerrymandering racial y eran inconstitucionales por violar la Ley del Derecho al Voto que prohíbe la discriminación racial.
En 2019, en Rucho v. Common Cause y Lamone v. Benisek, el Tribuna Supremo sostuvo que las impugnaciones por manipulación partidaria plantean cuestiones políticas no justiciables en los tribunales federales. Por ello, dejó en manos de las legislaturas, cortes estatales o del Congreso la tarea de fijar reglas para prevenir y corregir ese tipo de mapas. Los críticos advirtieron lo problemático de que la legislación sobre gerrymandering quede en manos de los mismo que pueden beneficiarse de ella.