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Heidigate: acusaciones contra campaña de Vidal en Argentina

La gobernadora está bajo ataque opositor por irregularidades en el financiamiento proselitista
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24 de julio de 2018 a las 05:00
Las perspectivas electorales del macrismo cayeron a su punto más bajo, por la combinación de reveses en la economía y un escándalo que salpica a su principal figura política.

Cuando parecía que ya nada podía empeorar la situación de una corrida cambiaria, una inflación que se encamina a superar el 30% anual y una recesión que tiene asegurado al menos un semestre de duración, llegó un golpe al que la oposición parece dispuesta a sacar todo el jugo posible.

Se trata de un escándalo por el uso de "aportantes truchos" en el financiamiento de las campañas electorales. Y si bien el tema afecta por igual a todos los partidos, está dañando particularmente al macrismo y a una de sus estrellas ascendentes.

María Eugenia Vidal, gobernadora de Buenos Aires y, con un 53% de imagen positiva, la política más popular de la coalición Cambiemos, se vio forzada a echar a su contadora general, Fernanda Inza, que en la última elección legislativa fue su tesorera de campaña.

El escándalo empezó por una investigación periodística de "El Destape", un medio afín al kirchnerismo, que descubrió lo que parece ser un fraude masivo. Miles de personas –muchos de ellos ciudadanos de bajos ingresos que reciben asistencia social, pero también algunos funcionarios de rango alto- figuran como aportantes de fondos.


Pero los involucrados niegan haber aportado dinero de sus bolsillos o haber dado consentimiento para figurar en una nómina de contribuyentes a la campaña. Es más, muchos de ellos ni siquiera eran afiliados al partido PRO y se manifestaron asombrados de que su nombre figurase oficialmente entre quienes habían financiado el proselitismo electoral.

La situación dejó al descubierto los vicios ancestrales que afectan a la política argentina. No solamente queda en evidencia que hay aportantes de grandes espaldas financieras que no quieren aportar y que prefieren que haya terceros que figuren en el listado oficial. Sino que también queda sembrada la duda sobre el lavado de dinero o el origen ilegítimo de los fondos.

En este momento, la especulación es que detrás de los miles de individuos de bajos ingresos que niegan haber puesto dinero hay grandes corporaciones que luego estarían íntimamente vinculadas al gobierno macrista. En la primera línea de las sospechadas figuran Shell –cuyo ex CEO, Juan José Aranguren, fue ministro de Energía–, el banco de inversión JP Morgan –en cuyas filas se formó el actual presidente del Banco Central, Luis Caputo– y la cadena Farmacity –fundada por el poderoso vicejefe de gabinete, Mario Quintana–.

Vicio de muchos, consuelo del macrismo

La investigación periodística inicial –que solo focalizó en el caso de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires– dio lugar a una previsible carrera por encontrar datos que involucraran a otros partidos.
Así, una investigación del diario La Nación reveló que también el Frente para la Victoria, liderado por Cristina Kirchner, había cometido irregularidades en la lista de aportantes durante la campaña que en 2015 postuló a Daniel Scioli como candidato.

Y que algo similar ocurrió con el Frente Renovador, liderado por el peronista Sergio Massa, que llegó al extremo de hacer figurar como aportantes a cientos de empleados de la municipalidad de Tigre, de la cual fue titular durante una década.

La estrategia del macrismo, ya con la presencia abrumadora de cientos de testimonios acusadores, parece ser la de defenderse no por la vía de negar los hechos, sino de atribuirlos a las imperfecciones tradicionales del sistema electoral argentino.

Es por eso que se anunció el envío al Congreso de un proyecto de ley para reformar el sistema, bancarizar las donaciones al 100 por ciento y generar un régimen independiente de auditoría que no deje dudas sobre la financiación de las campañas.

Un golpe para Vidal

Lo cierto es que, aunque el cuestionamiento es generalizado a toda la clase política –y aunque muchos recordaron que en 2011 la campaña de Cristina Kirchner contó con aportes de empresas farmacéuticas vinculadas al narcotráfico–, nadie parece más golpeado que el macrismo.
La principal afectada es Vidal, quien hasta ahora parecía invencible para la oposición, con su combinación de simpatía personal, imagen de madre trabajadora, firmeza para enfrentarse a los sindicatos y dureza con las mafias ligadas a la policía.


El escándalo de los aportantes "truchos" parece haber abierto, por fin, un flanco débil para la oposición. El kirchnerismo da muestras de estar dispuesto a explotar el tema a fondo. Términos como "Heidi-gate" ya son trending topic en las redes sociales, y diarios como Página 12 lo llevan a su tapa todos los días.
Lo irónico del caso es que el macrismo, que llegó al poder con las banderas de la honestidad y la transparencia en la gestión pública, aparece ahora cuestionado por corrupción por el kirchnerismo al que antes acusaba.

En teoría, si se llegara a las últimas consecuencias y la gobernadora fuera encontrada responsable, como presidente del PRO en la provincia, entonces podría sufrir inhabilitación para postularse a cargos públicos.

Es todavía una incógnita si la imagen de Vidal caerá en las encuestas, pero la mesa política del gobierno está preocupada y ensaya estrategias defensivas que, hasta ahora, no lucen efectivas.

Al comienzo, cuando las denuncias estaban limitadas a los medios ligados al kirchnerismo, se prefirió ignorar el tema, con la esperanza de que se diluyera rápidamente. Pero ante la aparición de cientos de afiliados del PRO que se mostraban indignados por cómo se había utilizado su identidad para "truchar" aportes, se decidió tomar la iniciativa.

La primera medida fue presentarse ante la Justicia para poner a disposición la información de campaña. El escándalo no se detuvo, y por eso Vidal tuvo que "cortar cabezas", empezando por su tesorera de campaña.

El anuncio fue hecho en una conferencia de prensa que había sido convocada para anunciar una medida de asistencia a los sectores de menores ingresos. Pero inmediatamente quedó en evidencia que ese motivo formal era la excusa para que, a la hora de las preguntas periodísticas, Vidal pudiera hablar del tema que había preparado: la orden de una auditoría interna en el dinero de campaña.
Ese mismo día, unas horas más tarde, Mauricio Macri ofreció una conferencia de prensa. El hecho de que antes hubiera hablado Vidal "blindaba" al presidente para que le resultara más fácil responder sobre las denuncias.

Aun así, Macri debió responder dos preguntas sobre el punto y lució algo incómodo, limitándose a señalar la necesidad de bancarizar los aportes y con un notorio intento de eludir el tema de fondo.

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