La Intendencia de Montevideo planea iniciar un proceso para eliminar el 95% de los guardas en siete años

Para el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, en unos años la figura del guarda deberá desaparecer de los ómnibus de la capital. Como sucede en la mayoría de las ciudades del mundo, ese puesto, que servía antes para justificar los trasbordos y cobrar los boletos, se ha vuelto obsoleto, y genera costos en el sistema que la comuna no está dispuesta a seguir afrontando.

La IMM encara una reestructura del sistema de ómnibus, con la meta de que en el año 2018, el 85% de los usuarios pague su boleto con la tarjeta del Sistema Metropolitano de Transporte (STM). El intendente Daniel Martínez entiende que en ese momento, "en el 95% de los buses no va a tener sentido que haya guarda", según dijo en el programa Pisando Fuerte de Metrópolis FM.

La propuesta que maneja la comuna para llegar a ese porcentaje es la de generar un proceso gradual con incentivos para el retiro, que implicaría dar de baja a unos 257 trabajadores por año.

"Somos respetuosos de buscar procesos graduales. Vimos que en un proceso de siete años entre jubilaciones y algunos incentivos es posible reducir esa gente", afirmó el intendente.

En el caso de los incentivos, abarcarían además de los guardas a mecánicos, administrativos e inspectores, aunque en un menor porcentaje.

"Lo mismo que el linotipista era un oficio que se aprendía en la UTU pero la tecnología lo eliminó. Se reconvierten o se jubilan", indicó el intendente sobre el mismo tema en el programa Quien es quien de Diamante FM.

Sin embargo, la noticia no cayó bien en las empresas y entre los trabajadores, que rechazan la eliminación de esos 1.800 puestos y piden a la comuna un ámbito de negociación.

Durante el paro que realizó ayer la Asociación Sindical de Cooperativistas y Obreros del Transporte (Ascot), los trabajadores definieron golpear todas las puertas que sean necesarias tanto en la intendencia como en el Parlamento e incluso en el Poder Ejecutivo para que esas modificaciones no se apliquen, dijo a El Observador el dirigente sindical, Jorge Suárez.

Están en conflicto a partir de la decisión de la comuna de aplicar una rebaja en el boleto pago con STM de $2, que rige desde el 1º de julio, y que iría acompañada de una disminución en las frecuencias de ómnibus en las horas de menor demanda, de entre un 2,5% y un 5%.

Los trabajadores manifestaron entonces que "no serían rehenes de la campaña electoral del intendente de Montevideo", y que estan en contra de esas medias. Esos cambios, a su entender, ponen en "grave riesgo al sistema".

Suárez afirmó que, de todos modos, los trabajadores están "dispuestos a discutir toda la reestructura y buscar consensos", aunque no aceptarán que haya incentivos para el retiro.

"Si me hablan de un causal jubilatorio puedo reconvertir a los compañeros que quieran trabajar en micros (ómnibus sin guarda), lo que no acepto es que se prometa que van a haber incentivos para dejar puestos de trabajo. Es un verdadero disparate", afirmó el dirigente de Ascot.

La comuna argumenta que con la masificación en el uso de la STM ya no será necesario que haya un cobrador. Para los trabajadores, sin embargo, si bien las funciones han cambiado, "el guarda siempre fue necesario", y ayuda a que el sistema sea más ágil.

"No se trata solo de pasar tarjeta o no, el tránsito está complicado, el guarda ayuda mucho en otras situaciones, y me parece que tendríamos que estudiar el tema un poquito más", dijo Suárez.

La idea de eliminar a los guardas fue refutada también por el presidente de Cutcsa, Juan Salgado. "No creo que se pueda llegar ni al 100% ni al 90% (de disminución), ni que esto nos esté dando una solución que nos permita llegar con el transporte sano en ese momento", afirmó a principios de julio en el programa No Toquen Nada.

Salgado aseguró entonces que la empresa que dirige no va a eliminar el puesto de guarda. "Cutcsa no va a acompañar ninguna medida que en definitiva termine creando desocupación y haciendo perder puestos de trabajo", indicó. Si bien ese camino fue efectivo en 2002, las condiciones actuales son muy diferentes y, a su entender, se deberían buscar otras alternativas.

A través de este proceso, la comuna busca implementar una reducción del precio del boleto, que implicaría una baja de $ 0,5 por año. Es decir, de $ 3,5 al culminar los siete años de reforma.

Si bien el impacto "no es sustancial", "cuando el escenario es que sigue la caída del boleto hay que preocuparse", y si bien el cambio genera resistencias "hay que ir para adelante", indicó Martínez.

Desde que asumió el nuevo gobierno en 2015, la intendencia de Montevideo busca realizar una reforma general del transporte y cambiar la paramétrica del precio del boleto, pero hasta el momento los avances no han sido sustanciales. Por el contrario, salvo la última medida que revirtió el aumento de marzo, el precio del boleto no ha hecho más que aumentar.

En tanto, la venta de pasajes continúa bajando: 2% en 2014, 3% en 2015, 5% en 2016 y en 2017 ha bajado en 4,6%. Martínez defendió entonces la necesidad de avanzar en el proceso de cambio. "Nosotros tenemos un límite, respetamos el ámbito sindical y el cooperativismo pero, ante todo, la intendencia tiene la obligación de defender la sociedad. Todavía hay gente que no terminó de entender la gravedad de la situación como no entendió en su momento la gravedad de Raincoop", dijo.

Previo a la existencia del sistema de transporte actual y del uso de la tarjeta STM, los guardas trabajaban con las planchas de boleto, con el boleto Montevideo, y se encargaban de firmar y poner fecha en los boletos de trasbordo."Se trabajaba mucho con la lapicera", explicó el dirigente de Ascot, Jorge Suárez, quien aseguró que la dinámica del transporte era entonces diferente. Se trabajaba además con todo el dinero encima e indicando a la gente donde debía cambiar de coche. Sin embargo, la tecnología llevó a que el trabajo se vuelva obsoleto y, con la paulatina masificación de la tarjeta STM, la función de cobro carece de sentido. Eso se ha dado en varias ciudades del mundo. En Argentina no es posible subir al ómnibus sin una tarjeta y el chofer tampoco cobra. Un caso extremo se da en Canadá donde, en algunas ciudades, los ómnibus son autónomos.