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"Los cabañeros somos una especie en extinción"
Raúl "Rulo" González cumple 50 años en Expo Prado y contó secretos y anécdotas que publicó en un libro
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15 de septiembre de 2017 a las 05:00
Está cumpliendo 50 años en la Expo Prado, ¿qué recuerda de la primera vez?
Fue el 8 de agosto de 1966, pero parece que fue ayer. Arranqué con lanares de El Aguará, de Capurro Hnos, donde trabajée 28 años. Después estuve 14 años en Ganadera Cumber y Piedra Mora. También estuve dos años en Loma Azul, de Federico Rubio. En 2007 me jubilé y junto con mi hijo conseguimos un predio e iniciamos un hotel para carneros. Igual nunca dejé de venir y en los últimos años me han contratado distintas cabañas. En 2012 fui contratado por media docena de cabañas para trabajar en el Congreso Mundial Corriedale, en San Gabriel, en Brasil.
Decidió escribir un libro a modo de aporte a los nuevos cabañeros.
Sí, se llama Mis 50 años de cabañero. Venía dando cursos para formar cabañeros y me pedían que escriba un libro y me decidí. Jaime Castells me dio una mano enorme, también gente de mi localidad, Villa del Carmen, como el presidente de la Liga de Trabajo José Eduardo De León y la secretaria Clara Martínez.
¿Cómo ve a los cabañeros hoy?
Somos una especie en extinción, cada vez hay menos que sepan bien el oficio, muchos tenemos un montón de años y si no nos ponemos las pilas hay toda una tradición que se puede perder.
¿Qué necesita el buen cabañero?
Que le guste. Hay que comprometerse, no bajar nunca los brazos por más complicada que venga la mano, meterse con alma y vida y más allá de los resultados. Logré muchos primeros premios con Merino Australiano, Poll Merino Australiano, Romney Marsh e Ile de France, pero nunca en Corriedale y sin embargo no pierdo las esperanzas. Un buen cabañero hace la diferencia, como el jockey para un caballo de carrera y es clave concentrarse, en la pista sos vos, el animal y el jurado, lo demás no existe, los de afuera son de palo. Tenes años de inversión y el trabajo de mucha gente en tus manos.
¿De quiénes aprendió?
Tuve varios maestros, referentes como "Bebe" García, viejo cabañero de Las Rosas, de Scremini; Abel Tolosa, de los Stirling; el "Gordo Feo", Omar Alanís, de Rincón de Gallinal... y tantos más.
¿Qué premio recuerda con más cariño?
El que me dieron en la década de 1970 por mi primer Gran Campeón, en Curticeiras, un cuchillo de cabo de oro y plata.
Una vez estuvo "al otro lado del mostrador".
Sí, la directiva Corriedale, a mí y a Ruben Ramos, de La Lucha, nos dio la honor de ser jurados en una expo en en Dolores. Pasé unos nervios tremendos, espero haber cumplido.
Fue el 8 de agosto de 1966, pero parece que fue ayer. Arranqué con lanares de El Aguará, de Capurro Hnos, donde trabajée 28 años. Después estuve 14 años en Ganadera Cumber y Piedra Mora. También estuve dos años en Loma Azul, de Federico Rubio. En 2007 me jubilé y junto con mi hijo conseguimos un predio e iniciamos un hotel para carneros. Igual nunca dejé de venir y en los últimos años me han contratado distintas cabañas. En 2012 fui contratado por media docena de cabañas para trabajar en el Congreso Mundial Corriedale, en San Gabriel, en Brasil.
Decidió escribir un libro a modo de aporte a los nuevos cabañeros.
Sí, se llama Mis 50 años de cabañero. Venía dando cursos para formar cabañeros y me pedían que escriba un libro y me decidí. Jaime Castells me dio una mano enorme, también gente de mi localidad, Villa del Carmen, como el presidente de la Liga de Trabajo José Eduardo De León y la secretaria Clara Martínez.
¿Cómo ve a los cabañeros hoy?
Somos una especie en extinción, cada vez hay menos que sepan bien el oficio, muchos tenemos un montón de años y si no nos ponemos las pilas hay toda una tradición que se puede perder.
¿Qué necesita el buen cabañero?
Que le guste. Hay que comprometerse, no bajar nunca los brazos por más complicada que venga la mano, meterse con alma y vida y más allá de los resultados. Logré muchos primeros premios con Merino Australiano, Poll Merino Australiano, Romney Marsh e Ile de France, pero nunca en Corriedale y sin embargo no pierdo las esperanzas. Un buen cabañero hace la diferencia, como el jockey para un caballo de carrera y es clave concentrarse, en la pista sos vos, el animal y el jurado, lo demás no existe, los de afuera son de palo. Tenes años de inversión y el trabajo de mucha gente en tus manos.
¿De quiénes aprendió?
Tuve varios maestros, referentes como "Bebe" García, viejo cabañero de Las Rosas, de Scremini; Abel Tolosa, de los Stirling; el "Gordo Feo", Omar Alanís, de Rincón de Gallinal... y tantos más.
¿Qué premio recuerda con más cariño?
El que me dieron en la década de 1970 por mi primer Gran Campeón, en Curticeiras, un cuchillo de cabo de oro y plata.
Una vez estuvo "al otro lado del mostrador".
Sí, la directiva Corriedale, a mí y a Ruben Ramos, de La Lucha, nos dio la honor de ser jurados en una expo en en Dolores. Pasé unos nervios tremendos, espero haber cumplido.
