Los gobernantes de ahora y de antes coinciden: “Uruguay es un país de puertas abiertas a la inmigración”. Pero bastó un anuncio del presidente estadounidense Donald Trump, que congeló los fondos para proyectos humanitarios, para que quedase al descubierto lo endeble del sistema de atención uruguaya a los recién llegados.
Al menos 32.813 solicitantes de refugio estaban al 31 de marzo de 2025 a la espera de que se resuelva su caso. Una espera que, en promedio, supera los dos años. Una espera que, para algunos cubanos que migraron a Uruguay lleva un lustro. Sin novedades, en un limbo.
El colapso del sistema de atención ya había sido diagnosticado en 2023, cuando un documento oficial sugirió un cambio urgente ante “una institución debilitada y sin recursos”.
Como mecanismo de “empezar a revertir” tamaña asfixia —que crece año a año— el Estado uruguayo había aprobado el reconocimiento prima facie, un mecanismo que les permite a los venezolanos un camino de regulación más rápido. Sucede que esa nacionalidad podría aplicar a la residencia Mercosur, pero el trámite exige antecedentes penales que el régimen venezolano no está en condiciones de entregar a demanda.
Ese proyecto que el gobierno anterior anunció con bombos y platillos, como otros varios de atención, eran financiados por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados. Pero el anuncio de Trump —de revisión de los fondos que da USAID— redujo a un tercio la actividad de la Agencia.
“Nos vemos obligados a tomar medidas para reducir considerablemente nuestros gastos (…) El panorama sigue siendo incierto y aún no podemos confirmar con precisión cuántos fondos estarán disponibles. Lo que sí sabemos es que, tanto en 2025 como en los años siguientes, tendremos que reducir de forma considerable nuestras proyecciones de financiación”, aclaró la vocería de Acnur a El Observador ante la consulta de la magnitud del impacto en Uruguay.
La ONG Sedhu, que es la que brinda en terreno atención a los refugiados y que era la representación de Naciones Unidas antes de que la oficina temática desembarcara en Montevideo, envió a algunos de sus funcionarios a seguro de paro y en mayo puso un cartel anunciado el cierre temporal de la atención.
Esa congelación de la atención, a la vez, tranca gran parte de los trámites concatenados: inscripción de la partida, acceso a las prestaciones sociales, regulación laboral.
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Más de 7.200 cubanos pidieron refugio en Uruguay durante 2023.
Inés Guimaraens
A su vez, las oficinas que había instalado la Organización Internacional para la Migración en la frontera seca de Uruguay con Brasil, que servía como primera puerta de contención de los recién llegados por el norte, cerraron ante la falta de fondos. Fue parte del recorte del llamado Programa Regional sobre Migración y que, entre otros servicios, daba alimentación, alojamiento y transporte a casos de extrema vulnerabilidad.
Incluso la Junta Nacional de Migración aprobó de urgencia que los “pocos recursos” que Uruguay le da a esta organización de Naciones Unidas puedan ser destinados a la paga salarial con tal de no desmantelar todo el sistema de atención a los usuarios en las oficinas centrales de la capital. Y Canadá incrementó los apoyos para dar “algo de aire” mientras se resuelve el desfinanciamiento.
El programa de residencias por arraigo, que había iniciado el pasado octubre y por el que Uruguay recibió la felicitación de organismos internacionales, también está en un limbo dado que su principal financiamiento provenía de las agencias de Naciones Unidas que, a la vez, la cuarta parte de sus fondos eran de Estados Unidos.
El recorte de fondos y, por decantación de la atención, a los migrantes coincide con un aumento del desplazamiento forzado a escala mundial. Guerras, sequías, persecuciones religiosas, políticas y pandillas están haciendo crecer la cifra de personas que se ven obligadas a escapar de sus tierras. Por eso Acnur aclaró en su respuesta a El Observador que “preocupa profundamente el creciente desequilibrio entre las necesidades humanitarias y los recursos disponibles y el enorme impacto que esto tendrá en millones de personas desplazadas por conflictos y persecuciones”.
Oxfam, la ONG de corporación internacional, hizo un estimativo a escala global del impacto de los recortes de fondo de Estados Unidos: “al menos 23 millones de niños podrían perder el acceso a la educación y hasta 95 millones de personas perderían el acceso a la atención médica básica, lo que podría provocar más de 3 millones de muertes evitables al año”.
Nuevos datos en Uruguay
En el noreste de Colombia hubo un quiebre migratorio. Grupos armados se disputan el manejo de la economía ilegal en la región de Catatumbo y eso obligó a un desplazamiento forzado de más de 50.000 ciudadanos en menos de cuatro meses. De Colombia llegaron al menos 74 solicitantes de refugio a Uruguay en el último año. La mayoría no obtuvo respuesta aún.
Cuba sigue siendo el principal país de origen de los solicitantes de refugio que llegan a Uruguay. Las dificultades que tienen esos caribeños para una migración segura —dado que se pide visa de ingreso—, hace que la solicitud de refugio sea la vía normalizada para la regularización tras una travesía que recorres Guyana-Brasil-Uruguay.
Los venezolanos están en el segundo lugar de peticiones. Muchos de ellos salieron de Venezuela hace tiempo, estuvieron en terceros países y llegan a Uruguay en condiciones vulnerables (a veces sin documentación alguna).
Pero entre la lista de 34 nacionalidades que solicitaron refugio el año pasado, empieza a notarse parte de los conflictos de escala mundial. Ocho países de origen son africanos, el continente que está teniendo mayor persecución religiosa y ética, a la vez que las crisis ambientales está impulsando la migración forzada.
Llegaron nuevos solicitantes de Ucrania, Rusia, Siria y en octubre se le concedió el asilo a un palestino que escapó de la guerra.
El cambio climático está borrando parte de las costas de Bangladesh, de donde el año pasado llegaron cinco solicitantes de refugio.
Y la lista sigue con historias que el Estado uruguayo sigue sin dar respuesta porque el sistema está en jaque.