Diego Battiste

"Ahora el argentino piensa en mudarse o invertir en Uruguay"

El empresario habló sobre los sectores y oportunidades que están en la mira de los inversores argentinos

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20 de noviembre de 2019 a las 05:02

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"Hace unos años venían (Julio) Sanguinetti o Lacalle (Herrera) y decían que Kirchner era casi un prócer para Uruguay, porque había provocado una fuga de capitales", disparó el empresario argentino Luis Bameule en el evento El impacto del nuevo gobierno en Argentina: la mirada empresarial, organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (Acde). Bameule es coordinador de la Mesa de Carnes (gremial de los frigoríficos) y propietario en Uruguay del hotel de campo y chacras La Baguala, negocio dirigido por su hijo, Tomás. Fue propieataro del frigorífico Quickfood (creador de las conocidas hamburguesas Paty) y de frigorífico Colonia, que vendió en 2007 a Marfrig. Se desempeñó también como vicepresidente de Marfrig en Argentina.

Por un lado, el empresario reconoce estar "desgastado" de vivir en "estado de permanente grieta" en su país. Es crítico con respecto a la "responsabilidad" que tienen los empresarios por "adaptarse a las reglas de juego en lugar de salir a cuestionarlas y pelearlas". Por otro, habló de las oportunidades que la "decadencia argentina" puede traerle a Uruguay.

Principalmente, cree que, aunque bajará el turismo proveniente de ese país, llegarán más inversiones argentinas a Uruguay. "Ya no es solo si turismo o no turismo. Ahora es si me mudo o no me mudo a Uruguay y en otros casos, si pongo mi capital acá", apuntó el empresario. 

Dice que dada la situación de su país empezarán a llegar inversiones argentinas a Uruguay. ¿Hacia qué sectores miran?

El inmobiliario está relacionado hasta con el turismo o gente que quiere invertir en inmuebles. En el campo uruguayo, cuando hace unos diez, quince años hubo una política muy dura en Argentina, vinieron inversiones sobre todo en la parte agropecuaria, trayendo también tecnologías modernas que permitieron subir la productividad en muchas explotaciones de Uruguay. Uruguay hoy tiene abierto hasta Japón para vender carne, mercado al que Argentina todavía no accede. También es cierto que han venido en el pasado inversiones argentinas sobre todo en sus momentos difíciles, porque la gente dice: ¿dónde puedo hacer lo que no puedo hacer en Argentina?

Y usted y su familia, ¿tienen previstas otras inversiones en Uruguay?

La especialidad nuestra siempre ha sido lo agroindustrial. Tengo un hijo que vive aquí hace ocho años, muy entusiasmado con Uruguay y ellos seguirían viendo dónde continuar invirtiendo en la medida que se den las posibilidades. Yo ya tengo mis años y sigo entusiasmado pero hay que dejarle espacio a los más chicos. 

¿Cómo ve al mercado uruguayo?

Así como hace 40 años vinimos a invertir a Uruguay, nunca dejamos de hacerlo y siempre nos hemos sentido muy cómodos, no sólo para vivir el turismo sino para invertir, y en diferentes gobiernos. Cuando vinimos acá era el gobierno de Lacalle Herrera pero antes habíamos hecho una inversión en época de Sanguinetti, y cuando vendimos la parte de frigorífico, que era en el gobierno de Tabaré Vázquez, volvimos a invertir. Eso demuestra que la amplitud de las posibilidades de lo que puede ocurrir no es tan enorme, lo que te permite tener una visión de largo plazo que alienta al inversor. Eso es parte de la ventaja uruguaya.

Uruguay tiene a mi criterio una ventaja muy importante que es su institucionalidad. Dentro de la institucionalidad pongo a la moneda. Porque sus tasas de inflación al ser menos de dos dígitos, para un argentino son muy bajas. Eso también atrae al inversor, le da tranquilidad. Las alternancias en Uruguay han sido en general más tranquilas que en Argentina. Hay muchos gobiernos que en Argentina no pudieron terminar su período. En sistemas democráticos tenían que irse porque la presión era enorme. Esas cosas en Uruguay no suceden. Uruguay tiene además una trayectoria de cumplimiento de su deuda que es un ejemplo para muchos países latinoamericanos, por lo tanto tiene cosas que ofrecer bastante más allá de lo que es el turismo.

Diego Battiste

¿Cree que La Baguala se verá perjudicado por la baja en el turismo?

La Baguala tiene turismo muy variado. El básico es uruguayo. El hecho de estar un centro ecuestre, el mundo de los caballos hace que tenga una atracción muy grande también para el propio Uruguay. Algo viene de Argentina, pero poco y también viene de Brasil, o incluso europeos. Pero estamos viendo la posibilidad a la hora de avanzar no sólo con el tema turismo y servicios, sino que algún día se pueda fraccionar desde el punto de vista inmobiliario un poco más, porque las chacras de La Baguala son muy grandes, y eso hace que el tique inversor sea muy alto, te obliga a comprar muchos metros cuadrados de tierra que por ahí no es lo que uno está buscando y quiere algo un poco más chico para una casa, o vivienda permanente o de fin de semana. 30.000 metros cuadrados es un tique demasiado elevado.

¿Qué posibilidad se maneja?

Hay una vieja gestión que hace años venimos haciendo con la Intendencia de Montevideo. Todavía no hemos podido llegar a un acuerdo final pero estamos en el camino de que tarde o temprano se verifique que algún grado de fraccionamiento tendrá que haber. Es todavía desde el punto de vista legal una tierra rural, pero la expansión de Montevideo va llevando a que sea un poco más urbana de lo que había sido hasta ahora.

Estamos presentando alternativas que permitan que podamos ofrecer algunos terrenos de menor tamaño. De poder hacer lotes bastante más chicos de 30.000 metros, sin por eso armar una ciudad, al contrario, tiene que ser un lugar tranquilo y con tierra a la vista, paisaje, mucho verde. Pero algo intermedio. El agroturismo implica por un lado el aprovechamiento del paisaje, de las características del lugar, pero no es la idea que sean feudos. Hay que buscar algo intermedio que permita que estos proyectos de muy largo plazo sean viables. 

El empresario argentino, ¿aprendió a manejarse en contexto de incertidumbre?

Venimos de años de reglas de juego muy cambiantes y el empresario ha tenido que adaptarse a reglas de juego muy cambiantes, lo cual lo obliga a una gimnasia permanente, a vivir en guardia y reaccionar muy rápido. La primera consecuencia que tiene el cambio de reglas es un freno en las inversiones. La gente a veces quiere esperar, tener más seguridades de lo que va a pasar. Además hay una enorme presión impositiva en Argentina, muy aumentada en las últimas décadas. Pasó del 25% a arriba del 40%. Una presión tan alta que genera que haya evasión, gente trabajando en negro. El hecho de que haya una economía negra grande genera déficit fiscal, se recaudan menos impuestos, se imprimen más billetes y se genera inflación. Esa es otra cosa con la que hay que convivir muchas veces en Argentina. La inflación genera mucha pobreza.

En Uruguay, que tiene una inflación mucho más reducida, no tenés que discutir los salarios cuatro veces por año. Imaginate el tironeo que significa eso, y después el traslado a precios. El empresario tiene que negociar con clientes el aumento de precios varias veces por año. Todo eso quita energías que son usadas en países que no tienen este problema para cosas mucho más constructivas.

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