El arranque de las Eliminatorias volvió a poner sobre la mesa la polémica alrededor del VAR. En la primera fecha fueron las críticas a la decisión de no cobrar penal a favor de Chile contra Uruguay tras una mano de Sebastián Coates. En la segunda, dos goles anulados a Uruguay por offside y mano, y uno a Ecuador por mano. Los más críticos sostienen que el VAR mató la esencia del fútbol, porque no se puede gritar un gol naturalmente, ya que después habrá que chequearlo con el VAR, que muchas veces da marcha atrás con la decisión. Y también se le critica que, a pesar de ir al video, algunas decisiones siguen siendo erróneas, como la del gol anulado por offside a la celeste.
¿Sin embargo, es problema del VAR? La experiencia de otros deportes marca que no: muchos han adoptado con éxito el videoarbitraje, incluso de una manera mucho más profunda que el fútbol, y más integrada al juego. Por lo tanto, la respuesta puede ser que el VAR no rompió el fútbol sino que el fútbol está rompiendo al VAR.
Con eso en cuenta, ¿qué tomar de la experiencia de otros deportes?
Gran parte de la desesperación que genera el VAR es porque obliga a mirar la espalda de un juez durante más de un minuto sin poder ver la pantalla que está mirando, ni la repetición de la jugada. El juego seguirá detenido, sí, pero la experiencia de los hinchas será absolutamente diferente a mirar una escena estática. Ese procedimiento lo realizan la enorme mayoría de los deportes donde se utiliza videoarbitraje: el tenis, la NBA, el béisbol, el fútbol americano, el hockey o el rugby.
Parte de la molestia que genera la utilización del VAR en el fútbol es la falta de transparencia. El videoarbitraje llegó como una forma de evitar errores, pero también de luchar contra acusaciones de favorecer a un equipo. Sin embargo, si el público no puede escuchar las razones que llevan a tomar una decisión, la sensación de opacidad no disminuirá. Conmebol suele publicar los audios horas después, pero para que el sistema recoja confianza, necesita que la gente escuche todo lo que se habla antes de tomar una decisión. Es particularmente importante cuando desde la sala de videoarbitraje se le dice al juez que una jugada no merece chequeo: ¿con qué criterio se hace? Si se escucha el diálogo, el público está más informado del proceso.
Un ejemplo de la semifinal del Mundial de rugby
Para eso, incluso, puede ser una buena ayuda que el juez tenga su micrófono conectado a la televisión, para que se escuchen todos los diálogos que mantiene en cancha. Es algo que, por ejemplo, realiza el rugby, y enriquece de forma notable las transmisiones, porque incluso se escuchan las advertencias que el juez le hace a un jugador antes de pitar una infracción, o cuando les explica una decisión tomada. Eso ayuda también a que los tiempos muertos de las decisiones sean más cortos. ¿Hay demasiados diálogos informales del juez con el línea o con los futbolistas, que no quedarían bien al aire? Entonces hay que eliminarlos, no poner a la transparencia como rehén.
Que la decisión de consultar el video dependa exclusivamente del árbitro es otro elemento que favorece la falta de transparencia. ¿Por qué no darle a los equipos la posibilidad de ir al VAR cuando entienden que hay una decisión que los perjudica? Para evitar demasiadas interrupciones, puede ser con un sistema de premios, como el tenis o la NFL. En el tenis cada tenista tiene 2 desafíos por set: si los gana los mantiene, si la decisión es contraria a su desafío los pierde. En la NFL se puede desafiar cuantas veces se quiera, pero si se pierde, el equipo también pierde uno de sus tres tiempos fuera, por lo que se usa pocas veces por partido. En el fútbol podría establecerse un desafío por partido.
En el actual sistema de VAR, los jueces de televisión son apenas unos facilitadores de tomas, y ayudan al juez a refrescar el reglamento antes de que él decida por qué se toma una decisión concreta.
En otros deportes, el árbitro de video tiene un rol mucho más decisivo. En la NFL es el que toma la decisión final. En el rugby la decisión es del juez de TV cuando el de cancha no tiene posibilidad de ver una pantalla, pero cuando la hay, la toman casi siempre en consenso.
A pesar de todos esos cambios es cierto que la toma de decisiones en el fútbol es demasiado lenta, sobre todo porque se trata de un juego que tiene muy pocas interrupciones. El proceso no debería durar más de un minuto. Apoyado por todos los puntos anteriores, debería redondear una experiencia atractiva para el televidente.
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