Fernando Trueba ganó el Oscar en 1993 por el filme <i>Belle Epoque</i>

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"Harvey Weinstein inventó una manera de hacer películas baratas disfrazándolas de independientes"

El español Fernando Trueba, uno de los mejores realizadores de su país, estuvo en Uruguay
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05 de noviembre de 2017 a las 05:00
Se lo decía Billy Wilder, pero él sabía que se equivocaba. Era 1993 y Fernando Trueba estaba en Hollywood, lejos de su España natal, a la espera de la ceremonia de los Oscar. Su película Belle Epoque estaba nominada a Mejor película de habla no inglesa, pero no era la favorita. Aun así, ganó. Solo Wilder, uno de los directores más importantes del cine clásico, lo había adelantado. "El viejo acertó", ríe al recordarlo.

Si bien ese premio fue un mojón para él y el cine español, pasó a ser otro elemento de una carrera que incluye todo tipo de experimentos cinematográficos, desde la animación hasta el documental. Su interesante devenir entre técnicas y tópicos fue suficiente para que Plano Americano, ciclo que lo trajo hasta Uruguay la semana pasada como protagonista, haya sido un evento obligatorio. De su ecléctica carrera y su amistad con el recientemente fallecido Jean Rochefort habló con El Observador.

Nunca se encasilló en ningún género. ¿En su familia lo alentaban a ver diferentes cosas?

Al contrario. Vengo de una familia humilde, con ocho hermanos. Cuando dije por primera vez que quería dedicarme al cine nadie contestó y siguieron comiendo. Era el payaso de la familia, siempre he tenido la vocación de hacer reír. Por eso pensaron que era otra estupidez mía. En mi familia, trabajar en cine era ir a otro planeta. Lo mismo daba que hubiese dicho "voy ir a Marte porque hay atmósfera y creo que ahí puedo vivir mejor".

¿Se planteó desde un principio no atorarse en una sola forma de contar historias?

En realidad, no. No tengo diseñado qué voy a hacer, ni planeo nada. Soy como un perro por la calle, me dejo llevar por el instinto y el olfato. Así veo la vida. Me enamoro de una historia y puede ser una comedia, un drama, un musical o un documental. Me enamoro de querer contar la historia, no de su forma.

¿Pero le queda algún tema en particular que le gustaría abordar de determinada manera?

Es que así no funciona mi cabeza. Voy de lleno a una historia concreta y recién veo ahí cuál es la mejor manera de contarla. Hace algunos años hice una película de animación (Chico y Rita, 2010). Nunca en mi vida se me había cruzado por la cabeza hacer animación, pero descubrí un mundo que me gustó muchísimo y me di cuenta de que ciertas historias ganaban de esa forma. Tengo varios proyectos en cartera, uno de ellos es nuevamente de animación, también con Javier Mariscal (quien trabajó en Chico y Rita). Es una historia que la pensé como documental, pero me di cuenta que se ajustaba más al formato de animación.

Desde fuera parece que en el cine español hay equilibrio entre lo comercial y los proyectos independientes. ¿Lo ve así?

En los países pequeños donde no tenemos industrias hiperpoderosas todo el mundo es independiente. Todos tienen que luchar como una bestia para sacar sus proyectos adelante. Lo de indie es una fórmula que se inventó Harvey Weinstein, tristemente célebre ahora, para vender una mentira. Era una manera de hacer películas baratas disfrazándolas de independientes, sin serlo de verdad porque estaban financiadas por estudios. Pero le vendían a la gente eso, mientras creaban un mercado paralelo más económico y con un enfoque nacionalista que les permitía ocupar el espacio que ocupaba el cine extranjero. Este era más pequeño y estaba poblado con películas artísticas, realmente independientes, que podían ser asiáticas, europeas o latinoamericanas. Tomaron el control absoluto de su mercado. El cine estadounidense es muy abierto si tú vas a trabajar allí. Nadie te va a pedir cuentas, te aceptan si eres bueno y tienes ideas. Se puede. Ahora bien, no aceptan que entre otro cine. Lo mandan a guetos.

¿Es imposible en Hollywood llegar con ideas propias y controlar artísticamente el producto?

Es muy difícil, pero hay gente que lo consigue. Richard Linklater, Alexander Payne, Wes Anderson, por nombrar algunos.

Son nombres consagrados.

Sí, pero comenzaron siendo pequeños. Y hacen muchos sacrificios para mantener la independencia y el control de sus filmes. Seguramente ganarían más dinero si dejaran que las majors le dieran el abrazo del oso. Hay que ser muy valiente para resistirse y decir "quiero contar mis historias".

En España parece haber una buena renovación de directores. Hace algunos años que Juan Antonio Bayona o Alejandro Amenábar pasaron al primer plano internacional, por ejemplo.

Hay una generación aun más joven que está haciendo las cosas muy bien. Ahora está la primera película de una chica que se llama Clara Simón, Verano 1993, que es una película pequeñita pero con sensibilidad y sinceridad. Es muy bonita. Es la elegida por España para los Oscar.

Hablando del premio, ¿cómo fue el momento en que usted ganó el Oscar?

Divertido y estresante. Soy una persona que tiene vértigo y el Oscar fue como si me hubieran tirado en una montaña rusa. Estaba seguro de que no me lo iban a dar. La película favorita de todos era la china Adiós a la concubina, y todo el mundo daba por hecho que iba a ganar. Solo una persona me dijo "vas a ganar". Era Billy Wilder. Le dije que iba a ganar la china, y me dijo que no porque "le sobraba una hora". El viejo acertó.

¿Luego del premio llegaron propuestas más comerciales?

Hubo años en que me mandaban proyectos americanos. Un par de ellos me llegaron a tentar. El que se hizo era un guion muy bonito, pero se lo cargaron. Se llamaba Runaway Bride (Novia fugitiva, 1999), con Julia Roberts y Richard Gere. Y la dirigió Garry Marshall, un director que sabe lo que hace. Pero Gere y Roberts les encargaron a sus guionistas de cabecera que mejoraran sus diálogos y lo arruinaron. Otra película que me ofrecieron era con John Travolta y Sharon Stone. Llegué a reunirme con ellos y era bueno el guion, pero al final decidí no hacerlo. No quería aguantar estrellas. Es terrible cuando en una película alguien que tiene más poder que tú. El poder, en la película, lo tiene que tener el director. Hay actores que pueden echar a un director de una película o decidir lo que quieran. En aquella comida Stone me pareció inteligente y maja, pero tras conversar con Travolta dije no. No tienen dinero en este país para que aguante su actitud tres meses. La vida es muy corta.

Se llevaba muy bien con el actor francés Jean Rochefort (El artista y la modelo) ¿Qué recuerda de él?

Recuerdo su risa y sus carcajadas. El tipo se meaba. No he tenido mejor público en mi vida. Era encantador, majo, divertido, buen amigo. Era un tío que si te quería pasabas a formar parte de su familia. Estábamos siempre muertos de risa, y para nosotros eso era disfrutar de la vida.

Tres películas de Trueba para ver en streaming

La reina de España (2016)
Está en Netflix y para alquilar en NS Now

Calle 54 (2000)
Disponible en Qubit.tv

Loco de amor (1995)
Disponible en Qubit.tv

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