“La banca ética ayuda mucho en tiempos de crisis económica”

Joan Melé, presidente de la Fundación Dinero y Conciencia, habla del avance del movimiento en Chile y de los planes en Uruguay

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12 de mayo de 2020 a las 11:05

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La banca ética es un movimiento que apoya aquellos emprendimientos y negocios que no encuentran respuesta en el sistema financiero tradicional, como sucede en los sectores de medioambiente, desarrollo social, educación y cultura.
En Europa, esta “nueva banca” surgió a principios de los años de 1970, con la propuesta de contribuir con un cambio positivo de la sociedad desde el ámbito financiero, promoviendo un uso más consciente del dinero y financiando proyectos no especulativos, que aporten valor y transparencia.

Joan Melé es presidente de la Fundación Dinero y Conciencia, organización con sede en Chile, la que tiene el objetivo de abrir y desarrollar un consorcio de banca ética en América Latina.Fue subirector general de Triodos Bank en España, donde trabajó durante casi nueve años, como pionero en el desarrollo de la concepción y el negocio de la banca ética.

Debido a la pandemia tuvo que postergar una gira por la región. Sin embargo, advierte que el modelo de negocios que promueve tiene el potencial de ayudar a los emprendimientos en este tipo de coyunturas.

¿Qué tan avanzados están en el proceso de fundar un banco en esta parte del mundo?
Este año solicitaremos la licencia bancaria en Chile. Si no hubiera sido por la pandemia, ya lo hubiéramos hecho, pero postergamos la fecha más hacia fin de año, para noviembre.

Sabemos que la idea de banca ética es atractiva para la región y comenzamos con fuerza en Chile, pero también tenemos equipos o interesados firmes en Uruguay, Argentina, Brasil y Colombia. Queremos abrir bancos en varios países de la región, que formen parte del consorcio.

Es difícil abrir un banco, ¿con qué respaldo cuentan?
Sí, las autoridades nos mirarán con lupa, pero reunimos los requisitos. Contamos con un capital de US$ 43 millones y un volumen de préstamos de entre US$ 1,5 millones y US$ 2 millones mensuales en Chile, más el crecimiento exponencial que estamos registrando. Con eso ya podemos solicitar la licencia.

Aun sin banco conformado, ayudan al acceso a financiamientos. ¿Cómo operan?
En Chile estamos trabajando con Doble Impacto, que es una empresa de inversión que genera financiamiento a través de fondos de inversión y crowdlending (financiación a través de numerosos inversores).
Primero, estudiamos el negocio del solicitante del préstamo y, luego, recurrimos a una lista de 1.500 inversores. El inversor le da el monto directamente al cliente, cuando su solicitud tiene nuestra aprobación. Nosotros cobramos una comisión por el estudio del desarrollo, que varía según el tipo de operación, del análisis que realizamos, del importe y del riesgo.
Como todavía no somos banco, no podemos captar el dinero de ahorro y prestarlo, sino que funcionamos de esa forma.

¿Qué resultados tienen?
Financiamos más de US$ 15 millones en tres años, en distintos sectores. Al principio, el proceso era lento, pero crecemos exponencialmente. Hablamos de más de 300 operaciones.

¿Cuáles son las diferencias entre la llamada banca ética y la tradicional?
La banca ética trata de identificar qué sectores no están bien atendidos por el sistema financiero y que aportarían valor a la sociedad. Tenemos expertos en educación, viviendas sociales, desarrollo social, agricultura orgánica, medioambiente, al lado de los expertos financieros.

También informa adónde va el dinero de los clientes. Es totalmente transparente; muestra claramente en qué invierte y en qué no.
El banco ético pueden tener la misma rentabilidad que cualquier banco, no solo por los negocios en los que se mueve, sino porque mide sus gastos. En los tradicionales, los salarios de los directivos suelen ser millonarios y hay oficinas de lujo, mientras que en este otro tipo de institución eso no ocurre. Se sigue una elegancia de austeridad confortante. Los directivos no ganan fortunas, sí tienen salarios dignos. Otra diferencia es que trabajamos con bajo riesgo, sobre la economía real no especulativa, y en negocios que entendemos. Salimos a la calle y nos acercamos a los negocios que financiamos. Así es como la banca ética se ganó el prestigio que hoy tiene en Europa.

¿Qué están ofreciendo en esta coyuntura de pandemia?
Hay todo un nuevo mundo emergente de economía circular, de reciclaje, de eficiencia energética, áreas en los que estamos gestionando financiación. En Chile, en estas semanas hemos ayudado con refinanciación y alargamiento de plazos. Gracias a eso, van a mantener los puestos de trabajo de sus colaboradores.
En España, con la crisis de 2008, gracias a la banca ética, miles de empresas pudieron salvarse. La banca tradicional cortó los créditos, mientras que la banca ética salió a buscar a las empresas en situación difícil y les ofreció préstamos, con compromisos de pago adaptados a cada caso.

Usted ya ha estado en Uruguay, ¿cuáles son los planes aquí?
La primera vez que estuve fue por invitación del Banco Central para dar una conferencia sobre temas de desarrollo de América Latina.
A partir de eso, se interesó la asociación de Empresas B, otros emprendedores locales y contamos con el apoyo de la Fundación Avina, que es una fundación latinoamericana que promueve el desarrollo económico a partir de procesos colaborativos, generando impacto a gran escala.
Aunque no lo tenemos confirmado, seguramente contaremos también con el respaldo de algunas instituciones de Canadá, que están en la línea ética.

https://www.elobservador.com.uy/nota/como-ser-lideres-en-la-nueva-normalidad--202057135914

¿Qué tanto ha avanzado su proyecto en Uruguay?
En un principio se formó un grupo de unos 20 interesados, entre ellos, profesores y emprendedores. Ahora hay más de 80.
Esa es la forma en que se va definiendo este tipo de negocio: se empieza con pequeñas inversiones a través de fondos de inversión y de crowdlending y, al avanzar, se pasa a la fase de fundar un banco en cada país.

En Uruguay nos planteamos ofrecer préstamos a través de fondos de inversión o fideicomisos para este año, pero hay que revisar fechas por la coyuntura.
No pensamos en crowdlending, porque la legislación uruguaya es complicada en eso y permite operaciones muy pequeñas con ese modelo, que no son las que queremos hacer.

 ¿Qué sectores de la economía uruguaya identificaron para apoyar?
Queremos apoyar en las áreas de agricultura y ganadería orgánica, en el desarrollo de viviendas sociales dignas, restauradas o diseñadas con criterios de eficiencia energética, y en la industria creativa uruguaya, como el cine y otras artes.
Hay que crear más puestos dignos relacionados con la cultura. En Francia, la industria cultural mueve miles de millones de dólares. Se podría hacer algo similar. l

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