Leonardo Carreño

¿Triunfó la “vieja política”?

La política implica dialogar, negociar, ceder, acordar. ¿Alguien cree que Jorge Batlle, que buscó la Presidencia durante mucho tiempo y llegó en el 2000 en medio de mil restricciones, hizo todo lo que quería?

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28 de julio de 2020 a las 08:17

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“Hija de 9: ¿Por qué Talvi renunció a la política?

Hija de 11: Porque la política es un asco”.

Una periodista contó en redes sociales ese diálogo de sus dos hijas, y creo que esas niñas merecen una respuesta.

La política no es un asco; lo que apesta es cuando la política está ausente.

Cuando yo era niño escuchaba críticas a los políticos, cuando fui adolescente sufrí la pérdida de la política, y cuando crecí, conocí de adentro ese mundo, con la tonalidad de colores. Y aunque entusiasme a veces, y desilusione en otras ocasiones, siempre es mejor la política a la falta de ella.

Dicho esto, ¿qué pasó con el renunciante?

No hay nueva política ni vieja política. Hay política.

No hubo una operación de Lacalle Pou para sacar a Talvi de Cancillería.

Leonardo Carreño

No hubo una jugada de Sanguinetti para sacar a Talvi del camino.

No hubo deslealtad de sus correligionarios, ni zancadillas de socios, ni golpes bajos de adversarios.

No hay pureza en el que se va, y cosa sucia, en los que se quedan.

Se fue solo.

Confundir estas cuestiones puede llevar a conclusiones equivocadas.

Algunos pueden creer que la política es sucia, y que cuando un tipo “limpio” quiso meterse, lo expulsaron lo antes posible, por puro. O creer que “el hombre sano” no soportó un mundo de “política enferma”

Hablemos claro: insano es la falta de política.

La decisión de Talvi fue personal y producto de su frustración política por la pretensión de ejercer el poder de una forma que no es practicable en la democracia.

Nadie puede hacer lo que quiere, y eso no es malo: es bueno.

La política no será el “mundo de las maravillas”, pero es el resultado de acuerdos sociales, de búsqueda de consensos, de impulsar ideas y de aceptar las de otros.

No se pueden aplicar fórmulas puras, porque nadie tiene el poder absoluto y debe negociar.

La democracia no admite emperadores ni monarcas.

***

Ernesto quería lo mejor para el país, pero no logró entender que nadie puede –por mejores ideas que crea tener– imponer lo suyo a rajatabla, porque la lógica de la política y de la democracia está en encontrar coincidencias y apoyos de mayorías.

Suena lindo lo de “elegir a los mejores”, pero un gobierno no es como el seleccionado de fútbol donde un DT elige cada jugador para cada puesto, porque todo es producto de transacciones.

La política implica dialogar, negociar, ceder, acordar.

Claro que los políticos quieren aplicar su plan tal cual lo pensaron, pero como nadie tiene el 100% de los votos, precisa combinarlo con los de otros.

¿Alguien cree que Jorge Batlle, que buscó la Presidencia durante mucho tiempo y llegó en el 2000 en medio de mil restricciones, hizo todo lo que quería?

Tabaré Vázquez fue el primer presidente de izquierda y llegó con mucho poder, pero cuando quiso hacer un acuerdo comercial con EE.UU. y su partido no lo apoyó, debió resignar su plan.

Mujica quería hacer un gobierno más de izquierda, pero tenía que acordar con Astori.

Lacalle Pou ganó las elecciones con un mensaje de cambio, pero la victoria fue con apoyo de varios socios, a los que debe escuchar, y ceder, para aplicar las reformas que sean posibles.

***

Talvi asumió que como canciller no podía hacer y deshacer, y que tenía un Jefe de Estado por encima; entonces no soportó esa situación.

Si hubiera ganado la elección presidencial, su frustración hubiera sido mayúscula.

El presidente no arma el gabinete que quiere, ni nombra los directores de entes que quiere, ni logra leyes tal cual las pensó. Tiene que negociar, debe designar gente que representa a sectores políticos socios, aunque no les parezca los mejores, debe resignar proyectos, impulsar otros que no son propios.

El economista tenía grandes planes, muchos de los cuales entusiasmaron, convocaron votantes, generaron esperanza. Pudo hacer un buen aporte al país, pero lo quería hacer a su manera.

Talvi no se va para la casa porque haya ganado “la vieja política”. De la misma manera que es una exageración decir que el proyecto Ciudadanos haya sido un modelo de “nueva política”.

La política es para gente con mucha capacidad de sacrificio, autoestima alta, vocación de servicio, desprendimiento de cuestiones personales y familiares. No es para cualquiera.

Se precisa paciencia, tolerancia, entender las razones de otros, saber que cada uno representa una parte de la sociedad, y que no hay poder absoluto.

La política no es fácil. Por eso hay algunos que aguantan poco tiempo.

Y hay otros que aguantan toda la vida: esos son los imprescindibles.

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