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A dos semanas del balotaje, Bolsonaro y Lula cruzan acusaciones y promesas en debate televisivo
A dos semanas del balojate presidencial del 30 de octubre, las encuestas en Brasil hablan de una extrema polarización y de un voto muy consolidado, con el 93% de los electores que dicen tener su voto ya decidido.
Con ese telón de fondo, el presidente Jair Bolsonaro y el candidato del PT, Lula da Silva, cruzaron acusaciones y algunas promesas en el primer debate televisado sólo algunas novedades además de las eternas acusaciones cruzadas.
El presidente dijo que si es reelegido hará lo mismo que promete Lula desde hace varios meses: mantendrá su plan de auxilio social que duplicó a 600 reales (unos US$115) para los grupos más pobres.
El candidato izquierdista volvió a reiterar esa medida acompañada por una reforma fiscal y promedió que creará un ministerio indígena, específico para los sectores nativos que viven en la Amazonia, por cuya deforestación píco culpó al mandatario ultraderechista.
Ambos contrincantes se presentaron en los estudios de la televisión Bandeirantes de traje oscuro y corbata, verde para Bolsonaro y con los colores de Brasil para Lula. Pese a la formalidad se trenzaron como dos boxeadores, tildándose de “pequeño dictador" y "vergüenza nacional".
La diferencia con los debates de primera vuelta fue que los equipos de asesores quedaron separados por una reja de modo que no hubiera agresiones.
Durante dos horas estuvieron parados a muy escasa distancia uno del otro, llegando incluso a tocarse cuando Bolsonaro puso una mano sobre el hombro de Lula. Pero también caminando por el escenario, hablando a la cámara e intercambiando por instantes miradas provocadoras y sonrisas irónicas.
"Lula pare de mentir, es malo para un hombre de su edad", le dijo Bolsonaro, de 67 años, a su contrincante, de 76.
"Usted es el rey de las fake news, el rey de la estupidez", le respondió Lula, quien acusó duramente a Bolsonaro por su "negligencia" durante la pandemia que mató a más de 680.000 personas en Brasil. “La mitad de ellas se podrían haber salvado” si no se hubiese demorado la vacunación.
"Usted debería quedarse en su casa, disfrutando de la vida, y no queriendo volver a la escena del crimen", afirmó el presidente ultraderechista en alusión a casos de corrupción durante el gobierno de Lula (2003-2010).
El izquierdista contraatacó y concedió para decir que los culpables fueron penalizados. También tildó a Bolsonaro de "pequeño dictador” por su plan, luego negado, de designar nuevos jueces de la Suprema Corte que le respondan.
En la primera vuelta del 2 de octubre, Lula se impuso con el 48,4% de los votos, contra 43,2% de Bolsonaro, quien logró mejores resultados que lo previsto en los sondeos.
Según las últimas encuestas, el PT sigue siendo favorito para el segundo turno, con el 49% de las intenciones de voto, sobre el 44% de Bolsonaro, según datos del Instituto Datafolha difundidos el viernes.
El mismo sondeo aseguró que el 93% de los consultados dijo tener su voto definido, mientras que 6% dijo que votará en blanco o nulo, y 2% se manifestó indeciso.
En el intercambio de lances, Bolsonaro calificó de “mentiras intolerables” versiones volcadas por el entorno de Lula sobre la pedofilia del presidente. Durante el debate el dos veces ex presidente lució en la solapa un broche con el símbolo de una campaña contra el abuso y explotación sexual de menores
Bolsonaro acusó al candidato del PT de tener un acuerdo con el principal narco de Brasil, Marcos Willians Herbas Camacho, conocido como Marcola, jefe del Primer Comando de la Capital (PCC) que está preso y en escuchas ilegales se manifestó a favor de Lula. Sugirió que tuvo protección hizo un mitín multitudinario en la favela Complexo do Alemão, dominada por las bandas.
Lula replicó diciendo que no era responsable del traslado de presos, que sólo estuvo rodeado “de trabajadores” en la favela y culpó al presidente de ser el respaldo de las “milicias”, los paramilitares que ejecutan ilegalmente a presuntos narcos. Las vinculó al crimen de la concejal petista Marielle Franco, cometido en 2018.
Según los sondeos, Lula se sigue imponiendo de manera arrasadora en los estados pobres del nordeste brasileño y en el electorado femenino.
Bolsonaro, en cambio, se impone en los estados más ricos y poblados del sur, con predominio de los agronegocios, en los sectores de altos ingresos y en el electorado evangélico, cuyas iglesias tienen fuerte implicación en la campaña reeleccionista.
