Peñarol celebró una victoria que le costó mucho trabajo

Fútbol > EL ANÁLISIS

A Peñarol le cuesta pensar, y cuando aparecían los silbidos, llegó el bálsamo con el aporte de los juveniles

Máximo Alonso fue el mejor y con su ingreso, cambió la manera de jugar del equipo; Agustín Da Silveira y Rodrigo Saravia, también entraron bien
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23 de julio de 2022 a las 18:13

En el fútbol no se puede dejar de correr, pero tampoco se puede dejar de pensar. Es una de las tantas máximas que existen en este deporte.

Hay mucho por trabajar y por construir. Existe gran expectativa por las ocho incorporaciones -y puede llegar alguna más- que podrán debutar a partir de la semana que viene en el Torneo Clausura.

Pero claro, no será un campeonato más. El equipo de Mauricio Larriera lo debe ganar para luego definir en semifinales y en una final contra el campeón de la Tabla Anual.

El estilo es lo más difícil de conseguir en el fútbol y este equipo de Larriera no lo ha tenido en todo este primer semestre de competencia que se termina.

Aguirregaray volvió a jugar mal y el juvenil Da Silveira lo hizo mucho mejor

¿Cuál es su estilo? ¿A qué juega su equipo? Él mismo lo definió al término del encuentro con esa honestidad que a veces refleja: “Por muy pocos momentos fue bueno este semestre y es doloroso”.

Se mantuvo en el cargo por lo que fue el título logrado el año pasado y también la Supercopa Uruguaya conseguida el 30 de enero de este 2022. También por el apoyo incondicional de Pablo Bengoechea. Quizás a fin de año puedan volver a festejar, pero jugando así, sería altamente improbable.

Más allá que le queda un pico de 47 minutos contra Rentistas a jugarse el martes a la hora 19.30 en el Centenario, Peñarol ya aplaude porque se termine este Intermedio en el que se hundió más de lo que estaba.

Ramón Arias, pese a su experiencia, cometió un penal infantil que pudo haberle costado carísimo a Peñarol

El desafío por venir del Clausura lo obliga a mostrar otra cara. Con otros protagonistas, es verdad, pero aún buscando el estilo que no se encontró en todo el año.

Jugando así, a no jugar por momentos, a caer en apagones futbolísticos inesperados, ganar el torneo que viene será solo una fantasía. Por eso el cambio debe ser radical.

Por momentos, ante Albion se dejó imponer el ritmo. Mostró cierta impotencia en algunas instancias insólitas, como el penal que cometió Ramón Arias contra Maximiliano Callorda que le dio el transitorio empate. Errores infantiles para un experimentado zaguero.

Por momentos domina, por otros no ve la pelota. Le cuesta una enormidad llegar al arco de enfrente con cierta profundidad, con algo de peligro. El segundo gol se dio por un rebote fortuito de un mal despeje rival.

Máximo Alonso acompaña a Ignacio Laquintana en el festejo del segundo; el campeón de la Libertadores sub 20 con Peñarol fue la gran figura

El bálsamo llegó en el momento justo, cuando los silbidos comenzaban a escucharse en el Saroldi con ese 1-1 que dolía al hincha.

Pero el ingreso de Máximo Alonso a los 69 minutos le cambió la cara al equipo. Salió un inexpresivo Agustín Álvarez Wallace y el doble 5 lo formaron Damián Musto con Pablo Ceppelini -quien bajó unos metros-, en tanto el Alonso pasó a jugar delante de ellos. El campeón de América sub 20 con Peñarol entró muy bien.

Una bocanada de aire fresco la aportaron los juveniles que entraron en el segundo tiempo y le cambiaron la cara al equipo.

El mejor fue Alonso, quien, además, colaboró con una buena jugada y asistencia para el tercer gol.

Ese gol lo hizo otro juvenil, Rodrigo Saravia, en lo que fue el primero en sus 21 partidos jugados con Peñarol.

Rodrigo Saravia celebra su primer tanto en Peñarol

El otro gran valor que parece aparecer poco, pero que arregla muchos desbarajustes, fue Agustín Da Silveira. En todo el año fue bastante más que Matías Aguirregaray y es sólido como lateral y como central. Tiene un gran futuro, pero parece no ser titular para Larriera.

También se puede citar -aunque esta vez, en menor medida- lo que hizo Nicolás Rossi, otro de los valores que surgen y que muestra tenacidad para la lucha y un porvenir promisorio.

Peñarol lucha como puede. Sin fútbol, sin ideas, pero así demostró que también se puede ganar. Quedó a 13 puntos del líder de la Anual, Liverpool, y si este domingo Nacional gana, será el nuevo puntero y la diferencia será de 14 unidades con un partido de menos.

Fue un triunfo importante, porque apareció en el momento menos pensado, por un blooper de la zaga rival que le dio una inyección de fe a un equipo que hace rato que la necesita.

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