Christian está en 1° y Aldana en 2° de la UTU; los dos hermanos siguen sus clases en simultáneo con los datos móviles de un celular

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A través del celular: la experiencia de las clases virtuales en un asentamiento

El presidente del Plan Ceibal, Leandro Folgar, explicó que el pasado lunes 5 de abril —el primero desde la Semana Santa— hubo un pico de 88 mil accesos más al sistema que en el pico más alto del 2020
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11 de abril de 2021 a las 05:05

"Ustedes tienen que decir: ´Presente, yo soy Rodríguez´. (Porque si no lo dicen) Después les ponen falta, y es una injusticia porque ustedes estuvieron trabajando...", pide el profesor de Música de 1° del Centro de Educativo Asociado (CEA) de Paso Carrasco. Del otro lado de la pantalla es Christian quien lo escucha, sentado junto a la puerta de su casa. A menos de dos metros emerge otra exposición del altavoz, esta vez sobre sustancias orgánicas, dirigida a estudiantes de 2°. Su hermana mayor, Aldana, pega el celular a su oído y, con cámara apagada, sigue la lección.

"Hacía mucho que no se usaba el teléfono y, a lo primero, se complicó, porque se les trancaban las clases. Después que lo empezaron a usar, anduvo bien", asegura Mariana Cedrés, madre de los niños. Al cabo de unos minutos, Aldana parte para el almacén, y deja grabando la clase para retomarla en diferido. Por las dudas pide a la madre que diga "presente" a su nombre por si pasan la lista. Para asegurarse de que tengan conexión, cada quince días paga $200 por 40 GB de datos móviles, un plan de recargas de Antel vigente hasta fines de abril.

 

Cedrés está habituada a la presencia "continua" de sus hijos en casa, aunque sí reconoce algún desafío. "De repente hay que estar pendiente. Tenés que decirle que no puede salir, porque hay otros niños que andan en la calle, y más con el tema de la bolita. Ellos quieren jugar. Es complicado, porque es todo el día que tenés que decirles que no pueden, que se tienen que cuidar, o que se laven las manos si vuelven", relata.

Y así transcurre cada día de lunes a viernes, desde el mediodía hasta media tarde, con alternancia entre videoconferencia y tareas, en este hogar del asentamiento Santa Eugenia, situado al fondo de Servando Gómez a la altura de Carrasco Norte. No es la primera vez que los niños asisten a clases a través de la virtualidad: buena parte del año lectivo del 2020 fluyó de esta manera. Y de este modo continuarán por lo menos hasta el próximo 3 de mayo, desde que el 23 de marzo el gobierno suspendiera la presencialidad todos los niveles de enseñanza. Este miércoles, la ANEP decidió la extensión de la medida.

El asentamiento Santa Eugenia queda por la calle Servando Gómez hacia el fondo, al norte del Club Carrasco Polo

"Yo les cargo el celular para que no se expongan. La directora dijo que si no llegan a tener, que vayan de doble tapaboca. Pero es arriesgado, si va un niño que tiene (covid-19) y no saben, y el virus queda ahí...", plantea Cedrés. La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) definió que las instituciones permanezcan abiertas para aquellos estudiantes sin conexión, para lo que dispuso guardias mínimas. La Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza arremetió contra la resolución, y señaló que muchos de los equipos directivos y funcionarios "deben trasladarse incluso en transporte interdepartamental, cuando lo que se busca es reducir la movilidad".

Christian cuenta que la mayor parte del trabajo es a través de la plataforma Crea. Buena parte de las clases por Zoom se basan en que el profesor explique la tarea que deberán hacer los alumnos en ese dispositivo. “Yo lo que hago es más matemáticas. Es lo que siempre me gustó, porque es lo que más sé”, se jacta el niño de 12 años.

Según explica a El Observador el presidente del Plan Ceibal, Leandro Folgar, el pasado lunes 5 de abril —el primero después de Semana Santa— hubo un pico de 88 mil accesos más al sistema respecto al pico más alto del 2020, lo que implica por encima de los 400 mil usuarios

Anastasia Bociello, referente de la olla barrial, tiene a tres de sus cinco hijos en la escuela. Por suerte hay un trabajo duro de las maestras, destaca. "Si hay algo que no entienden, llamamos a la maestra, hacemos videollamada y ellas nos explican cómo es. Porque yo soy grande: fui a la escuela pero hay mucho que me olvidé. Cuando yo iba a la escuela era dos más dos, ahora es dos por multiplicación, por división... y mucho no entiendo", relata la mujer mientras los niños juegan entre los perros y las gallinas del patio.

"Acá los gurises pasan todo el día jugando en el patio donde los podemos ver, pero después todos tienen su horario para estudiar", sostiene la referente barrial Anastasia Bociello

"Nadie nos regala el internet", afirma, pues tiene un contrato de $3.000 por mes con Claro. "Nos manejamos con eso, y anda re bien", comenta. Varios vecinos coinciden en que la conexión no falta, aunque sí en ocasiones puede volverse inestable o caerse de a ratos. No obstante, el cura Juan Andrés "Gordo" Verde —que lidera distintas iniciativas en el barrio— se puso en contacto con el presidente de Antel, Gabriel Gurméndez, para instalar Wi-Fi de acceso libre en la capilla recientemente erigida en el centro del territorio. 

"Acá los gurises pasan todo el día jugando en el patio donde los podemos ver, pero después todos tienen su horario para estudiar", sostiene Bociello. "No vas a mandar a un chiquilín a estudiar a las 3 de la tarde, porque va a estar jugando con los gurises: lo menos que va a hacer es estudiar. Cuando no hay gurises, ahí lo ponés a estudiar", explica.

El rol de los padres es protagónico, aún más si los niños son más chicos. La noche del jueves cayó la lluvia, y por la mañana Brian y Brenda tienen que jugar puertas adentro. Desde que semanas atrás se inauguraron ocho contenedores a modo de solución habitacional transitoria, la familia no padece goteras y el terreno no es inundable, aunque sí es intrincado andar sin enterrar el pie en charcos de las calles no asfaltadas. Sobre el mediodía aparecen los padres, que fueron a la escuela para levantar los repartidos para el niño mayor. A la tarde deberán volver para conseguir los de la niña.

Viviana Viera cuenta que a su hijo la hace falta "el partido" y los recreos

"La maestra les hace agarrar los cuadernos y escribir lo que va dictando. Es un poco difícil, pero yo les voy explicando y ahí agarran", narra la mamá, Viviana Viera. "A medida que van haciendo deberes, yo le tengo que mandar foto por Whatsapp a la maestra", dice. "Ellos lo que más necesitan es apoyo. Igual les está yendo mejor que el año pasado, que les daba verguenza hablar por cámara". Aún así, sienten la falta de la escuela: "El más grande extraña la escuela por el partido. Es loco por la pelota", añade su madre.

"Yo ya quiero volver, no me gustan las clases por Zoom. En clase le presto más atención al profe', en casa pasa una mosca  y ya me distraje. En clase estoy concentrada en el profesor, que explica y anota en el pizarrón. Por Zoom es todo imágenes", cuenta Camila Olivera. Con 18 años y cursando 6° Derecho, ya está por cerrar el ciclo, aunque deba hacerlo a través de la pantalla de su celular. El agotamiento no solo lo siente ella, sino más de la mitad de su grupo de clase que en asignaturas puntuales ya ni se conecta a los Zoom.

"Este año está más organizado", reconoce sin embargo. "El pasado fue un boom: cuarentena, clases virtuales y un relajo. Esta vez el presidente dijo 'cuarentena', y los profesores ya estaban preparados. Ya nos decían que nos conectemos y tratemos de hacer lo más posible", recuerda.

Poco más, poco menos, las ganas de volver pesan en todos por igual.

Afectación

"Hay una visión de que los más carenciados son los más afectados, pero no son los únicos afectados. La educación a distancia afecta a todos los estratos sociales", declaró Mariana Romanelli, vocera de Familias Organizadas de la Escuela Pública. “Niños y niñas de todos los contextos están siendo muy afectados, y esto se agudiza en las situaciones de mayor vulnerabilidad”, expuso. Y no solo los niños padecen la situación, aclaró.

Es por esto que adelantó que el colectivo trabaja en una campaña para visibilizar los desafíos de la educación a distancia, a través de testimonios que reciben por sus canales de comunicación. "Mi hija está teniendo Zoom una vez por semana y trabajos en Crea. La maestra no tiene buena conexión en su casa y entonces se corta pila", describe uno de ellos.

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