DAMIEN MEYER / AFP

Acceso desigual a vacunas atormentará a los ricos

Conforme los países desarrollados se apresuran a lanzar las vacunas contra covid-19, las naciones más pobres temen que se están quedando atrás

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28 de enero de 2021 a las 17:12

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Por David Pilling

Mientras los países ricos se apresuran a dispensar las vacunas en contra de covid-19, las naciones más pobres tienen miedo de quedarse atrás. El Reino Unido ha inoculado a más de 4 millones de personas, mientras que Sudáfrica, el cual también ha sido gravemente afectado, aún no ha administrado ni una sola dosis que no sea de prueba.

Guinea apenas tiene algunas vacunas: para el 18 de enero, solo 25 inyecciones, suficientes para dos docenas de “altos funcionarios” y para el presidente. Hasta ahí llegó la igualdad.

Este desigual comienzo está provocando alarma. Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo ha calificado de “catastrófico fracaso moral”. Él dijo que era inaceptable que “los adultos más jóvenes y más sanos de los países ricos sean vacunados antes que los trabajadores en el área de la salud y las personas mayores en los países más pobres”.

Eso es un poco exagerado. En el Reino Unido, el cual tuvo un buen comienzo, casi la mitad de las personas mayores de 80 años aún no han recibido su primera vacuna. En una controvertida política, el gobierno está reteniendo la segunda dosis por hasta tres meses en un esfuerzo por proporcionar al menos una dosis de la vacuna a la mayor cantidad de personas posible. Pocos británicos jóvenes y sanos, aparte de los trabajadores en el campo de la salud, han recibido una dosis.

Así es que, en su indignación moral, Tedros ha exagerado el caso. Pero él ha destacado un problema real. Si los países ricos se preocupan solo por sí mismos, dejando fuera a los pobres del mundo en su lucha por conseguir vacunas, no solo serán culpables de egoísmo. Ellos también se estarán causando un daño a sí mismos.

Si se permite que el virus se propague incontrolado en una parte del mundo, matará a más personas. También es probable que mute más rápidamente, en cepas contra las cuales posiblemente las vacunas existentes no ofrezcan protección. En última instancia — como debería ser obvio a estas alturas — estamos todos juntos en esta situación.

Entonces, tanto la moralidad como el interés propio dictan que las vacunas — así como los diagnósticos y la terapéutica — deben tratarse como bienes públicos mundiales. Con ese espíritu, liderado en parte por la Comisión Europea, el mundo ha creado COVAX, una especie de club de compradores y de plan de seguros en uno. El miércoles, el presidente entrante estadounidense, Joe Biden, dijo que su país se uniría.

Al realizar pedidos a granel, COVAX les ofrece incentivos a las compañías para que inventen nuevas vacunas. Según sus reglas, alrededor de 90 países pobres y de ingresos medios son elegibles para recibir vacunas gratis. Las naciones más ricas, desde Azerbaiyán hasta Sudáfrica, pagarán. Aunque no se les prohíbe realizar acuerdos bilaterales de adquisiciones directas, como lo ha hecho Azerbaiyán con la compañía china Sinovac, pudiera irles mejor en el club COVAX que por su cuenta.

Si COVAX gobernara el mundo, distribuiría las vacunas a nivel mundial, comenzando con los grupos de mayor prioridad sin importar dónde vivieran. Pero no es así. Nadie votó por COVAX, y el mundo en el que opera está dividido en Estados nación. Además, la pandemia ha surgido en una era en la que prevalece el nacionalismo del “yo también”. Si es EEUU primero, entonces también debe ser Brasil primero, India primero, Alemania primero, Israel primero, Yibuti primero, y así sucesivamente.

Inevitablemente, los países con los bolsillos más profundos logran los mayores acuerdos. También existe competencia entre los países en desarrollo. Adar Poonawalla, el director ejecutivo del mayor fabricante de vacunas del mundo, Serum Institute of India (SII), le dijo a The New York Times: “India tiene prioridad porque es mi país de origen”. El SII también anticipa vender algunas vacunas a instalaciones privadas, lo cual significa que algunas personas recibirán inyecciones según su capacidad de pagar, no según sus necesidades.

Conforme algunos empujan para colocarse al frente de la cola, COVAX ha sido criticado por haberse quedado atrás. Peter Piot, el director de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM, por sus siglas en inglés), ha indicado que los próximos cinco meses serán cruciales. En África, donde la cantidad de casos de covid-19 está volviendo a aumentar, al menos 2.5 millones de trabajadores de la salud deberían estar protegidos de inmediato, ha dicho él. “No estamos pidiendo que nos bajen la luna”.

Para que las dosis circulen, las compañías debieran renunciar a los derechos de propiedad intelectual y compartir conocimientos con el fin de que los fabricantes de India, Brasil y otros países puedan aumentar la producción. También deben proporcionarles a los reguladores datos oportunos. La OMS ha acusado a algunos de demorarse al priorizar a los reguladores en mercados lucrativos.

Richard Hatchett, jefe de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), la cual financia a los desarrolladores de vacunas, ha dicho que COVAX puede asegurar 3 mil millones de dosis. Según él, comenzará las entregas el mes próximo. África debería recibir 150 millones de dosis durante el primer semestre y casi 600 millones para fines de año. Si él tiene razón, es un comienzo prometedor.

Con el tiempo, habrá abundantes suministros, particularmente si la vacuna de una sola inyección de Johnson & Johnson resulta eficaz y, lo que es más tentador aún, si la vacuna de US$1 por inyección que está desarrollando Biological E, una empresa india con sede en Hyderabad, da buenos resultados.

“Tenemos un corto período de oportunidad para hacer esto bien”, señaló Benjamin Schreiber, el coordinador del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) para las vacunas contra covid-19. Para un mundo interconectado — o uno que aspira a estar interconectado nuevamente — el imperativo de lidiar con el problema comienza ahora.

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