Juan Samuelle

Acuerdo sobre deforestación de COP26 enfrenta dudas

Más de 100 líderes mundiales se han comprometido a implementarlo, pero las promesas anteriores no se han cumplido

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04 de noviembre de 2021 a las 05:04

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Por Camilla Hodgson.

Un compromiso global para detener la destrucción de los grandes bosques del mundo, firmado por más de 100 líderes mundiales el martes, fue el primer gran acuerdo de la cumbre del clima COP26 en Glasgow.

Pero casi inmediatamente, los críticos expresaron sus dudas sobre cómo se aplicaría el plan, y si sería más eficaz que los compromisos anteriores para acabar con la deforestación, una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero.

“Firmar la declaración es la parte fácil”, dijo António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que convocó la reunión COP26. “Es esencial que se aplique ahora, por la gente y el planeta”.

En el marco del acuerdo de Glasgow, los países que albergan más del 85 por ciento de los bosques del mundo han acordado detener e incluso revertir la pérdida de bosques para el final de la década. Esto se vio reforzado por el compromiso de 30 instituciones financieras de eliminar su exposición a la destrucción de bosques vinculada a productos agrícolas para el año 2025.

Pero los signatarios, entre los que se encuentran Brasil, Rusia, Canadá e Indonesia, así como EEUU, el Reino Unido y otras naciones occidentales, no detallaron cómo se haría el seguimiento de la implementación del acuerdo, ni qué podría ocurrir si las naciones incumplen la promesa.

“Esperábamos más detalles y es decepcionante que no los tengamos”, dijo Jo Blackman, responsable de política forestal y defensa de Global Witness, una organización de derechos humanos. “Hemos visto declaraciones anteriores para detener y reducir a la mitad la deforestación por parte de los gobiernos que no se han cumplido”.

Anteriormente se habían hecho promesas voluntarias para detener la deforestación que no se cumplieron. Bajo la Declaración de Nueva York sobre los Bosques de 2014, 40 gobiernos, así como compañías y otros organismos, afirmaron que reducirían a la mitad la tasa de pérdida de bosques a nivel mundial para 2020, y acabarían con la deforestación para 2030. Pero un informe oficial de este año concluyó que “la pérdida de bosques primarios tropicales ha aumentado en general” en los siete años transcurridos desde que se firmó el acuerdo.

Mary Booth, directora de Partnership for Policy Integrity, un grupo de campaña sobre el clima, dijo: “Dada la forma en que los países no están cumpliendo ni siquiera sus débiles promesas en el marco del Acuerdo de París firmado en la COP21 en 2015, será interesante ver si los responsables políticos presentan enfoques que sean más aplicables”. No obstante, los expertos en el clima recibieron de buen grado el compromiso sobre la deforestación, así como los US$ 12 mil millones de financiación para el desarrollo prometidos por 12 países para la protección de los bosques. Afirmaron que representaba un cambio de actitud.

Ahora hay un “diálogo real y un compromiso real de trabajar juntos”, dijo Justin Adams, director ejecutivo de Tropical Forest Alliance. “Esas conversaciones no se han producido antes”. Glenn Hurowitz, presidente ejecutivo de Mighty Earth, un grupo de campaña contra la deforestación, dijo que podría desencadenar el cambio si estuviera “respaldado por una verdadera supervisión, aplicación y transparencia”. Sugirió que los gobiernos podrían crear un observatorio mundial de la deforestación en el marco de la ONU para monitorear la pérdida de bosques.

Las enormes reservas forestales de Rusia, que representan alrededor de una quinta parte del total mundial, son la piedra angular de su plan recientemente anunciado para lograr la neutralidad de carbono para el año 2060.

El presidente Vladimir Putin dijo en su discurso de la COP26 el martes que Moscú estaba “tomando las medidas más serias y enérgicas” para preservar sus bosques. Pero las reservas forestales del país se han visto afectadas por una serie creciente de incendios en Siberia, que los expertos atribuyen al cambio climático y a la mala gestión.

Gran parte del escepticismo sobre la promesa de detener la deforestación se centró en Brasil, que alberga la mayor parte de la selva amazónica y que ha experimentado un fuerte aumento de la deforestación bajo el mandato del presidente Jair Bolsonaro. Bolsonaro ha expresado a menudo su simpatía por las industrias extractivas de la Amazonia, en particular por las dedicadas a la extracción de oro. Esta retórica se ha tomado como una luz verde para que continúen sin temor a ser perseguidas.

“Los grupos ilegales se sienten envalentonados. Piensan que tienen que aprovechar este momento”, dijo un funcionario del principal grupo de control ambiental de Brasil, el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA).

La madera ilegal de Brasil se les vende a compradores, incluyendo algunos en Europa, sin preocuparse por la trazabilidad, mientras que la soja producida en tierras deforestadas ilegalmente se le vende a China. Los grandes bancos han seguido financiando a grandes compañías agroalimentarias vinculadas a la deforestación. Reconociendo este problema, 28 gobiernos, entre ellos los de EEUU, la UE, Brasil y Colombia, declararon también el martes que elaborarían un plan de comercio sostenible, destinado a eliminar la madera de bosques deforestados de las cadenas de suministro de productos básicos.

En el transcurso del próximo año, los signatarios debatirán cómo sería una normativa común y examinarán temas como la forma de monitorear la transparencia de la cadena de suministro y el uso del comercio para incentivar la buena gestión forestal.

Uno de los problemas de la prohibición general de la deforestación es que la tala de bosques para cultivar es una forma de supervivencia para un gran número de personas en los países en desarrollo. Joko Widodo, presidente de Indonesia, dijo el martes que “millones de indonesios dependen para su subsistencia del sector forestal”.

Cualquier nueva normativa “debe ir acompañada de incentivos comerciales” y no ser “impuesta de forma unilateral” por los países ricos, añadió.

Un país que podría servir de modelo para la gestión forestal es Gabón, que tiene ambiciosos planes para reposicionarse como “superpotencia verde” mediante la promoción del ecoturismo y la emisión de bonos para preservar su selva tropical.

“Si queremos que nuestros bosques sobrevivan, deben ser valiosos”, dijo su presidente, Ali Bongo, en Glasgow. “El mundo desarrollado ha saqueado nuestros bosques. Tenemos la intención de salvar el bosque exportándolo de forma sostenible”.

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