Las personas pueden hacer mucho para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y cambiar nuestra sociedad hacia una economía más circular con sus propias decisiones.
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Después de la COP26: ¿Hacia dónde vamos a partir de aquí?

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28 de diciembre de 2021 a las 05:02

Por Leigh Miller Villegas

La conferencia sobre cambio climático más reciente de las Naciones Unidas, “COP26”, celebrada en Glasgow, Escocia, entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre fue histórica porque incluyó un pacto que compromete a cerca de 200 países participantes a:

  • reducir a la mitad las emisiones globales de dióxido de carbono y reducir significativamente las emisiones de metano para 2030, con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales, el umbral para prevenir los efectos graves del cambio climático en los seres humanos y los ecosistemas;
  • acelerar sus cronogramas para cumplir con los objetivos de emisiones y establecer reglas para hacer que los países rindan cuentas por las promesas que hacen;

  • instar a las naciones ricas a duplicar su financiamiento para la reducción de carbono para 2025 con el objetivo de ayudar a proteger a los países más vulnerables de los impactos del cambio climático.

Unas 100 naciones participantes también acordaron limitar la deforestación, mientras que India se comprometió a alcanzar emisiones netas cero para 2070. Los dos países más contaminantes del mundo, China y Estados Unidos, acordaron cooperar para reducir las emisiones de carbono durante la próxima década, y establecieron reglas para regular los mercados de carbono.

La COP26 fue también el primer pacto climático internacional en nombrar a los combustibles fósiles como una de las principales causas de las emisiones de gases de efecto invernadero y en tratar de eliminar gradualmente el uso del carbón (aunque esta promesa se vio debilitada en la última hora porque India acordó modificar la declaración por una menos ambiciosa).

Pero a pesar de sus logros, la COP26 fue criticada por no ser suficiente. La cumbre no cimentó un plan claro para limitar el calentamiento global a 1,5 grados, sino que pidió a las naciones que aumenten sus promesas para la reunión del próximo año. Hace falta resaltar que con las promesas actuales de emisiones se estima que darían lugar a 2,4° C de calentamiento, y las emisiones aumentarían en un 14% para 2030. Los países deberían reducir sus niveles de emisiones de CO2 de 2010 en un 45% para 2030 para alcanzar la meta de 1,5 grados.

Las promesas hechas por los países participantes en el Pacto Climático de Glasgow de la COP26 también son voluntarias, sin mecanismos de cumplimiento, por lo que existen algunas dudas sobre si las naciones cumplirán sus promesas. Hace más de 10 años, los países ricos reunidos en la conferencia climática de la ONU en Copenhague prometieron $ 100 mil millones para ayudar a los países más pobres a lidiar con los efectos del cambio climático, pero este compromiso nunca se materializó. En la COP26, renovaron su promesa de cumplir este compromiso para 2023.

La COP26 destacó las marcadas divisiones entre países ricos y pobres, ya que muchos países de menores ingresos todavía dependen de la energía a carbón, mientras que los países más desarrollados, que son responsables de la mayor parte de las emisiones de carbono, están presionando por una transición hacia combustibles más limpios. Si bien los países de menores ingresos son responsables de una pequeña parte de las emisiones globales, a menudo son los más afectados por el cambio climático. La versión final del pacto de Glasgow no compromete fondos para compensar a los países de ingresos medios y bajos por la carga financiera que ya están soportando por los impactos negativos del cambio climático. Tampoco define adecuadamente cómo los países deben compartir la responsabilidad de reducir las emisiones.

Entonces, a pesar de las deficiencias, ¿qué hemos aprendido de la COP26? ¿Qué podemos hacer en Uruguay para contribuir al objetivo de controlar las emisiones de carbono?

Lecciones de la COP26 para Uruguay

Desde nuestra perspectiva en ReAcción, la COP26 nos enseñó tres lecciones principales:

1) Líderes mundiales no han logrado acuerdos que permitan fijar pasos claros para que los países deberían tomar para reducir sus emisiones de carbono

2) Algunos países pueden y están haciendo más que otros, pero lo que hacemos colectivamente todavía no es suficiente.

3) Las personas, no solo los países, deben cambiar sus hábitos para contribuir a mitigar las emisiones de carbono y a avanzar en la lucha por salvarnos y salvar el planeta.

Uruguay ha sido un líder en el trabajo hacia las emisiones netas cero y la reducción de su huella de carbono. Desde la captura de metano hasta la silvicultura sostenible y la generación de electricidad con biomasa, los proyectos nacionales están proporcionando alternativas más sostenibles a la producción y el uso de energía. El compromiso de Uruguay con la lucha contra el cambio climático sirve como modelo a seguir para nuestra región, y nuestros avances en sostenibilidad son loables.

Sabemos, sin embargo, que el trabajo a escalas más pequeñas tiene mucho impacto. A través de nuestro trabajo con las personas y las comunidades locales, reafirmamos a diario que somos usted, yo y cada persona que vive en este país, quienes debemos cambiar y tomar las medidas necesarias para hacer una diferencia colectiva.

¿Qué podemos hacer hoy?

Como hemos escrito anteriormente, las personas pueden hacer mucho para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y cambiar nuestra sociedad hacia una economía más circular, al tomar decisiones sostenibles en nuestros hábitos de compra y reducir el desperdicio a través del uso responsable de los recursos.

Como individuos, podemos:

  1. Movernos de manera sostenible. La movilidad es un área clave en la que las decisiones individuales pueden tener un gran impacto para reducir las emisiones de carbono. En Uruguay, el sector transporte representa el 64% de las emisiones de CO2 dentro del sector energía (Balance Energético Nacional, 2017). La movilidad sostenible promueve la jerarquización del peatón y el ciclista por encima del transporte motorizado. También se estimula la utilización del transporte público colectivo, en lugar del uso particular del automóvil. Este nuevo concepto de movilidad implica una revisión del concepto tradicional del transporte, a pesar que esta transformación necesita de diferentes intervenciones desde el ámbito público, todas las personas podemos contribuir al cambio adaptando nuestras prácticas individuales.

  2. Tomar decisiones para comprar productos ecológicos. Todo lo que compramos cuenta. Desde nuestros comestibles hasta nuestra ropa y nuestros productos electrónicos, tenemos la opción de comprar productos más ecológicos. ¿Elegimos las manzanas a granel que se venden en una bolsa de plástico o elegimos las manzanas orgánicas que pueden no parecer "perfectas" porque se cultivan sin pesticidas pero que se cultivan, cosechan, transportan y venden de manera más sostenible? ¿Existen fuentes locales para los productos que queremos comprar? ¿Hay opciones orgánicas? ¿Existen opciones bajas en carbono? Cuanto más investiguemos los productos que consumimos a diario, mejor podremos tomar decisiones informadas sobre la elección de productos que equivalen a bajas emisiones de carbono y que contribuyan a una ciudad, un país y un planeta más saludables.

  3. Comprar productos producidos de forma sostenible de empresas responsables. ¿Cuáles son las prácticas comerciales de las empresas que producen los bienes que compramos? ¿Obtienen insumos sostenibles de cadenas de suministro responsables? ¿Buscan reducir sus emisiones y huella de carbono en sus operaciones? ¿Tienen su base local o obtienen insumos locales para reducir la contaminación del transporte? ¿Emplean mano de obra local? ¿Compramos ropa de cadenas internacionales o buscamos producción local? ¿El fabricante utiliza materiales orgánicos y reciclados? ¿La empresa se pronuncia sobre sus compromisos y políticas de sostenibilidad? ¿Qué está haciendo la empresa para compensar su impacto ambiental? Todas estas son preguntas que podemos investigar para descubrir qué fabricantes y minoristas son dignos de nuestra elección. Podemos marcar la diferencia con nuestro poder adquisitivo. Tenemos el poder de decidir qué tipos de productos, sostenibles o insostenibles, tienen éxito en nuestra economía. Podemos elegir qué bienes entran en nuestra economía circular y qué empresas pueden permanecer en el negocio porque las apoyamos con nuestras decisiones de compra. Cada compra que hacemos puede servir de alguna manera para reducir los impactos negativos del cambio climático.

  4. Reducir, reutilizar, reciclar. No se puede decir lo suficiente: reducir la huella de carbono de nuestro país depende de cada uno de nosotros. Reciclar artículos para el hogar es una forma sencilla de practicar la reducción de desechos en nuestros propios hogares. El uso de estaciones de reciclaje cuando estamos de vacaciones o en nuestros vecindarios evita que los desechos vayan a los vertederos.
    Cuando utilizamos materiales por segunda o tercera vez, estamos eliminando la necesidad de producir otros nuevos, lo que reduce la contaminación que implica su fabricación, montaje, transporte y distribución.
    Trabajar para crear una
    economía más circular en la que los artículos no se desperdicien sino que se reutilicen depende de que cambiemos nuestros hábitos. En esta temporada navideña, debemos considerar si realmente necesitamos comprar un teléfono nuevo o si el actual funciona igual de bien. Los artículos usados ​​adecuadamente pueden convertirse en excelentes regalos navideños.

Estas consideraciones simples y cotidianas realmente pueden sumarse para marcar la diferencia hacia un Uruguay con emisiones netas cero que contribuya a los objetivos mundiales de cambio climático y que sea un lugar más sostenible para vivir.

Comunicate con ReAcción para más ideas sobre cómo podés tomar mejores decisiones que, en conjunto, contribuyan a ayudar a Uruguay a lograr sus objetivos para la próxima reunión de la COP en 2022, y decisiones que creen un planeta más saludable para todas las personas.

Síganos aquí en elobservador.com.uy y en Instagram, Facebook y LinkedIn.

 

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